Tu triste mirada.

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Noé suspiró con pesadez, ser el nuevo rey era realmente difícil. Ya habían mandado a decapitar a gran parte de la población humana por atentar contra su pueblo. Ahora el pelo blanco entendía por qué el rey Valte era así. Solamente siendo así podía tener el control. Noé siempre estaba ocupado, tenía que manejar todo en su reino. El pelo blanco inició a cuestionarse un sin fin de cosas ¿De verdad quería ser rey? Aunque claro, ya no había marcha atrás.

Vanitas suspiró con pesadez, desde hace algunos meses, él era alguna clase de prisionero. No lo dejaban salir de su habitación y, el rey ya no venía y tampoco le enviaba regalos cómo acostumbraba. El ojos azules estaba preocupado ¿Su majestad estaba enojado con él? ¿Tal vez descubrió que, era alguna clase de espía? Vanitas jugaba con unas piedras preciosas. Desde hace tiempo esperaba la respuesta de su padre para salir de ahí, pero nada. Parecía que, su padre se había olvidado de su existencia.

De pronto, abrieron la puerta de un portazo. Vanitas estaba feliz; creyó que era el rey Noé. Pero grande fue su sorpresa al ver que, era una vampira pelirroja. La chica sonrió, para después jalarlo del cabello. Aunque Vanitas trató de poner resistencia, ella lo inmovilizó para después, acercarlo hacia la ventana que tenía en su habitación. Vanitas se quedó boca abierta al ver a una gran multitud en el jardín del Castillo, aunque claro, lo más sorprendente fue ver a su padre en medio de ellos a punto de ser decapitado. El ojos azules no sabía que ocurría ¿Se habían enterado de que él era un espía?

—¡Suéltame! —gritó el chico, mientras sentía cómo esa mujer  apretaba su agarre — ¡Exijo hablar con el rey! —gritó, mientras la mujer soltó una carcajada.

—No me digas ¿Y que le dirás? El rey dió la estricta regla de ejecutar al líder de los humanos por el crímen de homicidio de vampiros —añadió —. Así que, disfruta del espectáculo —sonrió. Vanitas sentía una punzada en el corazón ¿Noé había ordenado eso? En todo el tiempo que estuvo con Noé, Vanitas jamás creyó que, sería capaz de realizar algo así, era impropio de él.

El pelo negro sintió cómo si una parte de él se hubiera roto al ver cómo su padre era asesinado. Esto no podía estar pasando, debía ser un sueño. La chica de inmediato lo arrojó al suelo al ver que, el espectáculo había acabado. Vanitas sentía unas ganas tremendas de llorar, su única familia ya no estaba. La chica rió, para después decir que, el rey lo vendría a ver en un rato; cosa que, preocupó bastante a Vanitas. Vanitas sabía que, algo malo había pasado para que esto ocurriera ¿Dónde quedó la paz entre humanos y vampiros?

Vanitas sabía que sí, Noé le había hecho eso a su padre, a él le haría algo peor. Vanitas siguió llorando. Cuándo en eso, la puerta se abrió. El ojos azules no levantó la vista y, sólo se limitó a arrodillarse. Noé lo vió fijamente, desde hace tiempo, el pelo blanco ya no era el mismo, se había contaminado del veneno del rey Valte. Noé vió con el ceño fruncido a Vanitas. El pelo blanco no podía creer que, ese chico al que admiró su belleza había resultado ser un maldito espía. Noé en cierta forma se sentía traicionado y, en la otra todavía se preocupaba por él, a fin de cuentas era su obra de arte.

—¡Levanta la cabeza! —exclamó con enojo, Vanitas de inmediato obedeció, el ojos azules sabía que, había sido descubierto y por tal razón, no esperaba tener el mismo trato que Noé había tenido con él antes. Noé de inmediato le ofreció la mano cómo indicaba la tradición. Vanitas acató y la besó. Aunque Vanitas tenía ganas de llorar y de reclamarle el porque había matado a su padre, se limitó a callar — ¿Disfrutaste del espectáculo? —cuestionó cómo si nada, cómo si fuera una cosa sin importancia. Vanitas abrió los ojos cómo platos y, las mismas ganas de llorar aparecieron —. No te preocupes —añadió al acariciar la cabeza del ojos azules —. Tú tienes un diferente destino —sonrió.

