LA SIRENA

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Se cuenta que hace mucho tiempo vivía, a las afueras de la ciudad, un joven pastor llamado Carlos. En su modesta casa tenía todo lo que se podía desear; un gran ganado de ovejas, corderos, vacas y perdices que custodiaba junto con su fiel compañero, un perro de avanzada edad al que llamaba bala.

Tenía ya todo lo que cualquier pastor podría desear, un gran rebaño, una casa en la que refugiarse del frio invierno, grandes áreas de plantación gracias a la fertilidad que tenían las tierras en la que vivía, pues al lado de ellas había un extenso rio de aguas tranquilas.

Pese a todo lo que tenía le faltaba algo vital para una persona. Todavía no encontraba a una persona que le completase, tal vez fue porque le dedicaba mucho tiempo a su ganado.

Se dice que una noche después de meter a su ganado en el establo, el pastor decidió prender una hoguera, en medio del campo, para contemplar la belleza de las estrellas, inalcanzables para él. Fue entonces cuando de pronto vio pasar una estrella fugaz que en una décima de segundo sr precipitó al suelo a poca distancia del cauce del rio que atravesaba sus tierras.

En un acto de curiosidad salió corriendo del lugar donde se encontraba en dirección a la luz, pues supuso que provenía de la estrella caída. Cuando llegó encontró un cráter al lado del cauce del rio que desviaba el agua haciéndola precipitarse en él.
Del el fondo provenía una intensa luz. Al poco rato emergió de las aguas una mujer de una belleza inimaginable, tenía el pelo castaño, los ojos de un azul intenso y la piel brillante, pero una décima de segundo después volvió a sumergirse en las aguas desapareciendo en la oscuridad de las mismas.

Carlos no daba crédito a lo que había visto. Volvió al día siguiente después de alimentar al ganado mas no lo paseó como siempre.
Se quedó esperando varias horas hasta la puesta de sol, pero la mujer no volvió a aparecer, se quedó dormido al lado del cráter hasta el siguiente amanecer.

Tras los primeros rayos de sol Carlos se despertó con los ojos puestos en el cráter, fue entonces, cuando vio a la mujer de la noche antepasada, tan hermosa como la primera vez.

Ella también lo estaba observando con mucha curiosidad, a veces le tocaba la frente y otras veces la oreja. Cuando se dio cuenta de que estaba despierto rápidamente intentó sumergirse pero Carlos fue aún más rápido, y en un acto, como cuando no quieres perder algo muy importante, se aferró a su mano muy decidido. Ella hacía todo lo posible para meterse en el agua, tanta fue su fuerza que arrastró a Carlos hasta el fondo del cráter.

Era realmente profundo, se adentraban más y más y Carlos seguía aferrado a su mano, cuando Carlos perdió el aliento la soltó y se llevó las dos manos a la boca, trató de bucear pero el agua parecía muy pesada, tanto que por mucho que lo intentaba no conseguía nada. La mujer ya se había perdido en la oscuridad.
Al cabo de varios intentos más Carlos perdió la esperanza por completo y cerró los ojos aceptando así su destino. En su mente ya se habían empezado a proyectar varios recuerdos en los que aparecía la imagen de la mujer, en cada recuerdo, desde su adolescencia hasta ese momento, ella siempre aparecía, como si se conocieran desde siempre. Fue durante esos últimos instantes cuando notó cómo alguien le cogía la mano, abrió los ojos y era ella. Tenía branquias a cada lado de la cabeza, y una aleta enorme al final de su cola de pez, eso explicaba cómo fue capaz de tirar de él hasta el fondo de estas aguas.

Por mucho que se alegrase de tenerla tan cerca Carlos estaba a punto de perder el conocimiento por la falta de aire, en ese mismo instante, como si le leyera la mente y se diera cuenta de su necesidad de aire, ella se acercó a él y lo besó haciéndole pasar aire con ese beso que duró hasta que emergieron los dos pero Carlos no quería soltarla.

Pasaron varios minutos mirándose fijamente en un silencio absoluto, cuando ella lo rompió diciendo:
– ¿Qué quieres de mí? – le preguntó la sirena.

- Quiero que aceptes mi amor, y en consecuencia volverte a ver mañana.

– Pero eso no puede ser, ¿cómo podrías enamorarte de algo así? No me conoces de nada, además ¿Cómo nos verá la gente? Esto es imposible  – le dijo mientras levantaba la cola mostrándosela.

- No espero que me entiendas pero es como si te conociera de toda la vida, además me basta con ser solo yo quien te vea todos los días a mi lado…

Ella no respondió, y mientras volvía a sumergirse Carlos le dijo que si aceptaba quería verla mañana al anochecer, después la soltó.

Antes del anochecer Carlos ya estaba al lado del cráter, ya anochecía y ella aún no había aparecido, ya al anochecer completamente Carlos perdió toda esperanza de que ella se presentara.  Recogió la manta que había traído para hacerla compañía desde la orilla, con el corazón roto Carlos comenzó a dirigirse a su humilde casa cuando de repente ella emergió del agua.

- Creo que es a mí a quien has venido a hacer compañía.

– Has venido – dijo Carlos con cara de asombro.

Pasaron horas hablando, y sonriendo de buena gana. Carlos le contó cómo era su mundo, y ella le contó cómo era el suyo, de dónde venía y porqué había llegado aquí, pero él no entendió mucho.

- Dime ¿por qué pasarte tantas horas con algo que ni siquiera entiendes? - preguntó ella.

- Cierra los ojos y responderé a esa pregunta - dijo Carlos.

La besó y, mientras lo hacía, puso la palma de su mano sobre su costado izquierdo, pero no notó ningún latido. Ella se dio cuenta, cogió la mano de Carlos y la puso sobre su costado derecho y fue en ese momento cuando Carlos comenzó a notar sus latidos.

Ella se separó de él y miró hacia otra parte.
- ¿Qué tienes? ¿Te he incomodado?

Ella no dijo nada, se limitó únicamente a acercarse a él y besarle de forma intensa, y mientras se besaban un intenso brillo brotó de las piernas de Carlos, él reaccionó  tirando de ella a la superficie, el brillo de sus piernas desapareció y fue la cola de la sirena la que comenzó a brillar de forma intensa.

Al cabo de dos minutos, tiempo que duró el beso, la cola de la sirena se transformó en un par de piernas ambas funcionales.

No sé a ciencia cierta de dónde provenía la sirena, ni cómo Carlos supo que tirando de ella a la superficie, mientras se besaban, haría que su cola se transformase en un par de piernas. Lo único que sé es que ambos vivieron felices y comieron perdices literalmente.

CARLOS ENCONTRÓ A SU ESTRELLA CAIDA DEL CIELO ¿TIENES TÚ UNA?

LA SIRENA.Where stories live. Discover now