Con Li en casa

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Por andar de fisgona en las habitaciones me llevé un tremendo susto. No es que yo quisiera ser intrusa, pero la conversación con Eriol me abrió muchas interrogantes acerca de Li y como la señora Kaho ya no se mostrara tan abierta conmigo, cambié mi foco de interés por unos álbumes familiares que encontré en una habitación llena de vestidos y trajes tan antiguos como la China.

Encima de una mesa se encontraban muchos retratos de hombres vestidos con ropa de guerra y portando armas de época, con sus nombres al pie del dibujo. Ahí me fijé que no eran fotografías sino dibujos y cada una tenía varias copias, de manera que se repetía el motivo muchas veces. Algunos de los señores parecían de esos personajes del museo con su pelo muy largo y sus bigotes que daban risa.

Cogí al descuido un retrato que me hizo quedar helada, era Li estaba segura, pero la foto no tenía nombre. No sé por qué tomé la imagen y la guardé entre mis ropas llevada por un impulso. Entonces, me invadió el pánico y me apuré en abandonar esta habitación, salí al pasillo haciendo el mismo camino que había trazado.

Entré por una puerta que juro era la misma que me llevaba hacia el ala de los dormitorios, pero entonces me topé de frente con un inmenso león!. Intenté controlarme pero mi grito surgió aún con toda la vergüenza de sentirme descubierta. Llegaron corriendo los guardias, pero cuando vieron la situación sólo me sacaron del cuarto con cuidado y la señora Kaho me explicó con amabilidad que ese León se llamaba Kerberos y vivía en el castillo, había sido un regalo para el joven Li cuando era pequeño así que habían crecido juntos. Era totalmente manso, dormía todo el día y sólo se levantaba a comer, hacía mucho que ya no quería salir del castillo y a veces se le veía dando vueltas por los pasillos buscando la cocina.

Me sentía tan humillada que ese día no quería ver a nadie y acepté gustosa la invitación de Eriol a su casa con la pequeña Mai. Después de almuerzo nos vino a buscar en un bonito coche tirado por caballos que él mismo conducía.

Salimos a caminar por los alrededores de su mansión, tenía una vista espectacular a unos montes nevados y si eras arriesgado y subías a unas colinas podías divisar una abadía de monjes budistas y escuchar sus cánticos.

Tuvimos una tarde tranquila sin preguntas incómodas, sólo yo le quise comentar mi anécdota con el gran Kerberos porque pensé que le haría gracia, y así fue porque rió de buena gana.

-"Sakura, tú naciste en abril el mes de los cerezos en flor, y ya celebraste con tus amigos".

-"¿Cómo lo sabes? - le pregunté asustada intentando no delatarme.

-"Porque lo veo en tu aura. Eres una persona confiable y compasiva, te importan mucho los sentimientos de los demás, lo que te ha traído algunos sufrimientos".

-"¿Tú sabes por qué estoy aquí?"- le solté de sopetón ya que si sabía tanto de mí, no valía la pena seguir fingiendo, además... qué diablos! Confiaba en él. Y él me había descubierto.

-"No del todo, pero sé que las casualidades no existen, sólo lo inevitable".

-"¿Le dirás a Li?...¿ acerca de lo que sabes? ..."

-"Claro que no, me perdería toda la diversión..." – lo dijo con una sonrisa abierta mostrando toda su hermosa dentadura – "será nuestro secreto sólo hasta que tú lo decidas".

-"No creo que eso llegue a pasar"- le dije con sinceridad- "ustedes son muy diferentes y jamás podría decirle la verdad. Si supieras cómo nos conocimos lo entenderías".

-"Cuéntame... ". –

Eriol nos fue a dejar cuando anochecía, la pequeña Mai se había quedado dormida en mis brazos y sonreía en su sueño. Por alguna razón saber que era feliz en sus sueños me reconfortaba. Hoy habíamos ingresado al estanque lleno de peces y yo me resbalé y quedé toda mojada, ella se había asustado mucho y la oí gritar antes de empezar a llorar.

-"Te agradezco mucho que me hayas ofrecido tu amistad en estos momentos en que estoy sola y tan lejos de mi hogar. En serio te lo agradezco".

