Capítulo 3: El pastor que le dió esperanza al pueblo

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La escena era impactante, como si el tiempo se hubiera detenido en ese preciso instante de caos y violencia. El agua derramada formaba pequeños charcos que reflejaban la luz tenue del lugar, creando destellos fugaces que parecían bailar en medio de las sombras. Los fragmentos de cristal, dispersos por doquier, eran testigos mudos de lo sucedido.

Pero lo más perturbador era la presencia de la sangre, esparcida como pinceladas rojas sobre el pulcro piso. Cada mancha era un recordatorio tangible de la violencia y el peligro que había acechado en ese espacio. Las gotas de sangre parecían contar una historia macabra, narrando la lucha entre la serpiente y su presa, con cada salpicadura revelando momentos de dolor y sufrimiento.

En medio de ese escenario desolador surgían preguntas sin respuesta. ¿Qué había llevado a la serpiente a atacar de manera tan repentina y feroz? El misterio envolvía aquel lugar como una neblina espesa, invitando a especular sobre los eventos que habían ocurrido.

- ¡Ay! ¡Que dolor! - exclamó Savannah mientras el paramédico retiraba con destreza los fragmentos de vidrio de su pie con unas pinzas.

- Aún quedan algunos fragmentos en la herida, por favor, manténgase quieta - solicitó el paramédico.

- ¿No debería ser un doctor quien realice esto en un hospital? - preguntó ella, agarrando el hombro del paramédico para encontrar apoyo y aliviar un poco el dolor, aunque él también sentía las uñas clavándose en su piel. Savannah tenía agarre firme.

- Soy un paramédico certificado, te aseguro que se lo que estoy haciendo - aseguró el paramédico.

Savannah se encontraba en un dilema, ya que mientras el policía investigaba en su casa y se llevaba la evidencia, incluyendo la canasta, las rosas y el cuerpo del animal, ella tenía que recibir atención médica en una ambulancia estacionada afuera de su casa en lugar de ser trasladada a un hospital. ¿La razón? La herida no era demasiado grave y podía ser tratada, desinfectada y vendada en el lugar por un paramédico certificado.

Savannah no pudo contener otro grito cuando bañaron su herida con alcohol. Algunos vecinos reprimían alguna que otra risa inquieta por mantener la seriedad del momento.

- Ya está listo - dijo el paramédico al terminar de enrollar el último vendaje.

- Por fin - Savannah bajó de la ambulancia sin pisar por completo el suelo con su pie lastimado - Gracias - sonrió, lo cual sorprendió al paramédico. Por la actitud inicial de la pelirroja no esperaba que fuera de las que agradecen, aunque por lo visto se equivocó.

Luego de que el paramédico se fuera de su lado, Savannah se fijó que su padre hablaba con uno de los oficiales que habían llegado a la escena, por lo que se acercó moviéndose tan rápido como podía - ¿Lograron encontrar algo? - preguntó esperando que supieran quien dejó la canasta letal en su puerta.

- Lamento decirlo, pero quien te la haya dejado fue muy cuidadoso de no dejar rastros. Aun así nuestros peritos forenses siguen buscando - respondió el oficial.

- Vaya, que servicio tan eficiente - Savannah marcó su sarcasmo.

- No hagas eso - la regañó su padre. Ella rodó los ojos.

- Tuviste suerte de que la serpiente no te mordiera - el oficial miró a la pelirroja – Uno de nuestros especialistas examinó la especie y...

- ¿Y? - Savannah estaba ansiosa.

- Era una Taipán, conocida por ser una de las serpientes más peligrosas del mundo - aclaró.

- Eso no tiene sentido, aún con su veneno la Taipán no es una serpiente violenta, todo lo contrario, le huyen a los humanos y ese animal se arrastraba con vehemencia hacia mi hija - aclaró Jonathan.

MACABRO #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora