Capítulo 5 - Movimientos calculados

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Hola holaaaa, no me matéis por la espera... He tenido un bloqueo de escritora terrible durante estos meses. Después de muchos intentos creo que ha quedado un episodio bastante bueno... Ya me diréis en comentarios que pensáis.

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SUS QUIEROOOO <3

AVISO - LO QUE VEAIS ENTRE (*) ES LA MAGNIFICA CONSCIENCIA DE NUESTRA QUERIDA DAFNE.

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La movilidad ya ha vuelto a mis extremidades. Poco a poco voy levantando los brazos mientras siento un pequeño hormigueo en los dedos. Después de más de cuatro intentos de levantar las piernas, acabo levantándome con cierta dificultad y con algún que otro mareo.

Estiro todo el cuerpo haciendo crujir los huesos y empiezo a dar vueltas por las habitaciones. Me paro en frente del baño y abro la puerta con sumo cuidado.

Dentro me encuentro una pequeña ducha con un lavabo pegado a la pared. Me miro en el espejo que hay colgado en la pared. Tengo el pelo desordenado y sucio. El camisón que llevo puesto me viene grande. Suspiro mirando la ropa perfectamente doblada. Me empiezo a desvestir y decido darme una ducha antes de ponerme la ropa. Me siento demasiado sucia.

El vapor me invita a cerrar los ojos y quedarme horas y horas debajo del agua. Pero de golpe escucho un sonido fuerte en la pared que comunica con el baño.

- Date prisa – escucho por encima del agua.

Salgo de la ducha secándome con una toalla. Me visto rápidamente con la ropa que me han dado, ropa interior de deporte, un pantalón negro elástico y una camiseta blanca de tirantes con un logo encima del corazón, me quedo mirando las líneas negras sin saber el significado que hay trazado en él.

Me recojo el pelo mojado en una coleta alta y abro la puerta de la habitación, encontrándome al hombre mayor, del cual aún no sé el nombre.

- Ya era hora, pensaba que acababas con toda el agua del edificio. – se exalta con su acento marcado.

- Perdona señor... - digo esperando a que acabe su nombre.

- Caruso, llámame por mi apellido. – se da la vuelta. – sígueme.

Salimos de la habitación a un largo pasillo blanco lleno de puertas exactamente iguales a la que tenía la habitación donde estaba encerrada. Lo único que hay de diferente es que en cada una de ellas hay un cartel pequeño metálico con lo que parecen ser apellidos. Llegamos a un ascensor. Caruso aprieta el botón haciendo que se abran las puertas. No sé durante cuánto tiempo estamos en el ascensor, pero todo se hace un silencio incómodo.

Me quedo mirándome los pies. No me han dado nada con que calzarme y el suelo frío bajo mis pies lo agradecen y más siendo verano.

- Ahora cuando lleguemos abajo te darán el calzado correcto para las pruebas que te tenemos que hacer. Como no sabíamos tu número no te lo hemos subido con la ropa.

Cuando se abren las puertas del ascensor aparece a mi vista una sala enorme llena de máquinas de hacer ejercicio. En medio de la estancia veo lo que parece ser un cuadrilátero de boxeo. A los lados veo sacos colgados de unas vigas.

Las paredes son blancas con puertas y ventanas que dan a lo que parecen ser despachos. Hay partes del suelo que están con una colchoneta de color negro, y en otras se ve el suelo del mismo color.

- Dov'è tua sorella?

Levanto la vista de las paredes para intentar entender a quién van dirigidas esas palabras.

Arte en VidaWhere stories live. Discover now