Capítulo 11

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El viento desordenaba mi cabello y me hacia sentir inseguro por mis alas inexpertas, odiaba ser el último de la familia, el débil, odiaba nuestras estúpidas tradiciones, odiaba no poder interferir en la vida de los humanos, no ser un humano, odiab...

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El viento desordenaba mi cabello y me hacia sentir inseguro por mis alas inexpertas, odiaba ser el último de la familia, el débil, odiaba nuestras estúpidas tradiciones, odiaba no poder interferir en la vida de los humanos, no ser un humano, odiaba no poder enamorarme realmente, por nuestra estúpida tradición, leyes que no podíamos acercarnos a ellos, odio el hecho que debemos obedecer a nuestros padres, seguir nuestro linaje, nuestra tradición apesar que incluiamos a casi niños para que sigan nuestras reglas.

Mi mirada fue más inconsciente, me olvide a donde me dirigía, sentí que alguien me llamaba, como un canto de una sirena, innotisante, incapaz de controlar mis alas y mis pensamientos me dirigía a ese canto, tal vez un susurro, un sueño, una meta o una pesadilla que no podía despertar, un canto peligroso.

—En la punta de la palma vi posar,
Al pajarito que llamabas Alhelí
Besito en la frente con sabor a mar
Antes de zarpar del muelle de San Luis.
Bailando entre las olas te encontré
Y me dejé
Llevar por la corriente,
Tu corriente.
Tus ojos devolviéndome la fe
Tan claro fue
Toda una vida no era suficiente.
Nos sumergimos pa' mirar
Nos prometimos no intentar
Huirle a la profundidad
Y por eso yo...
Te espero
Silente
Si hay que ser, seré paciente
Si es que a nuestra orilla un día vuelves.
El cielo
Presiente
Que tendré que ser valiente
Si el mar se enamora y de repente
Bailando entre sus olas te dejó.
La noche se avecina sin piedad
Cruel ansiedad
El viento da señales de tu ausencia
Retumba la marea en mi interior
Y me pide perdón
Su furia no logró evitar tal consecuencia
Nos sumergimos pa' mirar
Nos prometimos no olvidar
Lo cierto de la eternidad
Y por eso yo...
Te espero
Silente
Si hay que ser, seré paciente
Si es que a nuestra orilla un día vuelves
El cielo
Presiente, ay
Que tendré que ser valiente
Si el mar se enamora y de repente
Bailando entre sus olas te dejó.
Uhhh ohhh
Uhh Ohhh lai lei lai
Uhhh ohhh
Lai lai leí
En la punta de la palma vi posar,
Al pajarito que llamabas Alhelí
Silba pajarito para recordar
El último beso que le di a Joaquín.

Ian no creía que al no cumplir nuestro destino, seguir nuestras reglas, nuestro linaje, no pasaría nada, no causaría consecuencias, por mi parte creía que se venía  como avalancha de muchísimos problemas.

«Regresa en este instante Nadir Isidro Miller» Pensó Ian.

«Oh, vamos Ian no fastidies, quiero saber de quien esa voz» Pensé.

Su casa de dos pisos, sencilla, amplía, bonita, el atardecer hacia que se viera como una mansión; Ella estaba ahí, en pijama  con unos estúpidos dibujos de pijama, se veía frustrada, enojada y al mismo tiempo se decía a si misma que no lo valía.

—Abigail Grace Jhonson Pierce —susurre

—Quien lo diría

—Te sientes mal por el hecho de que te rechazo por quien realmente eres

—¡mamá!

Empece a escuchar las escaleras y apareció su madre en la puerta, me oculte porque tendría problemas tanto con su familia como la mía.

—¿Sabes donde está mi teléfono?

—No cariño

—No lo encuentro

—Te llamó y lo buscamos juntas

«No» Pensé.

Abigail fruncio el ceño y se dio la vuelta hacia la ventana confundida, esquife su mirada rápidamente.

—Aby. ¿cariño que pasa?

—Creí escuchar algo

—Entonces...

—No Beck, no creo que lo encuentre esta en vibrador

—Grace, se te olvido de nuevo quitarle el vibrador a tu teléfono después de clase

—Mi error

«Aparte de irme con un desconocido» Pensó Abigail.

—Bueno mi amor, ojalá lo encuentres saldré con tu padre, comporta te. ¿Bien?

—de acuerdo

Abigail seguía buscando su celular, su habitación estaba de color celeste, fotos de ella, su mejor amiga, su familia pequeña y al parecer un sobrino adorado, mi Daila buscaba desesperada su celular, ya sabía dónde estaba su celular pero me divertía viéndola como se desesperaba por su pequeña chatarra.

—Tienes tu celular debajo de tus narices, Daila mira el escritorio —susurre.

«¿Porque siento que alguien me observaba? » Pensó Abigail.

Miro hacia la ventana confundida.

«Porque lo estoy haciendo mi Daila» pensé.

—¡Que carajos!

LOS MILLERWhere stories live. Discover now