capítulo 9

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Cierro los ojos al contacto con su mano y empiezo a notar todos sus sentimientos de golpe, me falta el aire, mi corazón parece romperse en demasiados pedazos, esta siendo muy duro, muy extremo, no lo soporto y le suelto la mano.
Mientras la estoy soltando, caigo del borde de la cama, de rodillas al suelo sin dejar de sollozar, lo observo con detenimiento mientras que mis lágrimas no cesan, lloro y lloro sin descanso, trago saliva, noto un nudo en mi garganta que no me deja acoger aire entre mis pulmones, me siento hecha una mierda, ha sido mucho peor que mis padres.

Le veo que sigue rascándose la mano en la que yo le había tocado, notando seguramente ese cosquilleo, no puedo creer que esté de ese modo, he sentido todo su dolor y es demasiado para aguantarlo.
Intento incorporarme sin mucho éxito, me pesa el cuerpo, como si todo lo que he llegado hacer en estos días me estuviera pasando factura ahora, como su hubiese estado días sin dormir, sin descansar, evidentemente eso es de él, es su estado anímico y físico; ¿ cómo narices se aguanta de pié?
¿ cómo consigue siquiera abrir sus ojos?

Logro apoyar un pie al suelo y me levanto con cuidado, noto el temblor en mis pantorrillas, mis manos también tiemblan sin cesar, consigo sentarme de nuevo al borde de la cama e intento recomponerme.
Pasan varios minutos hasta que por fin consigo que los temblores paren un poco. No puedo dejar de observarlo, cojo aire y me acerco un poco a él para acariciar su mejilla brevemente, solo con pasar mis dedos vuelvo a sentir levemente ese dolor, pero me da igual, necesito que me sienta, aunque sea solo en un cosquilleo.

Le hablo, aunque no va a escucharme, no sabe que estoy aquí, pero tengo que hablarle. — por favor, respira, intenta superarlo.  — le digo entre sollozos.
— ojalá pudieras oírme, ojalá pudiera yo hacer algo. — sigue con la mirada hacia el techo, toqueteando mi nombre con su otra mano, me llama la atención el como lo hace, no deja de acariciar cada letra, no se deja ni un solo milímetro de ella. — me gustaría poder decirte que estoy bien y poder reñirte de verdad, me gustaría poder estar aquí y convencerte de que no vayas a esa academia — cojo aire y me quedo en silencio. Empiezo a observar su habitación, es patético que solo haya entrado ahora en ella, nunca lo había hecho en vida, lo estoy haciendo estando muerta y eso me avergüenza. Me fijo en que por desgracia para mi, le gustan las mismas cosas que yo, y digo desgracia porque estando viva nunca me di cuenta de ello. Me percato que le gusta el mismo tipo de música, el heavy metal, el rock, pop rock... Me levanto y voy hacia los estantes para ver sus libros y discos que tiene, me cago en mi puta muerte, ¡ tiene los mismos discos que yo! Joder, le gusta la música de los 80's, para mi y por lo visto también para él, la mejor época. Observo sus libros, le gustan los mismos que a mi también, los de suspense, ahora veo otra clase de libros, en esta ocasión enciclopedias de todo tipo, parece que estemos cortados por la misma rama, somos prácticamente idénticos, si yo no hubiese sido una gilipollas habríamos estado muy unidos en vida, y ahora me arrepiento más que nunca por no haber estado de ese modo con él. — ya veo que lo nuestro hubiera sido increíble si en vez de tener tanto miedo me hubiese dejado llevar. — acaricio la tapa de uno de sus libros, me llama la atención uno en concreto, lo cojo y leo la tapa, es uno de la saga pesadillas, me encantaban estos libros, justamente este era mi favorito.

— ¡ joder!

Parpadeo y giro la cabeza hacia él; ¿ por qué grita?
Ladeo la cabeza al darme cuenta que me está mirando, pero no directamente a mi, sino al libro.
Alterno mi mirada hacia ambos, estoy con los ojos agrandados, dejo caer el libro al suelo y su mirada le sigue, me quedo en shock.
¡ me cago en la puta!

— mierda, ¿puedo coger cosas ? Nadie me cuenta nada. — digo para mi misma en voz alta.

Con cautela, lo veo dar unos pasos hacia mi, se acuclilla lentamente y coge el libro con ceño fruncido y lo observa. Luego eleva la vista y mira hacia los lados.

EL TREN DE LOS MUERTOS Where stories live. Discover now