11.

806 141 3
                                    

—¿Sabes qué? No lo soporto, quédate con tu maldita cita elegante —Doyoung salió del lugar después de aventar la servilleta a la mesa. No quería que Johnny lo viera como un príncipe con el que tenía la obligación de casarse, quería que lo viera como un interés romántico.

No quería citas a lugares lujosos, quería salir a algún lugar de comida rápida en su auto, ver las estrellas a las afueras de la ciudad y hacer algún picnic en su patio sin importar si su ropa se ensucia o no.

—Doyoung —Johnny tomó la mano del pelinegro antes de que este saliera del lugar. —Está lloviendo, te vas a enfermar si te mojas.

—La forma en la que me tratas es lo que me enferma —Doyoung se soltó y salió del restaurante comprobando por si mismo que era cierto, estaba lloviendo a cántaros. En menos de veinte segundos ya se encontraba empapado pero su orgullo no le iba a permitir regresar con Johnny.

—Deja de ser así —la voz del castaño detrás de él le hizo pegar un pequeño grito. Johnny simplemente lo observó a los ojos, su respiración estaba agitada probablemente de todo lo que había corrido para alcanzarlo ya que Doyoung tenía la costumbre de caminar muy rápido cuando se enojaba. —No te entiendo, me quieres, no me quieres, me odias o no...

—Te quiero —admitió Doyoung. —Pero no me gusta que te comportes formal conmigo, me hace creer que soy una persona más que no importa, que estás cansado de tener que convivir conmigo porque mi actitud puede llegar a ser muy agotadora para las personas que me rodean y que tal vez te están obligando a que vengas a fingir que quieres intentarlo de nuevo cuando se te nota que...

Doyoung quería seguir hablando pero los labios de Johnny contra los suyos se encargaron de cerrarle la boca en menos de un segundo. Mentiría si no dijera que sintió de todo mientras sus labios se movían a un ritmo lento y Johnny lo sostenía como si no quisiera soltarlo nunca más, era mágico y a la vez asfixiante, como si ambos lo hubieran estado necesitando desde hace tiempo.

—Perdón —murmuró Johnny después de separarse dejando un pequeño beso en los labios del pelinegro que se negaba a abrir los ojos. —No quería hacerte sentir así, en mi cabeza sonaba a que era buena idea.

—Pues no lo fue, idiota —dijo Doyoung animándose por fin a abrir sus ojos encontrándose con el rostro de Johnny completamente sonrojado. —Ugh, te odio.

—También te odio —Johnny comenzó a reír. —¿Empezamos de nuevo? Sin formalidad, solo tú y yo en mi auto comiendo una hamburguesa.

—Eso me gusta —Doyoung sonrió ampliamente haciendo que el corazón de Johnny casi tuviera un ataque ahí mismo.

¿A quién podían engañar? Ambos estaban locos el uno por el otro pero se hacían del rogar.

Cinderella ¡! JohnDoWhere stories live. Discover now