CAPÍTULO 9

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Fue esa noche, una de las tantas que Thor pasó en sus recámaras, regalándole el calor de su cuerpo al dormir, que Loki decidió que era suficiente. Tenía que acabarlo todo, y tenía que hacerlo pronto si quería quedar en buenos términos con su hermano.

Dos meses habían pasado demasiado rápido, y se acerba el día de partir de su gran amigo Fjolner. Loki podría decir, objetivamente, que no había razón para quejarse porque habían aprovechado bastante ese tiempo; habían sido prácticamente inseparables todos los días. Desde las mañanas que pasaban estudiando, hasta las tardes de caminatas por el jardín, la familiaridad que Loki había alcanzado con Fjolner se acercaba un poco, sólo un poco, a la tranquilidad que sentía en presencia de su hermano. Sí, durante lo que sea que tenía con Thor había sufrido bastante en silencio, en gran parte por sus tontas ilusiones, pero en los momentos donde más lo agobiaba la ansiedad no encontraba mejor medicina que los latidos del corazón de Thor, justo en su oído, cuando éste lo abrazaba fuertemente contra su pecho, acariciando su cabello, besando su frente una y otra vez. El contacto físico con Fjolner era bastante reducido, pero la calidez de su voz le daba una paz equivalente al sonido de la respiración lenta, pausada y tenue que exhalaba Thor cuando dormía a su lado.

—Te extrañaré terriblemente, Loki —dijo Fjolner esa tarde mientras caminaban por los jardines del palacio, recorriendo todos los días caminos diferentes, casi interminables—. Desde la primera carta supe que tendríamos una conexión muy especial.

Loki sonrió enternecido, mirándolo brevemente.

—Lo mismo digo; Asgard se sentirá vacía para mí con tu ausencia —dijo Loki, soltando una risa discreta después—. Y no sólo lo digo por todos tus regalos —Ante eso Fjolner soltó una carcajada, contagiando a Loki a reírse con más estruendo—. Y que quede claro que los he disfrutado enormemente, pero quiero que sepas que conocerte ha sido el mayor regalo de todos.

Entonces Fjolner se detuvo, colocándose frente a Loki, mirándolo con sus ojos grises, una calidez en ellos que Loki no había visto antes, recorriéndole todo el cuerpo en un agradable cosquilleo. El ocaso los rodeaba, y Fjolner tomó una mano de Loki entre las suyas, dándole un discreto beso.

—Estos dos meses han sido los más especiales de mi vida, y todo se debe a ti —dijo Fjolner, acariciando la mano de Loki—. Eres... eres tan inteligente, divertido y dulce —Loki rió abiertamente ante el último comentario, y Fjolner sonrió con amplitud—. Eres muy dulce, Loki, con quien se gana ese lado tuyo, y quiero creer que yo me lo he ganado.

—Te has convertido en uno de mis más grandes amigos, definitivamente el más cuerdo, ser amable es lo menos que puedo ofrecerte ante una amistad tan pura —dijo Loki, y Fjolner bajó la vista, sonriendo tímidamente, aún sin soltar su mano.

—Quería pedirte, antes de irme, que... —En ese instante hizo una pausa, alzando sus ojos para mirar directamente a Loki de nuevo, besando su mano antes de liberarla de su tacto— Quería pedirte que, cuando llegue la hora de tu viaje, elijas mi reino como último destino, y así puedas pasar el mayor tiempo posible entre mi gente. Te enamorarás de Vanaheim, te lo prometo.

—No lo pongo en duda —respondió Loki asintiendo, agradecido por la invitación—. Será un verdadero honor y un absoluto placer pasar unos meses en Vanaheim.

—Está decidido entonces —dijo Fjolner, colocándose nuevamente al lado de Loki, tomando su mano otra vez para colgarla de su antebrazo, escoltándolo bajo el resto de luz solar que quedaba en esa, una de las caminatas más largas que habían hecho por los jardines—. Ahora, si mal no recuerdo, creo que ibas a llevarme a conocer las orquídeas de la reina.

—Ah, pero por supuesto —exclamó Loki, disfrutando de la calidez de Fjolner mientras lo guiaba por uno de los tantos caminos del jardín.

*

Siempre, siempreWhere stories live. Discover now