ㅤ: ⠀el paraíso del 𝗱𝗶𝗮𝗯𝗹𝗼ㅤ⠀ *⠀⠀해.ㅤ- hyunharem [CANCELADA]

𓆤 OO7, ៳ ⇉ DEVIL'S PARADISE

Dios por favor discúlpame,

Señor perdóname,

Por haber bailado con el Diablo.

Demi Lovato - Dancing with de the Devil

FLASH★BACK

La rubia recorría con un entusiasmo apremiante las frías calles de Seúl, posiblemente buscando pasear un rato antes de llegar a su desolado hogar. Sabía que su madre llegaría tarde aquella noche, por lo tanto, no demasiada tenía prisa ni soltura en sus movimientos. Minutos antes estaba acompañada de su mejor amigo, Hyunjin, pero este tomó el camino hasta su casa por lo que la chica no lo siguió ya que ella sabía firmemente que este sabía cómo llegar sano y salvo hasta su vivienda. La muchacha caminaba contoneando sus finas caderas por el afligido boulevard, sabía que a unas cuadras había un pequeño puesto de helados, por lo tanto, sacó su monedero a ver si tenía el dinero para ello.

Contaba las monedas y los billetes que poseía dándose cuenta que sí podría comprarse uno de esos para matarse el antojo. Sonrió victoriosa. Era una niña un tanto especial, mimada por las manos de un hombre millonario que sólo buscaba complacerse y deleitarse por los placeres infames que esta tenía para ofrecerle. Era un negocio sucio, como todos los que estaban acostumbrados a hacer. Sana se había habituado a los diferentes escenarios que aquel estilo de vida le presentaba.

Rascó su nuca un tanto desconcertada, sintiendo el cómo era observada con lascivia, intentando —torpemente, y con desmaño— en acelerar sus pasos. Las calles estaban completamente solas esa tarde, ni un alma paseaba aquellas calles ya que todos sabían a quiénes pertenecían. Tristemente, Minatozaki debía tomar aquella vía ya que esta conducía perfectamente hasta el barrio donde vivía, claro, y también la pequeña heladería que visitaba cada cierto tiempo. La verdad era que no era primera vez que caminaba con desvergonzada pericia, ya estaba adiestrada. Le encantaba. Le satisfacía el poder ser libre, sin preocupaciones, ni temores, como tantas veces había conocido en su mejor amigo. Ella no entendía el cómo se era posible vivir de la manera en la que él lo hacía, no conseguía imaginarlo, y quizás por esa razón era que tantas veces ella quería que este pudiese saborear y degustar el sabor de aquella vida.

Un auto de color negro aparcó lentamente a un lado de ella consiguiendo que esta detuviera su trajinar, sus piernas trepidaron ligeramente cuando vio de quién se trataba; era el mismísimo Lee Felix. La verdad era que mentía si decía que esos hombres no le asustaban en lo más mínimo ya que estos lograban adherirse por completo en su calma cambiando cada pequeño gramo de avenencia en una insufrible borrasca, y hasta ese momento ella mismo desconocía aquel hecho. El hombre bajó el cristal para darle una señal a la rubia que subiera al auto; este manteniendo firmemente un semblante serio y dominante, casi como imperioso y despótico, obviamente que Sana sabía perfectamente que todo esto sólo era una fachada que Felix estaba dispuesto a efectuar aunque fuere lo último que haría en vida, ella sabía que ese rubio pecoso no era —ni sería jamás— la cuarta parte de lo que podría ser Christopher. Ese hombre era peor que el propio Satán, era el hombre de las pesadillas de cualquier ser humano, la persona con la que menos quisieses toparte en tu vida; el peligro en carne y hueso, el purgatorio vuelto persona, ella lo sabía.