1.El Reloj

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Una noche, el reloj de la cocina dejó de funcionar.

Recuerdo que pensé 'Por fin', al mismo tiempo en el que me preocupé por el aparato infernal que no me dejaba conciliar el sueño con tranquilidad. Así que me levanté, o caí, o floté, o volé, o lo que sea que haya hecho, hasta la cocina.

Efectivamente, el reloj había dejado de funcionar, pero con él el tiempo y la gravedad, la energía, el mundo. ¿Qué sucedía? El tiempo se había terminado, literalmente, y no lograba llegar a las pilas, ni mucho menos al reloj, porque estaba flotando, cayendo, volando, levantándome, o lo que sea que estaba haciendo para llegar hasta la cocina.

Lloré, grité, reí y volví a llorar, porque no entendía que había sucedido. Las paredes dejaron de agrietarse, las plantas de crecer, el agua de la fuente de correr, y por poco, yo de respirar. Entonces, me levanté, caí, floté, volé, o lo que sea que haya hecho hasta mi habitación.

Abrí los ojos.

Esa noche, era de día, y el reloj de la cocina seguía funcionando. 

AntologíaWhere stories live. Discover now