cap. único

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El café amargo puede volverse muy dulce...

La lluvia golpeaba con fuerza la ventana de aquella cafetería oculta entre callejones, pocos sabían de su existencia, tan pocos que los clientes recurrentes se podían contar con los dedos, no obstante seguía siendo un gran lugar para pensar y beber café.

Para Tobirama Senju era un lugar perfecto. El ruido le molestaba de manera, al igual que el exceso de personas, así que esa cafetería era todo lo que necesitaba para escapar de su trabajo y malestares.

Odiaba los niños, los escandalosos y no pensaba casarse nunca. Aún era muy joven para pensar en ciertas cosas y por eso se centraba en su deber. Ganar cosas y crecer en una carrera que su padre quería para él.

Dió un sorbo a su amargo café y observó las mesas vacías a su alrededor. No había nadie más, solo la única mesera que jugaba con su celular trás la barra.

Así que volvió a sumergir sus pensamientos en el mal clima de afuera. 

Otra cosa que odiaba: el sonido de las gotas contra el techo.

- Las flores van a ser muy felices.- Una voz aguda llamó la atención del serio abogado y frente a él, sentado en su mesa, estaba un sonriente chico.- ¡Sí sale el sol podría haber un arcoíris!

La ilusión del jóven solo confundió a Tobirama, ¿y es qué acaso no le dijeron que no hable con extraños? Así que neutralmente respondió al recién llegado.

- No es algo que me interese.

Aún dicho esto, el chico frente a él siguió sonriendo amigablemente, como un niño pequeño queriendo jugar.

Ahora que lo pensaba, parecía un niño en un cuerpo de joven adulto. Su ropa de colores cálidos, coloridos y suaves al mismo tiempo, su rostro irradiaba luz de modo angelical y para ser un hombre tenía rasgos femeninos, ojos pequeños y labios carnosos.

La viva imagen de la belleza y  esplendor.

No obstante, Tobirama mantuvo su rostro serio hacia el encantador muchacho. No quería darle muestra visible de lo lindo que le pareció.

- ¿Como te llamas?- La dulce voz del azabache volvió a resonar en sus oídos, como si cada letra proveniente de esa boca fuera una melodía.

- ...

El albino mantuvo silencio, sin querer seguir hablando con ese encantador ser humano.

- Yo soy Izuna Uchiha.- Sonrió aún más, y posó su mentón entre sus pequeñas y largas manos.-  Me gusta el helado de chocolate y la música clásica.

Algo incómodo, el abogado miró a la mesera tras la barra, quien seguía jugando con el móvil y, probablemente, no se había percatado de la llegada del reciente, hermoso y extraño cliente.

Entonces suspiró resignado:

- Tobirama.- El albino guió su mirada a su acompañante y trato de ser amable.- Tobirama Senju.

- ¿Y qué te gusta?- Siguió Izuna fascinado.- A mí me gustan las flores, los dangos, tocar el pia...

Antes de que pudiera seguir hablando, la mano del más alto ya se estaba moviendo en señal de "detente".

dulce café ؞ tobiizuOnde histórias criam vida. Descubra agora