3. Asher

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Canción: Listen to your heart - Roxette

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Canción: Listen to your heart - Roxette


Despertar con jaqueca no era extraño, después de una alocada noche como la del día anterior. Sin embargo, despertar con jaqueca junto a tu coestrella, que tiene una muy famosa y hermosa novia, sí lo era. Froté mis ojos una vez más para observar a Beatrice acostada a mi lado y toda su ropa abandonada en el sofá y el suelo de mi habitación.

—Mierda, la prensa me va a destruir... —mascullé.

Lo último que quería era meterme en una relación de dos años con todos los fans que tenía ese par. La risa en respuesta de Bea no hizo nada para calmarme y menos aún que se encogiera para estar más cerca de mí. La maldita loca se burlaba de mi desgracia.

—No enloquezcas, Ash, ni que fuera la primera vez —balbuceó adormilada, sin molestarse en mirarme.

—No, no es la primera vez, pero sí la primera desde que tienes pareja oficial, maldita loca —me quejé, empujando su cuerpo desnudo lejos de mí para salir de la cama y recoger mi bóxer para colocármelo.

—Tenemos una sana relación abierta, estúpido hombre de las cavernas. No lo habría hecho si no supiera que Nicky está bien con ello —explicó, acomodándose en la cama para sentarse sin darle importancia a su desnudez. Aunque era comprensible, considerando que la había visto lo suficiente cuando salimos y durante las grabaciones de Made in heaven, donde su personaje estuvo a punto de casarse con el mío.

No pude contener la carcajada que me dio observarla con las mejillas rojas por la exasperación. Tendría que ser cierto lo que decía, si se había puesto tan seria. Así que tomé mi camisa, abandonada en el mueble desde el día anterior, y se la lancé.

—Colócate eso, prepararé tu desayuno favorito para compensar el drama —soborné y vi el momento en que sus ojos brillaron de emoción.

Era tan fácil.

—No dejes que Nicky sepa que te ganan con panqueques o nunca la verás perder una batalla entre ambas.

Fui al baño a vaciar mi vejiga, lavarme la cara y los dientes y salí del cuarto. Me sentí mejor que la noche anterior y no me sorprendió encontrar que todos los periódicos y revistas del día ya estaban apilados en el mesón de la cocina y abiertos en la sección de entretenimiento, mostrando las columnas relacionadas con la conclusión de la serie. Decidí que las revisaría después de cocinar y, tal como dije, preparé la comida para mi invitada. Que no se dijera que no era buen anfitrión.

No era material de cocinero, pero podía defenderme con un par de platos y, siempre que tuviera frutas, mezcla para panqueques y jaleas de sabores, un desayuno completo y saludable era uno de esos pocos que me salían perfectos.

Bea se deslizó en la silla alta al otro lado de la barra para observarme y comer algunas frutas de las que iba cortando. Todo se sentía tan cómodo con ella que, por un segundo, me cuestioné por qué habíamos terminado. Ni siquiera podía recordarlo. No parecía que hicieran seis años desde que la conocía y más extraño aún era que, a pesar de que confiaba en ella, nunca la había considerado una amiga. Tal vez porque habíamos sido más que eso en principio y luego no supimos cómo conservarlo sin hacerlo raro.

Lejos del cielo [EN CURSO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora