Capítulo Uno: Sujeto De Prueba

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⎯ ¿Lo dices en serio?

Kaeya había quedado congelado por primera vez ante la palabras de alguien, a pesar de que siempre solía ser al revés.

Y si, aunque fuera difícil de creer, el Jefe Alquimista estaba parado frente a él con un semblante muy serio, en la puerta de su propia casa. Y traía con él esa cara seria que tanto le enloquecía, es decir, ¿Cómo le proponía algo tan indecente sin titubear? Era simplemente impresionante.
Albedo, le había propuesto beber nada más ni nada menos que un afrodisíaco como parte de un proyecto científico; había mencionado que era parte de algo de las plantas pero esa parte no lo escuchó porque estaba demasiado aturdido por la situación. Rozaba lo inapropiado.

⎯ No estoy bromeando, Sir Kaeya. Entiendo totalmente su sorpresa e inquietud, pero usted es la única persona que puede ayudarme. Sería poco ético pedirle esto a algún superior o compañero de trabajo, y siendo honesto no creo que nadie acepte. - Albedo bajó la mirada, algo decepcionado- Sé que usted es alguien con experiencia, así que por esa razón acudí a esto. -Albedo levantó la cabeza y le miró fijamente - Además tengo una recompensa preparada, ¿Acepta o no?

Kaeya dudó. Realmente lo hizo.

⎯ Está bien.

Albedo asintió y empezó a buscar algo en un maletín que había traído mientras se adentraba a la casa después de que Kaeya le había dejado entrar.
Kaeya se removió en el sofá incómodo mientras veía a Albedo preparar el brebaje. Se veía muy... Especial. Era de un color rojo brillante y juraba que podía ver pequeños corazones salir de esa cosa. Ayudar a Albedo en este experimento iba a ser toda una experiencia, y aunque estaba emocionado, su corazón no paraba de palpitar en nerviosismo.
Cuando el rubio le extendió la poción, el se congeló de nuevo. Miró a los ojos a Albedo, que le miraba tan profundamente que sentía que le devoraba. Con las manos temblorosas, tomó la poción y lo bebió completamente. Sabía extrañamente bien. Era dulce y picante.

⎯ Apenas empiece el efecto quiero que me digas todo lo que sientas, temperatura corporal, pulso acelerado o si experimentas algún tipo de malestar. Por lo que asumí el efecto va escalando poco a poco... -Kaeya asintió y esperó pacientemente algún tipo de reacción

Después de unos minutos en los que Albedo buscó su cuaderno de notas, notó como el calor comenzaba a invadir su cuerpo . ⎯ Hace mucho calor...

Albedo garabateaba en una hoja, pero el capitán no se daba cuenta ya que su vista se encontraba baja, mirando sus pantalones. Albedo no tardó en seguir dónde se dirigían sus ojos.

⎯ Y-Yo... -tragó- Bueno, ya lo ves.

Albedo dejó escapar una risita, que puso nervioso a Kaeya. -No te rías, esto es serio.

⎯  Si, discúlpeme. -Albedo sonrojado miró a sus garabatos nuevamente y Kaeya suspiró algo frustrado- Bueno, ¿Te duele algo?

⎯  Me siento algo apretado...

Había perdido la vergüenza a este punto.

⎯  Oh ya veo, si quieres puedes quitarte la ropa. Debes tratar de fijarte si sientes algún picazón o sarpullido.

Kaeya se asustó un poco por lo que le dijo el alquimista, pero asintió y se desabrochó el pelaje para luego deshacerse de su camisa blanca, dejando su fornido pecho al aire libre. El suspiró algo liberado.

⎯  ¿Puedo medir tu ritmo cardíaco?

Alberich se cubrió la cara con las manos, sentía su cuerpo arder, como si nadara en un lago de lava.

⎯  Si...

Albedo sacó un aparato y se sentó cerca suyo para luego colocarlo en su pecho, se sintió frío, y no pudo evitar soltar un quejido muy sonoro.

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⏰ Last updated: Feb 18, 2023 ⏰

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