Capítulo 3: Castigo

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Se fue dejándome unas cuantas gotas  de alivio que se esfumaban cuando pensaba en lo que me haría al regresar.
Pasó un largo rato desde que no volvía. Uraume fue quien volvió a traerme algo de comer para después marcharse.
Me vestí tranquila percatándome de que había dejado la puerta abierta al salir y yo como no aprendo fácilmente la lección, fui impulsada a salir del cuarto.

Todavía no conocía la casa a la perfección, era muy grande y también habían muchos empleados, cada uno pendiente a lo suyo. Sin embargo la empleada más problemática a mi parecer era Uraume.

¿A dónde podía ir? No importa, estaba desesperada y con una única intención, quería que el político que visitaba a Sukuna supiera de mi presencia, quizás él podría...
Mis pensamientos fueron detenidos cuando al caminar por un pasillo me topé con Uraume abriendo una puerta. Molesta y con una bandeja en la mano se aproximaba hacía mi.

—Tú no aprendes ¿Verdad?—Dijo agarrándome del brazo con su mano libre—Sukuna-Sama está atendiendo negocios importantes, no le gustará en absoluto que te pongas a armar escándalo.

Me dejé arrastrar sin objeción, sin embargo Uraume tuvo que detenerse cuando de la misma puerta de donde salió antes salían otros dos hombres y uno de ellos la llamaba.

—¡Hey! No traigas té que me voy.

Uraume se detuvo, yo me di la vuelta y los vi, a Sukuna y otro hombre de pelo blanco el cual supuse era el político.

Uraume:—Está bien señor, me retiro.

¿?:—¿Y ella quien es? ¿Otra empleada?

Sukuna:—Eso no es de tu incumbencia y si ya dijiste que lo tenías que decir puedes marcharte, Gojo.

Gojo:—Jaja, no seas tan frío hombre, ¿Qué hay con tu comportamiento de repente? Parecieras molesto tan pronto como  posé mis ojos en la joven.

Gojo caminó unos pasos hacia donde estaba con Uraume, se paró en frente y se acercó casi besándome, tuve que echarme un poquito para atrás por la gran impresión.

Gojo:—¿Eres...su amante?

(...):—¿Ah?

Sukuna:—Es mi mujer.

Gojo:—¡Oh! ¿En serio? ¡El gran Ryomen Sukuna encontró el amor!

Sukuna:—Yo no lo llamaría así, y ya márchate que me estás importunando.

Gojo lo miró con aires de burlas infantiles y yo, desde abajo con el poco valor que me quedaba saqué unas palabras:

—No soy su mujer...yo...no quiero estar aquí...

Gojo:—¿Hm? ¿Dijiste algo? No te escucho.

Sukuna:—¡Ya lárgate!

Y se tuvo que ir, sonriéndole a Sukuna y mirándolo en burla, jamás pensé que alguien en este mundo podría irritarlo tanto como aquel. El arrogante y todopoderoso Sukuna parecía desagradarle el de pelo blanco pero al mismo tiempo le daba su reconocimiento quizás porque era influyente.

Tan pronto como Gojo se marchó   Uraume empezó a disculparse como esclava con Sukuna, el antes mencionado me arrastró nuevamente a la habitación tirándome a la cama sin delicadeza.

—¿Y yo qué te dije? ¿Ah?

Su cara se acercó mucho a la mía, su sonrisa se volvió perturbadora y sus ojos tan abiertos anunciaban el peligro.

—Si quieres ser una sucia perra, entonces voy a tratarte como tal.

Lo que hizo a continuación me dejó muy humillada.
Llamó a Uraume la cual le trajo una caja para después dejarnos solos, una vez solos se puso de frente a la cama mirándome al tiempo que abría la caja.

Casada con el diablo (Ryomen Sukuna X Lectora) (+21) Where stories live. Discover now