ventidue

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Hoseok quería que Jinhwa le dejara de molestar, pero el alfa parecía no querer rendirse en su torpe coqueteo acosador que ya le estaba cansando

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Hoseok quería que Jinhwa le dejara de molestar, pero el alfa parecía no querer rendirse en su torpe coqueteo acosador que ya le estaba cansando.

―Detente, por favor ―le pidió, tratando de que su voz fuera suave, dulce, como el tono de esos omegas perfectos que veía en televisión y que nunca podría ser.

Pero Jinhwa daba miedo cuando se enojaba, y si Hoseok le rechazaba de forma grosera, el alfa no iba a dudar en golpearlo.

Y Hoseok no quería que esa noche quedara arruinada, porque era la fiesta de Seungri, quería relajarse un poco y olvidar todas las cosas que tenía que estudiar para el colegio. Ese maldito, jodido colegio en el que sólo sacaba notas deficientes como al resto de compañeros omegas que tenía.

―Vamos, vamos Hoseok ―dijo Jinhwa, su sonrisa desapareciendo―, deja que te folle y te dejaré en paz. Esta noche hueles muy bien.

El alfa lo agarró de la muñeca, pero Hoseok tiró de ella. Sin embargo, el chico se negó a soltarlo, la expresión divertida en su rostro desapareciendo.

Hoseok estaba algo mareado, la música retumbando en sus oídos, su estómago revolviéndose, como si fuera a vomitar. Sus piernas temblaron.

Jinhwa alcanzó a agarrarlo, acercando su cuerpo, y se estremeció cuando el alfa olisqueó su cuello.

―Oh ―susurró el alfa con expresión de alegría―. ¿Estás en celo?

Hoseok no pudo responder, sólo gimió, desorientado, perdido, queriendo correr pero sin que su cuerpo respondiera.

Escalofríos le recorrieron cuando Jinhwa tiró de él, llevándolo por el pasillo con rapidez, su lengua lamiendo en su cuello.

―No ―dijo débilmente―, no, no...

Pero el alfa no hizo caso. Su omega estaba entrando en celo repentino porque olvidó tomar sus supresores los últimos días, así que su cuerpo soltaba feromonas rápidamente, todo en él mareado, confundido, necesitado.

Aunque seguía siendo consciente de lo que ocurría: Jinhwa lo llevó a un cuarto, encerrándolo, tirándolo sobre la cama. Trató de empujarlo fuera, de quitárselo, pero su cuerpo no respondía bien: sudaba, temblaba, se sacudía. Y Jinhwa lo estaba aprovechando demasiado bien, sosteniéndolo de las manos, frotándose contra él para descontrolarlo más.

Hoseok sentía desprecio por su omega: debido a él, los chicos alfas no querían jugar a su lado a los trece años. Gracias a él, le metieron a un colegio de omegas donde aprendió cosas que no le interesaban y ahora estaba fracasando en la preparatoria mixta.

Y ahora, por su omega, estaba siendo violentado.

―No ―insistió, pero la lengua del alfa no se detenía, y comenzó a llorar tanto por el dolor en su entrepierna como por la situación―, por... por favor, no...

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