Dos mundos separados.

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|| La canción es muy importante, recomendable escuchar/leer al final de este capítulo, interpretenla como de Gustabo hacía Horacio.
Es esta canción la que inspiró la historia. <3

Eran casi las 3 de la madrugada cuando estaba de vuelta en ese callejón en el que lo habían dejado la primera vez, solo que está vez había regresado con la muerte de alguien más.

Se sintió vacío y fue tan rudo ver cómo August se iba, que no se limitó y lloro incluso cuando los hombres que lo llevaban le amenazaron para que dejara de hacerlo.

Se quedó un rato sentado ahí, sin quitarse la bolsa de la cabeza o hacer algún movimiento, solo pensando en lo que Adam era capaz de hacer.
Si él había matado a sangre fría a una persona que trabaja para él y lo hacía bien ¿Qué podía hacer con Katie o Jeanist?

Su plan inicial era rescatar de alguna forma (con el inminente peligro de muerte) a August y juntos huir con todos, había sido un sueño basta grande.
Luego de pasar ese día junto a tres de las personas que más quería, quiso asegurar la felicidad de ellos, ir a hablar con Adam y tratar de llegar a un acuerdo fue una idea que le salió de la nada para tratar de terminar todo por la paz, imaginando que quizá Adam se tentaria el corazón y lo dejaría irse.

Aún así seguía habiendo peligro de muerte, estaba atado de manos y no solo de forma literal.

Esta vez había un tercer plan, que le dolería de una forma increíble pero que a su parecer era lo mejor que podía hacer.
Se quitó la bolsa, con cuidado camino hasta el vigilante y le pidió unas hojas y un bolígrafo, subió tranquilo no tenía mucha prisa por llegar hasta el departamento.

Arriba estaba Horacio aún en el baño, pero ahora con pequeñas heridas en los nudillos producidas por su intento desesperado por abrir la puerta.
Estaba asustado y más molesto que nunca, pero también estaba preocupado, solo pensaba ¿Qué pasaba para qué Gustabo lo encerrara? ¿Todo estaba tan mal?

Cuando terminó, Gustabo guardo el bolígrafo dentro de uno de los cajones en la cocina y luego camino hasta el baño, se recargo en la puerta y resbaló poco a poco hasta quedarse sentado en el piso.

— Horacio...— dijo suavemente, esperando no obtener respuesta.

— ¡¿Gustabo?!

Suspiro y trato de pensar correctamente lo que diría.

— Perdón por haberte dejado ahí.

— ¿Puedes abrir ya?

— No, aún no, por favor confía en que estoy haciendo esto por ti bien.

— ¿Pero que pasa? ¿Por qué no puedo salir? — ahora Horacio resbaló por el otro lado de la puerta, hasta el piso, mientras dejaba que sus lágrimas corrieran por su rostro.

— ¿Recuerdas aquella vez en que tú mamá tuvo una especie de crisis y te encerré en el baño mientras intentaba calmarla?

— Si...

— Bueno, ahora estoy intentando calmar otras cosas, pero prometo que todo va a estar bien.

— ¿Por qué no puedes decirme lo que pasa?

— Ya te lo diré, solo déjame arreglarlo.
Te amo.

— También te amo.

Gustabo se levantó y le pidió al vigilante un nuevo favor, el préstamo de su vehículo.
El hombre acepto sin más, para evitar problemas, Gustabo condujo hasta la casa de Horacio.

Una vez ahí tardo un rato en bajar del auto, no estaba seguro de que pasaría, pero finalmente lo hizo y cuando la puerta fue abierta vio frente a sus ojos a una mujer totalmente demacrada, en pijama.

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