-"Cuando veas que mi trato hacia ti cambia, no te asustes".

-"Qué quieres decir... "

-"¿Tuviste la oportunidad de leer la Bella y la Bestia?"

-"No, sólo he visto la película "– sí, me dio vergüenza pero era la verdad- "una película es..."

-"Te lo pasaré cuando vaya mañana a verlos. Cuando lo hayas terminado quizás no necesite explicarte."

Ya era muy tarde cuando llegamos a casa. Los guardias nos abrieron el pórtico y la entrada principal, subimos con la pequeña Mai hasta su dormitorio, encendimos un fuego para entibiar su fría habitación y la dejamos abrazada a su muñeca que usaba unas ropas muy llamativas.

Entonces acompañé a Eriol a la puerta de salida para agradecerle, inesperadamente tomó mi mano y la besó... Me quedé helada y sentía que me hervía el rostro. El me miraba con sus ojos llenos de risa, pensé que se burlaba de mi expresión, pero levantando el rostro habló como para sí mismo y dijo –"cuidado con lo que infieres."

-"He tenido una tarde muy agradable, yo soy quien te agradece."- y salió por la puerta como si nada.

Me quedé anclada en mi lugar un rato porque pensaba en lo que acababa de pasar, y mientras más lo pensaba menos lo entendía.

Al día siguiente me arranqué otra vez al patio de armas, me había quedado con ganas de practicar tiro al arco, desde esa vez que me interrumpió Eriol.

Fallé en el primer tiro pero porque no estaba centrada, luego me concentré mejor, me puse en buena posición y tiré acertando en el blanco cinco veces seguidas. Pero inesperadamente esto me trajo malos recuerdos ya que se me vino a la memoria mi pasado con Tsukishiro y se me llenaron los ojos de lágrimas, creía tenerlo controlado pero ahí estaba otra vez como una tonta colegiala llorando por una pena de amor.

Dejé el arco y las flechas, abandoné rápidamente el lugar con los ojos aún nublados, me dirigí a las caballerizas para que nadie me viera llorar. Entré apurada y choqué de frente con un hombre alto que iba saliendo, me desestabilicé y por poco caigo al piso pero él rápidamente me sujetó, lo miré para agradecerle y mi pulso se aceleró, era mi captor el señor dueño de casa.

-"Lo lamento, no me fijé... discúlpeme".- yo sentía que tenía un letrero en la frente indicándole mis emociones.

Él no dijo nada. Sólo un saludo de buen día inclinando ligeramente su rostro. Me quedé viéndolo caminar de vuelta hacia el recinto interior. "Es muy guapo... pero está casado, dijo mi cerebro."

Cuando entré a la cocina estaban preparando un pan delicioso, los olores me embriagaban y aunque la señora Kaho me había advertido que no entrara a la cocina porque mi ropa iría luego con olor a comida, yo bajaba para preguntar a las cocineras algunas recetas que me habían parecido deliciosas. Después me cambiaba el vestido antes de bajar a los salones.

Ese día cuando llegué a mi habitación, busqué el vestido del día anterior y recordé que se había embarrado cuando caí al agua, pero tenía el azul con dorado que llevaba el día anterior, me lo puse y bajé al comedor.

La pequeña Mai me esperaba y corrió a abrazarme, tomó mi mano y me pidió que la siguiera porque me quería mostrar algo. Me llevó con apuro hacia la biblioteca donde se encontraba su padre revisando unos documentos.

-"Papi, papi, papi!, te quiero presentar a una amiga. Es la señorita Sakura!"- Decía alegremente la pequeña. El padre a pesar de estar ocupado no se molestó por la intromisión, sino que se levantó y se dirigió educadamente hacia mí con su rostro muy serio.

-"Soy Li Shaoran, padre de Maylin. Mucho gusto."- Con una leve inclinación.

-"Sakura Kinomoto, señor."- El volvió a sus notas y yo le di mi mano a la pequeña y la llevé al comedor.

Almorzamos solas, la señora Mizuki, Mai y yo.

Puedes quedarte el Tiempo que quieras...Where stories live. Discover now