Capítulo 5

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Me desperté sobresaltada. 

Estaba en la camilla de la enfermería, justo donde... me había quedado dormida la noche anterior. Genial.

No me sorprendí cuando giré la cabeza y me di cuenta de que la camilla donde debería de estar el capitán descansando estaba vacía y, esto sí me sorprendió, la encontré totalmente limpia y recogida, como si nadie nunca hubiera estado ahí.

Me levanté de un salto. No sé cuánto tiempo pasé durmiendo, pero una sensación de impotencia y enfado porque Levi se me había escapado me recorrió todo el cuerpo. Recogí mis cosas y me fui hacia mi habitación. Hitch estaba a punto de irse a desayunar, así que nos fuimos juntas hacia el comedor. En nuestra mesa de siempre nos esperaban Connie y Sasha, devorando su comida.

-¿Qué tal la noche en la enfermería? -Me preguntó Hitch.

-Bien, afortunadamente no acudió nadie en toda la noche. -Mentí.

Estuvimos charlando y desayunando alegremente. Después de ello, dije que no contaran conmigo para jugar a las cartas porque estaba hecha polvo de no haber dormido nada (mentira) y me escabullí hasta mi habitación. La verdad era que no me apetecía jugar porque Connie se enfada mucho cuando pierde y yo siempre le gano.

Justo cuando me tumbé en la cama, llamaron a la puerta de la habitación. Jean apareció de pronto, apoyándose en el marco de la puerta.

-¿Cómo está mi chica favorita?

Sonreí. Me levanté de la cama y fui corriendo a abrazarle, él me agarró de la cintura con fuerza.

Hace un par de meses, en la fiesta de bienvenida a los nuevos reclutas, Jean y yo sin conocernos previamente de nada nos colamos en los almacenes a robar un par de botellas de vino. Sumando las que ya nos habíamos bebido anteriormente cada uno por su cuenta, nos emborrachamos tanto que no podíamos ni sostenernos de pie. Nos besamos escondiéndonos en cada rincón donde pensábamos que no nos veía nadie y ya no recuerdo nada más, sólo que al día siguiente desperté junto a él en su cama y me cayó un buen castigo, pero me atrevería a decir que mereció la pena.

Jean era muy atractivo, él lo sabía y todas las chicas de la legión lo sabíamos también. Era extrovertido, detallista, cariñoso y con él nunca faltaban las risas, era cuestión de tiempo que alguno de los dos sedujera al otro. Tampoco es que hubiera otra cosa más interesante que hacer durante el tiempo libre, aparte de besuquearte con los soldados, pero para mí, Jean era muy, muy especial. Cada vez que iba a visitar a su madre me traía un ramo de flores de su jardín y una cesta llena de comida, incluso me daba la que le correspondía a él. Cuando venía a visitarme a mi habitación y no me encontraba, se recorría todo el cuartel hasta dar conmigo, una vez incluso fingió hacerse daño en un entrenamiento para tener una excusa y venir a verme a la enfermería. Yo no estaba lista para enamorarme de nadie, pero supongo que con Jean fue lo más cercano a estarlo, o al menos esa era la sensación que me daba.

-¿Qué tal la noche en la enfermería? ¿te ha estado atormentando algún fantasma de madrugada? -Me preguntó, sin soltarme.

-Bien, ya sabes...como siempre. No había fantasmas en la enfermería, pero, ahora que lo dices, sí que tengo a uno justo delante de mí.

Se echó a reír mientras me cogía en volandas y me tiraba de espaldas sobre mi cama. Comenzó a hacerme cosquillas por todas partes y yo no dejaba de gritar.

-¡Pues toma ataque fantasmal!

Jean venía a por más, siempre lo hacía. Lo que pasa es que había elegido un momento muy inoportuno, porque él estaba a rebosar de energía y yo solo tenía ganas de tirarme en la cama. Intentaba decirle que parara de hacerme cosquillas, pero la risa no me dejaba hablar y solo podía retorcerme intentando apartarle las manos, pero contra él, siempre terminaba derrotada. Estábamos armando mucho escándalo.

-¿No tenéis nada mejor que hacer? -Dijo de pronto una voz muy conocida, interrumpiendo un beso.

Jean se detuvo al instante y al mismo tiempo dirigimos la vista hacia la puerta, donde se encontraba el capitán Levi, mirándonos con una cara de absoluta desaprobación.

-¡Capitán! Sólo he pasado un momento a saludar a Cass...Cassandra. Le tocaba el turno de noche en la enfermería, sólo quería saber si necesitaba algo...pero ¡ya me marcho! -salió disparado hacia la puerta- ¡Que pase un buen día, capitán! Está tan elegante como siempre, no le robaré ni un segundo más de su tiempo.

-¡Cobarde! Eres un pelota. -Le grité, pero ya había salido huyendo por el pasillo.

Cuando el capitán y yo nos quedamos a solas, vi cómo le cambiaba la expresión del rostro. Parecía...que era una situación con la que ni quería ni esperaba encontrarse. Me levanté de la cama y me acerqué hacia él con la intención de preguntarle cómo se encontraba y comprobar si los puntos de sutura no habían saltado, pero con un movimiento de absoluto desprecio sacó de su bolsillo mi pañuelo del pelo, el cual había utilizado la noche anterior para limpiarle la herida, perfectamente lavado y sin ningún rastro de sangre.

Simplemente me lo tiró al suelo, justo delante de mis pies. 

Se dio la vuelta y se largó. Fui incapaz de decir nada.

No voy a ocultar que aquel gesto de arrojar el pañuelo me había dolido como si me hubieran clavado una daga en el corazón, no tenía ningún motivo para haber actuado de esa forma. Salí al pasillo para ver si seguía allí, pero no había ni rastro ni del capitán ni de Jean. Entré de nuevo en la habitación y me senté en el borde de la cama, con la vista clavada en el pañuelo, que continuaba ahí tirado porque todavía no había tenido el valor para recogerlo del suelo. 

𝐈𝐍𝐃𝐎𝐌𝐀𝐁𝐋𝐄 ·ʟᴇᴠɪ x ᴏᴄ·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora