Tercera Parte

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Natasha se negó a dormir el resto de la noche después de sus pesadillas, no quería arriesgarse a lastimar a María, pero dejó que ella durmiera y simplemente se mantuvo quieta mientras su mente seguía trabajando pensando en todo.

El reloj con números rojos estuvo al alcance de la vista de la rusa en todo momento durante toda la madrugada, por lo que le fue imposible no mirar el avance de las horas cada minuto que pasaba.

Si la variante de ella que vivía en esa Torre no era muy diferente, entonces la espía estaba segura de que la alarma no tardaría más de media ahora en sonar, aunque solo sea una preocupación porque siempre terminaba por despertar por sí misma unos minutos antes.

La idea de escabullirse del agarre de María pasó por la mente de Romanoff justo un segundo antes de que la pelinegra se cansara de estar en la misma posición por demasiado tiempo y se diera media vuelta mientras todavía dormía.

Aprovechando el oportuno golpe de suerte, la pelirroja se levantó de la cama y se dirigió al armario para cambiarse con un conjunto deportivo como si fuera a entrenar, aunque sabía que no habría entrenamiento ese día ya que estaba segura de que Hill no dejaría pasar más tiempo sin un chequeo médico después de que Beyonder entrara a su mente porque, a pesar de lo que ella dijera, seguía actuando como si fuera la jefa de todos.

María no era una persona con el sueño pesado, en realidad tenía el suelo bastante ligero, pero Natasha podía ser un fantasma en más de un sentido cuando quería, por lo que no tuvo problemas en salir de la habitación sin ser vista por nadie.

La rusa trató de poner un poco de orden en su cabello haciendo algunas trenzas no del todo ordenadas mientras el elevador la llevaba al piso con la cocina, comedor y sala común del edificio.

Caminar como si estuviera en una misión de vida o muerte era un mal hábito que iba y venía en la espía cuando había tenido una mala noche debido a sus pesadillas, era algo inconsciente y sólo lo notaba cuando alguien gritaba al verla porque los había sorprendido.

Si Romanoff hubiese tenido que apostar por alguien para encontrarse en la cocina a esa hora, descartando a María ya que la había visto dormir antes de salir de su habitación, hubiera dicho que Steve, Bucky y tal vez Carol, Sam o Rhodey por su pasado militar, pero quizá el último nombre en su lista sería Loki; no, el último en definitiva sería Tony, aunque el Dios del Engaño seguía siendo una sorpresa para ella.

Laufeyson estaba teniendo problemas con la cafetera de alta tecnología de Stark, su expresión entre concentración y fastidio le recordó a Natasha que Thor hacia la misma mueca al principio, cuando empezaron a vivir en la Torre.

La pelirroja sonrió ligeramente ante la imagen, seguía sin confiar en Loki porque sabía que no les estaba diciendo toda la verdad, si es que sus habilidades no se habían oxidado y en verdad estaba creyendo las mentiras del asgardiano.

Quizá era el Dios del Engaño quien se estaba volviendo lento porque saltó ligeramente cuando la rusa se paró a su lado y comenzó a presionar los botones correctos en la cafetera sin decir nada o siquiera mirarlo.

—Lo hiciste de nuevo —comentó Laufeyson, ganándose una mirada interrogante por parte de la espía—. Muy pocas personas logran sorprenderme así y tú ya lo hiciste dos veces.

—Es parte de lo que hago —respondió Romanoff mientras terminaba de configurar correctamente la cafetera—, es uno de los requisitos para el trabajo.

Loki se quedó en silencio por unos segundos mientras miraba a la pelirroja y parecía estar debatiendo algo internamente con él mismo—. Sobre esa conversación que tuvimos... —mencionó después de dar un paso atrás y aclararse la garganta.

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