Prólogo

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Teresa Mattew

Levanto la mirada al agua que cae. Hace días que estoy totalmente triste. Que lo único que crece o es largarme de aquí irme lejos y volver a aquel lugar del cual me fui con tanta prisa. Como era costumbre hoy no traje paraguas. Estaba demasiado concentrada y no llegar tarde para que Arnoldo no volviera a echarme la bronca.

Tengo un año viviendo en Londres. Una ciudad que me ha recibido con los brazos un poco cerrados y las personas no tan amigables como en las novelas que mi hermana leía resultaban ser.

Extraño demasiado a Tatiana ella siempre ha sido mi acompañante desde pequeña la he visto como si fuera mi propia madre.

No puedo decir que la ciudad me ha tratado de pura mierda. Lo real es que He hecho amigos de los cuales no me arrepentiré jamás de tener.

En las noches trabajó como camarera en el bar Notre Dame. Es un lugar bastante concurrido, donde toda clase de personas se reúnen en las noches a ver fútbol y a compartir los pormenores de su día a día. La propina está bien, el salario un poco paupérrimo, pero aún así he disfrutado bastante este año en Londres. Siempre desee salir de Italia. Soy de un pueblo llamado Di Tenno, Un pequeño lugar ubicado en lo más profundo de Italia. Con poquísimas personas que siempre están pendientes de lo que haces y lo que dices, un lugar donde no puedes lograr tus sueños, a menos que estos sean tener un pequeño mercadito en el centro de la comunidad.

Yo siempre he querido más, siempre he sentido que merezco más que eso, aunque mi hermana y mis padres no entendieron mi necesidad de irme lejos de Italia. Desde pequeña tuve clara la situación, no dejaría que la vida me pasase igual que les había pasado a mis padres, vecinos y demás familiares.

Pero aun así, no puedo evitar extrañarlo.

Aun habiendo disfrutado este año alejada de todo lo que me amargaba el corazón y entristecía el alma.

Su recuerdo sigue tan perenne como el primer día en que lo conocí.

Él no sabe lo que le hizo a mi vida, el cambio que le dio a mi existir con tan solo una mirada suya.

Dawson Magghio llegó a mi vida para ponerla en perspectiva. Su hermano gemelo, contrajo matrimonio con mi hermana. Quizás no fue de la manera tradicional, es más, nuestra ciudad estaba sumida en una tradición un poco estúpida y arcaica.

Mi hermana fue ofrecida en matrimonio para pagar la deuda de mi padre. Si, aún estando en pleno siglo 21 había ciudades donde los padres creían que sus hijas eran una posición de la cual podían hacer cuando se vieran con la soga al cuello.

Mi hermana, como siempre, había sido la más responsable para mí. No había sido tan fatal el contraer matrimonio con un hombre joven. Un viudo, sí, pero a fin de cuentas era un hombre que podía darle un mejor futuro a ella y a nuestra familia.

Por suerte mi hermana se llevó de mis consejos y al final tomó la decisión correcta. Contraer matrimonio con el viudo. Aquel que llamaban el sombrío y que era padre de un pequeño bebé huérfano de madre.

Con el pasar de las semanas mi hermana comenzó a desarrollar este amor intenso y real por su marido Darío.

Día tras día me pregunto si habré tomado la decisión correcta al irme de Italia.

¿Habré pensado bien las cosas antes de impulsivamente recoger todas mis ropas y largarme?

En ningún momento pensé en lo que esto podía causarle a mi madre, mucho menos a mi padre.

¿Egoísta?

Era probable que así fuera.

Pero no podía seguir estando en un lugar donde tenía el recuerdo constante de estará de haber sido abusada por mi ex cuñado Lucian.

Por días me sentía como si mi hermana fuera la persona más estúpida del mundo al no darse cuenta con la clase de hombre que estaba a punto contraer matrimonio.

Pero entonces recordaba que aquel que estaba enamorado era como el ciego que no veía absolutamente nada.

Llegado el día en que le confesé lo que ese malnacido había hecho, con mi corazón acelerado, lágrimas en los ojos y con dolor de mi alma al ser yo la que tuvo que arruinar su relación.

Por más que mi hermana me dijera en su momento que no era mi culpa y que Lucian era un desgraciado que se había aprovechado de mi inocencia, por más que él mismo Dwason Me había dicho que no era mi culpa haber estado involucrada con un desgraciado como él. No pude soportar quedarme más viviendo allí. Condenada a tener que verle todos los días, a escuchar sus pasos al pasar frente a mi casa, a saber, que él andaba libre sin pagar por las lágrimas que me había hecho derramar en silencio en la oscuridad de mi habitación.

Solamente una persona que ha sido sometida a cualquier clase de abuso. Podría comprender mi desesperación y deseos de escapar.

Como mi madre había sido sometida a los lineamientos y arcaísmos del pueblo, ella no iba a ser capaz jamás de comprender mi necesidad de irme lejos de todo lo que me recordara a él.

¡Cuánto extrañaba a mi hermana! ¡cuánto extrañaba a mis padres!

En el momento en que puse un pie en el avión, supe que mi vida jamás sería la misma. Y con el pasar de los meses, me acostumbré a estar sola. No me fui con la intención de tener una vida loca y acostarme con cuanto hombre apareciera en mi camino. Todo lo contrario, vine para escapar del único hombre que podía ser capaz de lastimarme realmente, al abrirle mi corazón.

Dawson Se enteró de lo que Lucian me hizo. Él supo que sus manos recorrieron mi piel. Que su boca estuvo en mi cuello. Que su voz me acusó de desear lo que él me estaba haciendo. De no haber sido porque mi hermana llegó en el momento justo cegada por un amor falso y pasajero. Era muy probable que él hubiese cumplido su cometido.

Pero, aun así, aún sin haber cruzado la barrera de mi cuerpo, él me había tocado sin mi consentimiento, su tacto eran mis pesadillas nocturnas.

Justo por eso no podía quedarme, no podía ver la pena y a la vez la iba que iba a estar en los ojos del que en ese entonces era mi novio. No teníamos un apodo como tal, no teníamos un nombre para lo que él y yo estábamos sintiendo. Pero a mí me gustaba así, me gustaba no tener una etiqueta, porque de haberle podido colocar una diría que él es el amor de mi vida.

Pero no podía ver la pena en sus ojos. No podía quedarme a su lado sintiendo que él estaba conmigo por lástima.

Prefiero mil veces estar del otro lado del mundo.

Sola.

Novia AtormentadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora