Te doy mi palabra y algo más

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Lucio se acercó hasta el lugar en donde estaba aquel lobezno, por la densidad de la maleza no se podía distinguir totalmente. Con cuidado y mucha cautela se fue aproximando hasta ver al pequeño animal enroscado, se veía descuidado y delgado, estaba herido. Parecía que su manada lo había dado por muerto, ya que las señas de lucha eran evidentes en su pelaje maltratado.

Su primer pensamiento fue que el joven había sido atacado por la manada enemiga, así que con fuertes aullidos mostró su ubicación a los demás miembros, quienes presurosos llegaron rodeando al joven lobo herido.

Transformándose tomó al animal en brazos, este volteó a verle con cansancio, el hocico lo traía roto, al igual que la negra nariz, sus orejas lastimadas y el pelaje sucio.

-Hay que llevarlo al médico, avisa al hospital y diles que es un Lycan. -El hombre parado a un lado de Lucio obedeció rápidamente, mientras el beta y los demás miembros se abrían paso a través del bosque hasta llegar a los vehículos, una vez ahí Lucio habló al pequeño lobo, -te vamos a llevar al hospital, solo necesito que recuperes tu forma humana para que sea más fácil el atenderte.

El pequeño lobo abrió los ojos y miró aquellos ojos dorados que lo estudiaban con inteligencia, un suave suspiró y el animal se contorsionó.

Lucio vio a un hermoso y pequeño muchacho mal herido de no más de diecisiete años, el cual quedó inconsciente.

En el hospital mientras el joven era atendido, Lucio decidió llamar a su alfa y darle los pormenores.

Era poco lo que Lucio podía aportar, pues desconocía quién podría ser aquel chiquillo, así que acordó con su líder el reunirse, pero primero debería estar seguro de que la vida del muchacho no corriera peligro.

Lucio despidió a los demás miembros de la manada, quienes obedientes se retiraron.

El fornido beta se acomodó en una de las sillas en la sala de espera, dormitando por momentos, pues sabía que sería una jornada larga.

Cerca de tres horas después el médico de guardia salió a dar informes sobre el estado de salud del herido.

Lucio de inmediato se levantó pasando la mano tosca en su rostro cansado, y peinando con la otra su alborotado y corto cabello rubio, -Señor Lucio Santillán, buenas noches, -el médico extendió la mano para saludar a Lucio quien educadamente respondió, -venga vamos a sentarnos.

El médico señaló la fila de sillas azules en donde hacía unos minutos Lucio dormitaba, -soy el doctor Novelo, -Lucio estaba impaciente, quería saltarse todo el maldito protocolo pero sabía que no era lo educado sobre todo siendo el él beta, el representante de su alfa, -mucho gusto doctor Novelo, -el joven y apuesto médico sonrió con reconocimiento, -mire el muchacho ahora está estable, por fortuna solo tiene golpes y cortes pequeños y no tiene fracturas, sólo que desconocemos su nombre o edad, ya que ahora está sedado.

Lucio asintió, -comprendo doctor, la verdad quisiera ayudarle, pero por desgracia lo encontramos muy mal herido y no pudo aportarnos algún dato. No sabemos quién es o de dónde viene, -entiendo -dijo el médico, -en este caso habrá que esperar, pero es muy seguro que de no presentar algún otro malestar el muchacho estaría siendo dado de alta en dos días.

Lucio entró en el pequeño cuarto donde inconsciente descansaba el muchacho.

Con cuidado acercó una silla y se acomodó para poder acompañarlo y pasar la noche a lado del desconocido.

Al observar bien, Lucio notó lo bonito de sus rasgos. Era masculino y apuesto. pequeño de tamaño, pero Lucio había notado al revisarlo cuando lo encontró, que el chico poseía un cuerpo delgado, frágil pero tonificado, entonces eso hablaba de trabajo rudo. Sus manos, aunque pequeñas eran callosas y su cuerpo estaba bronceado por el sol.

Mi Querido AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora