La señora Opas-Iamkajorn

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-"¿Así que tu eres el nuevo novio de mi bebé?"- cuestionó la mayor mientras vertía una cantidad considerable de té negro en la taza del castaño con una sonrisa de oreja a oreja pintada en sus labios carmín.

Bright asintió en silencio mientras veía de reojo a Win buscando auxilio, pero no logró gran aporte ya que el menor se veía realmente concentrado en cortar las frutas.

Aún no entendía cómo había pasado de acompañar a Win a su casa a casi besarlo, para luego tomarle la mano y consecutivamente presentarse como su novio ante la mamá de este en tan solo un día.

Jamás consideró siquiera la posibilidad de hacer todo eso en un mes

Solo esperaba no arruinar el momento y soltar una bobería porque estaba temblando por dentro como gelatina y si seguía así se haría pipí en sus pantalones.

Porque vamos, nadie está lo suficientemente preparado como para conocer a sus suegros en ningún instante de su vida, y no importaba si no eran novios oficiales o algo concreto por ahora, porque él tenía la certeza de que en algún momento Zeus le regalaría cincuenta kilos de agallas y lo usaría para invitar al menor a una cita romántica bajo la luz de la luna...bueno no tan específico como eso, pero por lo menos valía la pena soñar.

Es por esto que no le dejaba para nada tranquilo estar ante la presencia de la pequeña señora y no tener un diálogo aprendido previo, ni siquiera había escrito frases o palabras de ayuda para sonar culto y bueno para su hijo.

Añadiéndole que ni siquiera era capaz de pronunciar algo prudente sin sonar como un tonto.

Nunca imaginó estar tan nervioso frente a alguien, generalmente era una persona seria que no mostraba sus sentimientos ante los ojos de personas externas a él, pero había algo en la fragante sonrisa de la pelinegra, que le parecía tan vivaz, inquisitivo, curioso y detonante que hacía que sus vellos se erizaran.

Pero dentro de aquellos orbes marrones había cierto brillo cálido y alentador que le hacía sentir aún más confundido de lo que estaba

¿Había dicho cálido?

Sí, pues sentía una cierta aura acogedora que transmitía una calidez sumamente gratificante.

Una calidez tan vívida que solo sentía con su madre.

Y este sentimiento aumentó en cuanto recordó lo que le había dicho la mayor ni bien poso sus ojos sobre los suyos. 

¿Cómo es que sabía su nombre?

¿Acaso la conocía de otro lugar?

¿Por qué se veía tan feliz al principio y luego se vio totalmente confundida?

No entendía nada, y tampoco pretendía saberlo ahora que se encontraba sentado frente a la elegante repisa de ónix oscuro.

-"¿Te gusta el té negro?"- cuestionó nuevamente la pelinegra al ver el agonizante rostro del menor ensimismado en su propio mundo, sin siquiera sacarle la mirada de encima a su hijo.

Como en los viejos tiempos

-"Me encanta, es mi preferido"- admitió regresando su mirada hacia ella avergonzado.

-"Lo sé"

-"¿Disculpe?"

-"¿Me tienes miedo, Bright?"- cuestionó llevándose una de las tazas de té negro a sus labios.

Bright negó rápidamente, se sentó derecho, y soltó un suspiro bajo para transmitirse seguridad así mismo mientras colocaba sus frías manos sobre la pequeña tacita china con grabados florales, con el propósito vano de darse calor con estas, aunque definitivamente preferiría la calidez de los dedos de Win entre los suyos.

Caramelo de limón_BrightwinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora