Capítulo 11 (En edición)

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La llamada terminó luego de estar hablando más de cinco minutos. Su madre se estaba aclimatando a su falta en casa, pero su preocupación de madre nunca la dejaría aceptar que él estaba bien. Martín lo vio por el rabillo del ojo. Ya reconocía la mirada de Martín por lo que le dirigió una sonrisa.

-¿Todo bien?

Julián asintió. Momentos atrás, Martín presionaba las teclas a una rapidez impresionante. Él estaba escribiendo su tesis. Julián rodó, quedando boca abajo. Quería dormir, pero también quería hacerle una petición.

-¿Podés beber de mí?- Julián pidió, con la cabeza oculta en el suéter de Martín.

-No.

Martín no quería hacerle daño, pero quizás era eso lo que Julián quería y necesitaba.

-¿Por favor? Aunque sea solo por unos segundos.

Julián cerró los ojos. De un momento a otro, Martín estaba a su lado. Julián había vivido lo suficiente allí como para no tener, y lo suficiente como para que la atracción que sentía hacia Martín surgiera. No habían traspasado el terreno de los conocidos. Antes, Julián prefería la compañía de Valentino a la de Martín, pero el encanto que otros no veían, terminó por atraparlo. Y Felipe seguía apareciendo con marcas en todo su cuerpo, evidenciando que seguía en contacto con Ezequiel. Felipe comentó que era una sensación placentera y Julián quería experimentarlo.

-Si te sientes mareado, tienes que detenerme. O cualquier molestia, debes de avisarme.

-Si, lo prometo.

Julián trepó hasta ponerse encima de Martín. Se quitó la playera.

-¿Podés hacerlo aquí?- Julián se acarició el trapecio- Será más fácil ocultarlo.

-Muy bien. Relájate. Va a doler cuando atraviese tu piel, pero será momentáneo.

Julián asintió. Sentía cosquillas en casi todo su cuerpo, pensando en lo que sucedería y cómo iba a sentirse. Martín hundió sus dedos en la cadera. Julián gruñó. Martín tenía una mano alrededor de su cuello.

-¿Estás seguro?

¿Cómo es que la atmósfera se sentía pesada, un poco asfixiante? Julián sentía calor en todo su cuerpo y Martín todavía no enterraba sus colmillos.

-Si. Adelante.

Martín lamió su hombro. El dolor inicial al que Martín se refirió, era parecido al de las agujas. La respiración del vampiro se volvió ruidosa, y sus dedos se enterraban cada vez con más fuerza que la anterior. Julián cerró los ojos y un gemido se le escapó. Se sentía demasiado bien. Martín succionó y succionó, amando el dulce sabor. Muy pocas veces había bebido directamente de una personas, y supuso que su entusiasmo se debía a que era Julián de quién bebía.

-Me, m-m estoy sintiendo mal- Julián murmuró débilmente.

Martín se apartó enseguida. Los ojos de Julián se entrecerraron, como si estuviera luchando contra el sueño.

-Te dije que me detuvieras.

Julián perdió el control de su cuerpo, por lo que cayó encima de Martín.

-¿Necesito una transfusión?

-No. Necesitas hidratarte y comer. Y descansar.

-¿Podemos quedarnos así mientras me recupero? Creo que mis piernas van a fallarme si trato de ponerme en pie.

-No hay problema. Puedes dormir aquí, pero primero debes de comer y beber.

-Sí, sí, lo que vos digas.

Julián cerró los ojos. El dolor en su músculo era pasajero, iba y venía, pero estaba satisfecho y esperaba que no fuese la única vez.

///

Tenía la misma sensación que sintió aquella noche cuando conoció a Martín. Lo estaban siguiendo.

"Creí que ya no me seguías". Julián envió el mensaje a modo de broma. Pero a la vez, para que Martín estuviera alerta. Él era sobreprotector si así lo quería. "No te estoy siguiendo, estoy con Valentino y Ezequiel. Dime dónde estás y pasaré a buscarte", Martín respondió. "Tranquilo, ya voy a llegar a la casa de mis papás. Te veo más tarde". Martín no pudo recogerlo ese día, pues debían ir con un tal Dani. Julián todavía no entendía la dinámica de los cazadores, y detestaba ver a Ezequiel o a Valentino heridos, casi muertos, pero ya estaban así, más bien, a punto de morir otra vez. Sin embargo, Martín no lo encontraría al llegar y Julián se percató muy tarde de que lo seguían.

///

La aguja penetró la piel de su cuello. Pataleó e imploró pero sus súplicas no fueron escuchadas.

-¡Él es mío! ¡Es mío!

Julián había sufrido lesiones en las piernas y rodillas. Había asistido a una academia de fútbol desde los cinco años, los raspones y lesiones eran inevitables. Pero, el dolor que sentía en ese momento no se comparaba con el que había sentido en toda su vida. Cada hueso se iba quebrando, transformándose. Los gritos de dolor no se detenían ni por un segundo. Lo que sea que le fue inyectado, lo estaba destruyendo por dentro. Cada pequeña partícula en su interior, cada célula y órgano estaba sufriendo un cambio.

Julián cayó al piso. El martirio por el que estaba pasando cesó, y cerró los ojos, quedándose inconsciente.

La próxima vez que despertó, obviamente desorientado, no sabía qué sucedía. Si quería hablar, lo único que salía de su boca eran sonidos que un perro hacía. En vez de piernas tenía patas y no caminaba en dos sino en cuatro patas. Quiso soltar un sollozo pero salió un aullido.

*Gracias por leer (人 •͈ᴗ•͈)

Hasta la proxima*inserte canción de Marcelo*

Propiedad (En Edición)Where stories live. Discover now