observando personas

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Husk bebía su cuarta lata de cerveza en la cocina, Niffty se mordía las uñas de una mano con ansiedad y Alastor... Alastor estaba sentado alrededor de la mesa de ese cuarto junto a los dos, cruzado de brazos y enterrando su rostro entre estos. La felicidad de tener a Anthony allí se había esfumado luego de que el moreno escuchara la historia completa por parte de Husk. Todos los cabos sueltos se unieron y todo tuvo demasiado sentido. Alastor incluso le contó a Husk lo terrible que la pasó Anthony luego del día del rechazo y todo lo que le costó volverse a poner en pie. No había nadie que se sintiera bien en esa incómoda situación, todo se había vuelto un desastre irremediable. Y nadie sabía cómo proceder.

¡¿Cómo no me lo dijiste?! Carajo, me quiero morir.

Husk habló histérico y nervioso debido al estrés y a causa de lo culpable que se sentía por haber dañado de una forma tan profunda a Anthony. Nunca fue su intención, nada de lo que pasaba fue adrede. Si él tomó una distancia prudente del rubio fue por su bien. El amor no se trataba de complacer a alguien por lástima, en su momento no podía hacerle esa clase de daño a Anthony. Sería un completo hijo de puta si lo usaba.

Husk no odiaba a Anthony. De hecho, lo apreciaba. Aprendió a verlo como un amigo y también se sintió adolorido al forzarce a romper esa amistad. Pero, por supuesto, el rubio solo debía odiarlo. Jamás podría ser capaz de ver su punto de vista.

¡¿Cómo iba a saber?! Esto es tan incómodo.

Alastor se enderezó para gritarle de la misma forma, se tomó la cabeza entre sus manos y solo se estresó más. Nadie dijo más nada. Niffty solo suspiró igual de agobiada que sus dos compañeros. Al final, todo estaba saliendo mal. Se suponía que recuperar su hogar no haría más que traer alegría y alivio. Pero estaba sucediendo exactamente lo contrario.

Anthony, por su parte, estaba sentado en los escalones de madera de la entrada de su nuevo hogar. Miraba a Fat Nuggets escarbar y regodearse en la tierra del patio delantero, correr de un lado a otro con entusiasmo y luego arrojarse en el pasto para revolcarse y sentir la autentica felicidad de poder estar sobre una superficie natural. El vecindario se veía tranquilo y los vecinos parecían ser del tipo callado, el cielo estaba despejado y el día sería maravilloso si no fuera por todo lo que estaba pasando.

El rubio suspiró y entrecerró sus ojos con agotamiento, apoyó sus mejillas entre sus manos y descansó sus codos en sus rodillas. Todo era una puta mierda, debió saber que las cosas no podrían ser perfectas porque cada vez que él llegaba a algo lugar, había problemas. Estaba jodido por su mala suerte general.

De cualquier forma, sonrió algo enternecido al ver a Fat Nuggets ser tan feliz en ese pequeño patio delantero. Él era el único que estaba disfrutando de verdad esa casa.

Te gusta mucho el césped, ¿Verdad, pequeño? Te ves tranquilo en este patio.

Pensó con una sonrisa triste por lo mal dueño que había sido todo ese tiempo. Fat Nuggets era un cerdo y los cerdos amaban el exterior, no estaban hechos realmente para ser domésticos. Al principio, compró a Nuggets para no sentirse solo, casi de forma terapéutica. Pero era un dueño incompetente e irresponsable, Anthony no se podía cuidar ni a si mismo. Amaba a su pequeño como si fuera su hijo, pero debía reconocer que no era un buen padre.

Empezar a hacer las cosas bien significaba que al menos debía brindarle un buen hogar. No podía permitirse seguir siendo un total incompetente, no quería seguir perjudicando la felicidad de un pequeño ser tan inocente. Anthony no podía irse de esa casa, eso era huir y no enfrentar el problema. Pensó en Alastor, pensó en su mascota y en todo lo que amaba. Se llenó de determinación al tomar esa decisión.

Teen Idle 『  RadioDust  』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora