CAPÍTULO 14

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Deshonor

Desperté agitada y sentí como las manos de Airana me sujetaban para no levantarme, sentí un dolor en mi entrepierna y vientre uno muy leve, mi cuerpo también dolía y en cansancio aun me invadía. Mire a mi dama pero esta evitaba mis ojos y solo mantenía la mirada baja. Me ayudo a levantarme, limpiarme y vestirme, todo estaba en un silencio sepulcral.

Mi bebé, ¿cómo está? — Airana detuvo su labor y apretó sus manos en puños, mi corazón dio un vuelvo.

Lo perdiste, Ily. Lo siento mucho.

Me aleje perturbada y de nuevo el dolor me invadió, mi dama intento acercarse pero yo la aleje de un empujón.

— Lárgate. — Hable en un tono bajo pero audible para la mujer, ella solo me miro con tristeza pero no se fue se mantuvo ahí, quieta para luego intentar acercarse, me aleje unos pasos chocando con la mesa.

Lárgate, Ainara. — Hable con esfuerzo pero en un volumen de voz normal, mi tono era seco y frío.

No lo haré, no la dejaré sola.

— ¡Lárgate! ¡Fuera! ¡No quiero verte aquí! — Grite tomando una copa vacía de la mesa y se la lance, comencé a lanzarle todo lo que encontraba hasta que la mayor suspiro y se fue rápidamente, mis piernas flaquearon y me deje caer al piso comenzando a sollozar, las lágrimas caían gruesas y seguidas de mis ojos. El dolor en mi corazón estaba presente, fuerte, abrumante como si este estuviese ardiendo, me sentía vacía, triste y desesperanzada, mi corazón dolía como si estuviesen arrancandolo, lo había perdido, lo único que me mantenía bien ya no estaba.
Mi bebé ya no existía, no crecía dentro mio y la emoción de tenerlo entre mis brazos se convirtió en un dolor, anhelo de que esto fuese un simple sueño una ilusión, pero no. Esto era la realidad una realidad dolorosa e injusta. Robb debió protegerme, no debió confiar ciegamente y esa confianza del lobo había hecho qué me arrebatasen las ganas de seguir con vida, me arrebataron a mi hijo y mi honor. Y mientras mi esposo disfrutaba su feliz vida de enamorado, mientras lord Karstark se burlaba y regozijaba de su venganza yo estaba aquí, tirada, adolorida y lamentandome por todo, maldiciendo el día que mi padre tuvo la idea de comprometerme con el Stark, el día que llegue a Winterfell y el día en que a mis hermanos se les ocurrió tener relaciones en esa maldita torre del castillo de los lobos. Maldije todo y odiaba a todos, me quede ahí horas, ya había tirado y destrozado todo lo que estaba a mi paso y no siquiera eso pudo apaciguar el dolor de mi perdida, ni siquiera eso me reconforta de ningún modo, nada ni nadie podría hacerlo este sería un dolor qué estaría presente siempre, un anhelo de tener a mi primer bebé en brazos, anhelo de saber si seria castaño rojizo o rubio, si tendría ojos azules o verdes, si seria niño o niño, si seria solo uno o serian dos, nada de eso tendría respuestas y eso me atormentara siempre. Mi brazo dolía aun, mi cabeza palpitaba y las lágrimas no dejaban de salir, el piso se mancho con gotas de sangre pues incluso había golpeado mi espejo cortando así mis nudillos. Todo dentro estaba en absoluto silencio, solo se escuchaba lo del exterior, había escuchado hace unos minutos el revuelo y galope de caballos, anunciando así la llegada del rey del Norte. No tenía ni siquiera fuerza para levantarme y tampoco era algo que quisiese hacer solo quería quedarme ahí, sin dormir, sin comer, sin hacer nada solo esperando mi muerte.

Los minutos pasaban rápidamente pero no tenia noción de estos, no sabía cuanto había pasado, si ya era tarde o noche, no lo sabia y era algo que no quería saber. Mantuve mi cabeza escondida entre mis piernas mientras lloraba todavía, escuche como alguien entraba a la tienda no iba solo eran dos personas, la fuerza de los pasos era lo único que se escuchaba y estos se detuvieron a unos pocos centímetros de mi, levante un poco mi cabeza haciendo qué en mi campo de visión entrasen unas botas, fui subiendo hasta descubrir que la persona que había venido era nada más y nada menos que Robb Stark, el joven lobo, alejada un poco detrás de él estaba Talisa, los ignore y volví a poner mi cabeza entre mis piernas. No me apetecía hablar con él o ella, solo quería que me dejaran sola y con toda la paz que en momentos como este podía tener.

Golden Lioness (Robb Stark)Where stories live. Discover now