3. Un juguete no muy agradable

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Entre sueños, escuchaba a mi madre gritar: —Amor, Carolina, Kevin... ¡Nos hemos quedado dormidos! —. Trataba de asimilar toda la situación, pero la cama estaba a una temperatura perfecta, sentía mi cuerpo relajado como nunca y mi mano mojada.

Esperen...

¿Mano mojada?

Levante mi cabeza de mi almohada y trate de buscar mi mano con los ojos entre cerrados. Encontré mi mano en donde tenía mi cabeza, empapada de baba, e hice una expresión de asco al pensar en mi botando la baba en ella mientras dormía. Miré a mí alrededor, observando mi habitación, viendo detalladamente cada cosa en ella, intentando identificar donde y en qué tiempo estaba. Pase mi mano babeada por mi cara y...

Mierda.

Ahora tenía mi cara toda babeada con mi propia baba, me levante y abrí la puerta de mi cuarto para ver a mi padre salir corriendo del baño totalmente desnudo. Mi padre debió haber llegado muy tarde en la noche, y esa era la razón por la cual estaba acá, y también por qué mi mamá se quedó dormida, para que Carolina se quedase dormida y yo me quedase dormido, porque Carolina se había quedado dormida, en si un efecto domino de Ramírez dormidos.

Mi padre trabajaba en otra ciudad, como instructor en una escuela de policías, por lo que había veces que estaba durante la semana, o que llegaba tarde en la noche, luego de que ya estuviésemos dormidos. Él esperaba que algún día yo siguiese su ejemplo, pero en verdad yo quería estudiar medicina veterinaria, por lo cual siempre eso generaba una cierto roce entre ambos. Aunque eso no explica el desnudismo, es mejor que al menos a mí me omitan la razón de porqué.

Pero dentro de lo importante, debía ducharme ahora para irme luego. Y Carolina se terminó volviendo un impedimento para ello, cruzándose en mi camino y entrando al baño antes que yo.

—Carolina, tú tienes tu baño... ¡Ve a ducharte ahí! —intente que pudiese escuchar apoyando mis manos en la puerta, haciendo un cirulo y hablando en ellas.

—Recuerda que se rompió la manguera del agua caliente —dicho esto, se oyó como el agua comenzaba a caer del teléfono, y la probaba soltando un chillido indicando que aún no estaba lista—, ni creas que yo me baño con agua fría.

—Pero te demoras mucho en la ducha —proteste—, a mí no me tomará más de cinco minutos.

—Pues si te demoras tan poco, ve a mi baño a bañarte con agua fría —escuche como el agua cambiaba la forma de caer indicando que ya estaba debajo del chorro de esta.

Al voltear dispuesto a ir por la ducha fría en el baño de Carolina, mi padre corrió por frente de mi colocándose la cortaba sobre la camisa, lo malo, era que aún no se ponía ni pantalones, ni nada que tapase los benditos atributos que me fecundaron.

—Papá, ¿puedes colocarte algo?

—Mierda... —dijo mirando sus partes, dándose cuenta de su estado Adán — ¡Amor! —se dirigió a mamá.

—¿Sí? —se escuchó desde la habitación.

—¿Dónde dejamos mi ropa interior ayer cuando... —me miro —cuando tú sabes?

—¿Cuándo ayer llegaste con espíritu fiero? —alce una ceja, esperando no haber entendido esa referencia, pero ambos sabíamos lo que en verdad había ocurrido. ¿A quién engañan? Tienen dos hijos, y es obvio que la cigüeña no nos trajo.

Mi padre me miro, y suspiro.

—Necesito el momento exacto en el que ya no los traía puestos.

—Cocina, deben estar sobre el microondas —dijo ella —, ¿pero para que quieres esos, si tienes limpios en el cajón de tu ropa interior?

—Chicharos... —dijo volviendo a correr a la habitación, mientras yo intentaba omitir cualquier imaginación del como mi papá termino desnudo.

Soy hermano de una zorra | Troublemakers [En edición]Where stories live. Discover now