Capítulo 22.

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Louis se había levantado ese día con un plan en mente, comenzaría a prepararse para lo que pronto se vendría.

Eran oficialmente traidores ante sus familias y sabía que ya catalogados de esa forma jamás los perdonarían, no había forma de retroceder el tiempo.

Uno de ellos debió haber muerto en la final y en vez de eso escaparon juntos porque se querían.

Sí.

Louis quería a Harry, ¿cómo iba a seguir ocultándolo cuando era más que evidente? y haría todo lo necesario para que ambos pudieran mantenerse con vida durante la mayor cantidad de tiempo posible.

Jamás había pasado algo así antes, por lo cual no tenía idea de que era lo que haría, quizás ni siquiera los matarían a sangre fría, lo más probable era que recurrirían a la tortura.

Louis ya podía sentir el dolor en sus muñecas debido a las cuerdas, podía sentir los cortes y moretones sobre su piel, la sangre en su boca y sus ojos entrecerrados debido a la hinchazón, se juraba a sí mismo estar muerto antes que ser atrapado.

Louis hace una mueca, odiaba tener esos pensamientos durante la mañana, mira a su alrededor en busca de Harry y refriega uno de sus ojos mientras caminaba a la cocina.

A penas entra a ella ve al ojiverde mezclando algo en un bowl, llevaba un delantal manchado burdeo amarrado a su cintura y este estaba salpicado con harina, también había un poco de esta en su cabello.

Una sonrisa se formó en los labios del castaño, podía acostumbrarse a tener una vida así, Harry se veía tan hogareño y precioso mientras leía el libro de cocina y seguía añadiéndole ingredientes a la mezcla. 

Su ceño se fruncía de vez en cuando y se preguntaba a sí mismo en voz alta en donde estaban los ingredientes, Louis ríe en voz baja y hubiera deseado tener una cámara para capturar ese momento.

Definitivamente debería comprar alguna.

—Chispas...— la voz del rizado se escucha impaciente y comienza a buscar el último ingrediente en las gavetas de la cocina mientras se quejaba en voz baja— ¿cómo no vamos a tener chispas?

Louis decide hacer presencia y se introduce en la cocina, camina hacia el mueble inferior y abre un cajón, el ruido hace voltear a Harry y este iba a hablar para desearle un buen día, pero se calla cuando una bolsa de chispas de chocolates es puesta sobre sus ojos, una sonrisa se forma en sus labios y la toma con una de sus manos antes de abrazar al ojiazul con su brazo libre.

Le agradeció en voz baja y le dió un beso cálido en la mejilla.

—Espero que queden deliciosas o te las voy a lanzar por la cabeza— Harry gruñe en voz baja ante la broma y se separa de Louis, abre la bolsa de las chispas de chocolates y vierte un puñado sobre la mezcla para luego volver a revolver.

—¿Y quién dijo que eran para ti? Las estoy haciendo para mí— Louis frunce su ceño, él también quería comer galletas.

Se queda pensativo durante un breve momento, ¿debía seguir reteniendo sus impulsos? 

No, ya no.

Se acerca al ojiverde y pasa sus manos por su cintura, de esa forma estaba abrazándole desde atrás, se alza un poco en la punta de sus pies y apoya su mentón en el hombro del rizado.

No podía ver a Harry, por lo cual no tenía idea de la sonrisa que tenía este en su rostro y también el ojiverde agradecía que Louis no había puesto sus manos sobre su pecho porque estaba seguro que bajo de estas podría sentir el latido de su corazón acelerado.

Parecía un adolescente enamorado y quizás lo era.

—Yo también quiero galletas— susurra por lo bajo el castaño y Harry se estremece en su lugar, ríe de forma baja y empuja su cuerpo hacia atrás para que Louis se separara de el.

—Ahí veremos— y el ojiverde llegó a pensar que Louis insistiría más, pero se sorprende cuando este deja un beso en su cuello y se separa de su cuerpo para salir de la cocina, diciéndole a Harry que estaría trabajando en un proyecto importante y que estaría en la sala principal.

El ojiverde comienza a hacer bolas con la masa y luego las mete en el horno, deseando que le quedaran deliciosas porque ya se le hacía agua a la boca ante el antojo de comer galletas.

Lava sus manos y luego se las seca con un paño de cocina, suelta un suspiro y acomoda sus cabellos, cuando ve como la harina cae de este se queda quieto durante de un momento, necesitaba una ducha urgente.

Su mirada se pone sobre las galletas, ¿alcanzaría a tomar una ducha corta? 

Bueno, Louis podía darle una mano respecto a eso, sale de la cocina y pone su mirada sobre el castaño el cual estaba buscando un alicate en la caja de herramientas que pertenecía a la cabaña.

—Iré a ducharme, dale una mirada a las galletas de vez en cuando por favor— Louis asiente sin tomar en cuenta lo que realmente había dicho Harry.

Grave error, porque el ojiverde confió en que Louis lo había escuchado, así que va hacia al baño sin preocuparse realmente de las galletas.

Louis entrecierra sus ojos y pasa los cables por el interior del mango, los une y luego les pone un pequeño tornillo, con eso debería ser suficiente.

Hace una mueca inconforme, no le había gustado del todo, por lo cual toma un respiro y vuelve a desarmarla, quería que se viera prolijo.

Sería un regalo.

Pone su mirada sobre el televisor y decide encenderlo, necesitaba un poco de ruido.

Deja una película de fondo y vuelve a poner su atención en el arma entre sus manos junto a los explosivos, replicaría una de las tantas armas que había hecho junto a su padre.

Ya llevaba mucho tiempo acomodando bien los cables, pero necesitaba precisión o si no un detonante explotaría en su rostro.

Con una pinza acomoda estos otra vez y sonríe al ver que habían quedado como quería, iba a unir estos, pero un grito en la cocina lo desconcentran, Harry sale de esta con la bandeja entre sus manos, estaba humeante y en sus manos traía unos guantes.

—¡Se quemaron las galletas, te dije que las vieras por mi!— el castaño abre sus ojos, Harry se veía realmente afectado, era una mezcla entre tristeza y enojo.

Todos sabíamos como se ponía Harry cuando perdía el control.

—Lo siento, se me pasó el tiempo, podemos hacer otras— la mirada del rizado cambia y su mandíbula se tensa, vuelve a poner su mirada sobre las galletas y respira hondo para no lanzar la bandeja al suelo de la impotencia que sentía.

—No haré ni una mierda, no comeré hoy— murmura y deja la bandeja sin cuidado frente a Louis, no vuelve a mirarlo y se va de la sala principal.

Louis ese día se siente tan culpable, que pasó una hora y media metido en la cocina preparando unas nuevas galletas para Harry, lo único que quería era ver de nuevo esa sonrisa en su rostro y si tenía que aprender a preparar galletas para verla otra vez, lo haría sin pensarlo.

Traitors |Larry Stylinson|Onde histórias criam vida. Descubra agora