CINCO

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No, esto es imposible.

No hemos estado persiguiendo la pista equivocada todo el día.

El choque en la floristería es el único momento en que pudo haberse dado el cambio de los anillos y no había nadie más allí con un anillo de compromiso en mano.

¿Pero entonces cómo es posible que Héctor Garrido no dijera nada sobre esto?

—¿Vio Héctor el anillo? —pregunto.

—Por supuesto —dice el joven—. Hasta maltrató un poco el arreglo de flores al revisar que estuviese allí.

—¿Y no dijo nada?

—Nada sobre un error. Me dio mi propina y me dijo que me fuera rápido.

No entiendo nada. ¿Es posible que Héctor no notara el cambio?

¿Cómo podría no reconocer el anillo que compró para la mujer que ama y con la que espera pasar el resto de su vida?

En especial cuando el que tenemos y el que tiene no se parecen en lo absoluto.

—Será mejor que retomemos la marcha —dice Donovan—. Aún nos queda una hora de trayecto.

—Pero y sí... —empiezo.

—Garrido tiene nuestro anillo —asegura—. No puede ser de otra forma. Haya reconocido él el error o no, lo único cierto es que el anillo que tiene no es el que compró.

Nos despedimos de Tim y nos ponemos en marcha nuevamente.

Me asusta la idea de que podríamos estar perdiendo más tiempo persiguiendo una pista falsa. Pero Donovan tiene razón, el único lugar en que puede estar el anillo de su abuela es en manos de Héctor Garrido.

*

Con la aparición de cada vez más civilización empiezo a sentirme aliviado.

—Tendremos que hacer una parada — anuncio.

—No podemos detenernos —rechaza tajante.

El encuentro con Tim borró todo el buen humor y relajación de Lillian y la regresó al absoluto silencio.

Durante los últimos cuarenta minutos los únicos sonidos dentro del auto han sido las pocas palabras que Lillian ha tenido que intercambiar con algunos de los proveedores para la propuesta.

Entiendo que está muy preocupada por que hayamos perdido todo este tiempo para nada.

Pero sé que no es posible.

Aunque no entiendo cómo es que el tener un anillo completamente diferente a aquel por el que pagó le pasó por alto a Héctor Garrido, sé que eso es lo que ha sucedido.

Tiene nuestro anillo y no se ha enterado.

Y si resultara no ser el caso, si realmente el anillo se encontrara en poder de alguien que desconocemos, yo mismo iría hasta Derrick y le diría que no se comprometa. Que no está destinado a suceder.

Veo una pequeña cafetería a un costado y me dirijo hacia el estacionamiento de esta.

—No, es en serio, no podemos detenernos —se queja Lillian.

—No sé si tú tengas una vejiga infinita pero yo necesito ir al baño.

No le queda más opción que acallar sus protestas.

—¿Quieres que te traiga algo? —pregunto.

—¿Del baño? —replica con ironía.

Elevo la mirada al cielo.

LA PROPUESTA PERFECTAWhere stories live. Discover now