Capítulo 18

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Hasta que Seokjin entró en el salón de Netherfield y buscó en vano entre el grupo de casacas rojas allí reunidas a Jungkook, no se le ocurrió pensar que podía no hallarse entre los invitados. La certeza de encontrarlo le había hecho olvidarse de lo que con razón lo habría alarmado. Se había acicalado con más esmero que de costumbre y estaba preparado con el espíritu muy alto para conquistar todo lo que permaneciese indómito en su corazón, confiando que era el mejor galardón que podría conseguir en el curso de la velada. Pero en un instante le sobrevino la horrible sospecha de que Jungkook podía haber sido omitido de la lista de oficiales invitados de Jimin para complacer a Yoongi. Ése no era exactamente el caso. Su ausencia fue definitivamente confirmada por el señor Choi, a quien Donghan se dirigió ansiosamente, y quien les contó que el señor Jeon se había visto obligado a ir a la capital para resolver unos asuntos el día antes y no había regresado todavía. Y con una sonrisa significativa añadió:

––No creo que esos asuntos le hubiesen retenido precisamente hoy, si no hubiese querido evitar encontrarse aquí con cierto caballero.

Donghan no oyó estas palabras, pero Seokjin sí; aunque su primera sospecha no había sido cierta, Yoongi era igualmente responsable de la ausencia de Jungkook, su antipatía hacia el primero se exasperó de tal modo que apenas pudo contestar con cortesía a las amables preguntas que Yoongi le hizo al acercarse a él poco después. Cualquier atención o tolerancia hacia Yoongi significaba una injuria para Jungkook. Decidió no tener ninguna conversación con Yoongi y se puso de un humor que ni siquiera pudo disimular al hablar con Park, pues su ciega parcialidad la irritaba.

Pero el mal humor no estaba hecho para Seokjin, y a pesar de que estropearon todos sus planes para la noche, se le pasó pronto. Después de contarle sus penas a Jung Hoseok, a quien hacía una semana que no veía, pronto se encontró con ánimo para transigir con todas las rarezas de su primo y se dirigió a él. Sin embargo, los dos primeros bailes le devolvieron la angustia, fueron como una penitencia. El señor Junho, torpe y solemne, disculpándose en vez de atender al compás, y perdiendo el paso sin darse cuenta, le daba toda la pena y la vergüenza que una pareja desagradable puede dar en un par de bailes. Librarse de él fue como alcanzar el éxtasis.

Después tuvo el alivio de bailar con un oficial con el que pudo hablar del señor Jungkook, enterándose de que todo el mundo le apreciaba. Al terminar este baile, volvió con Jung Hoseok, y estaban charlando, cuando de repente se dio cuenta de que el señor Min se había acercado a él y le estaba pidiendo el próximo baile, la cogió tan de sorpresa que, sin saber qué hacía, aceptó. Yoongi se fue acto seguido y él, que se había puesto muy nervioso, se quedó allí deseando recuperar la calma. Hoseok trató de consolarlo.

––A lo mejor lo encuentras encantador.

––¡No lo quiera Dios! Ésa sería la mayor de todas las desgracias. ¡Encontrar encantador a un hombre que debe ser odiado! No me desees tanto mal.

Cuando se reanudó el baile, Yoongi se le acercó para tomarlo de la mano, y Hoseok no pudo evitar advertirle al oído que no fuera un tonto y que no dejase que su capricho por Jungkook le hiciese parecer antipático a los ojos de un hombre que valía diez veces más que él. Seokjin no contestó. Ocupó su lugar en la pista, asombrado por la dignidad que le otorgaba el hallarse frente a frente con Yoongi, leyendo en los ojos de todos sus vecinos el mismo asombro al contemplar el acontecimiento. Estuvieron un rato sin decir palabra; Seokjin empezó a pensar que el silencio iba a durar hasta el final de los dos bailes. Al principio estaba decidido a no romperlo, cuando de pronto pensó que el peor castigo para su pareja sería obligarle a hablar, e hizo una pequeña observación sobre el baile. Yoongi contestó y volvió a quedarse callado. Después de una pausa de unos minutos, Seokjin tomó la palabra por segunda vez y le dijo:

Orgullo y Prejuicio (adaptación - Sujin) Where stories live. Discover now