No jodas Boruto

479 50 59
                                    

Se despertó un poco tarde en la mañana, se estiró y volteó a ver a su amigo. Él no estaba. Tal vez estaba en el comedor desayunando por lo que no se desesperó. En el momento en el que sí se desesperó, aunque levemente, fue cuando pudo ver un papel sobre su escritorio, se acercó para poder leerlo. Boruto estaba confundido y con un poco de temor; ¿Temor? Sí, temor, tenía miedo de que Mitsuki haya descubierto sus sentimientos y por eso se haya ido de su casa sin decir nada, únicamente dejando esa nota atrás.

Ya sé, ya sé querido lector, es muy probable que estés molesto con el Uzumaki en este momento pero dejen que se dé cuenta solo, ¿si?

Bueno, regresando con el susodicho, por un momento pensó en ir a buscarlo, pero se retractó en un instante. Si es que Mitsuki estaba molesto por su culpa, no quería molestarlo más.

¿Qué haría en el resto del día? Tenía pensado jugar con Mitsuki y pasarla bien en general, la razón por la cual ya no se puede cumplir su pequeño plan era evidente. Pero con su pequeño temor que crecía constantemente no podía hacer cosas con claridad por lo que buscaría ayuda en sus amigos. En ese instante su burbuja explotó, haciéndolo caer en cuenta que efectivamente era tarde y que no era un día libre. Sarada le dará un regaño bastante grande.

Se vistió con su atuendo típico guardando la pequeña nota en su bolsillo como prueba para cuando vaya a pedir consejos.

Corrió lo más rápido que pudo, creyendo inútilmente que ganaría el tiempo suficiente para llegar antes que su compañera, cuando lo más probable es que ya esté ahí. Al llegar no la encontró, algo raro, pero suspiró con sumo alivio.

—¿Cuántas veces más?

Festejó muy pronto, la voz de Sarada se escuchó detrás de él. Volteó lentamente, se podría decir que literalmente estaba pegada a su espalda pues ahora la tenía directamente en la cara. Boruto se limitó a disculparse y se quedó callado, no sentía necesario agregar algo más. Lo mismo pasó con la Uchiha, quien parecía no estar de humor para peleas matutinas.

—¿Y Mitsuki?— preguntó la de lentes muy extrañada de no verlo a estas horas, ni en los días que llegaba tarde lo hacía tan tarde.

—No vendrá — dijo con notable desdén, lo cual llamó la atención de su amiga.

Ella se acercó algo preocupada, imaginando que los chicos se habían peleado, cosa que cualquiera pensaría completamente improbable por lo bien que se llevaban.

—¿Pasó algo?

—Anoche lo invité a dormir a mi casa. A la mañana me encontré esta nota — sacó el papel de su bolsillo y se lo entregó, dándole tiempo para que pudiera leerlo un par de veces —. La verdad, Sarada, estoy algo... Asustado.

—¿Por?— cuestionó aún más preocupada, tal vez algo peor a una simple pelea de amigos haya ocurrido.

—Es que, verás, yo... A mí pues... Me gusta Mitsuki — se sonrojó notoriamente. Miró a otro lado —. No te diré todo lo que ocurrió, solo puedo decir que creo que se dio cuenta de mis sentimientos.

—Si yo fuera él, también me hubiera enojado — le entregó el papel nuevamente.

Verán, amigos míos, Sarada sabía que Mitsuki quería confesarse, por eso les dejaba tiempo a solas y para serles sinceros no es la única, la mayor parte de sus amistades se dieron cuenta. Digamos que el peliceleste es muy evidente para algunas cosas. Tenía la extraña ilusión de que ellos comenzaran a salir para actuar cursimente y poder decirles frases comunes como: "váyanse a un hotel". Pero si este tonto seguía siendo igual de tonto, eso no sucedería muy pronto.

—Me preguntaba si podías aconsejarme — rascó su mejilla con vergüenza.

—No — respondió secamente —, no voy a gastar mi preciado tiempo en darte consejos amorosos. Y te recomiendo no hacer misiones hoy o me estorbarás.

Boruto, date cuenta Where stories live. Discover now