Vanitas sentía miedo, Noé no parecía el mismo, parecía distinto. Aunque a Noé le dolía ver a su obra de arte llorar, no podía consolarlo; sus súbditos creerían que, se arrepentía de su decisión. Noé sólo se limitó a tomar la mano de Vanitas. Vanitas se levantó con lágrimas en los ojos, aún no superaba la muerte de su padre. Noé besó por primera vez sus labios. Vanitas se limitó a cerrar los ojos, extrañaba cuando Noé era cariñoso y lo trataba con respeto y gentileza. Noé lentamente fue deslizando sus manos hasta llegar a la cintura del más bajo de estatura.

Noé quería hacer sentir especial a su concubino pero, no superaba la traición. Vanitas agachó la cabeza, se sentía tan avergonzado y triste. Vanitas no quería esto, le asustaba esta parte de Noé pero, él lo traicionó. Noé lentamente le retiró las prendas al más bajo de estatura. Vanitas sólo se limitó a agachar la cabeza, solamente pedía que, Noé fuera gentil con él. Noé odiaba esa mirada triste en el rostro de su bella flor pero, Vanitas tenía que saber que con él nadie juega.

Ser un espía era un delito grave y, eso no tenía perdón, la sentencia era la muerte, pero Noé jamás le haría eso a su pequeño. Pero eso tampoco significaba que no tendría un castigo. El pelo negro sintió cómo Noé besaba su cuello con suavidad, mientras lo acercaba a él. Vanitas sentía un cosquilleo con cada roce. Noé ansiaba con todo su ser tomar a su obra de arte, pero trataba de no ser brusco con él; no lo quería lastimar. Vanitas soltaba uno que otro gemido de satisfacción. Aunque el ojos azules lo quisiera negar, le había encantado su tacto.

Noé cargó a Vanitas para después, posicionarlo sobre su cama. Noé amaba cada parte del cuerpo de Vanitas. El ojos azules era tan frágil y tan hermoso cómo había imaginado, y lo mejor de todo es que, esa bella criatura era solamente suya.  Vanitas no despegaba la mirada del chupa sangre, aunque estaba asustado, no podía evitar verlo con el mismo sentimiento de antes. Ambos se habían extrañado y, se necesitaban. Noé terminó de desvestirse, para después, posicionarse sobre su obra de arte.

Besos lentos, cada caricia que recibía Vanitas era un cosquilleo. Sentir las manos de Noé recorrer su cuerpo le transmitía una sensación increíble y encantadora. Noé sonrió al ver que su pequeño lo disfrutaba. Noé acariciaba y besaba cada parte de su cuerpo. El más alto siempre quiso tener a su obra de arte en esta posición pero, por miedo a lastimarlo no se había atrevido. Vanitas sólo se limitaba a soltar pequeños gemidos y jadeos en lo que, Noé recorría su cuerpo.

—Eres hermoso —susurró, mientras se posicionaba en medio de las piernas de Vanitas. El ojos azules sentía sus mejillas arder, esto era tan vergonzoso.

Después de una sesión de caricias el peli-blanco se despegó de su pequeño. Aunque le hubiera encantado estar así por más tiempo, tenía asuntos que atender,  oficialmente Vanitas era uno de sus concubinos. Vanitas se había quedado profundamente dormido. El ojos morados solamente besó la frente de su obra de arte. No importaba lo que su reina le hubiera dicho sobre asesinar a su obra de arte, Noé no lo haría. En todo el tiempo que estuvo interactuando con él, se había encariñado.  Así que, sin importar lo que le dijera su reina, Vanitas seguiría con vida sin importar que.

Vanitas entre abrió los ojos para ver cómo su majestad se retiraba de su habitación. Vanitas no sabía sí esto era algo bueno o no. Aunque el pelo negro tenía algo claro; ya no había forma de salir del castillo. Su padre, su única familia había muerto, así que, él ya no tenía a donde ir. Ya no había motivos para irse del Castillo. Ahora su único camino era ser parte del harem del rey Noé. 

El azul de tus ojos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora