1. Eres lenta, pequeña lea.

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Cuando sus ojos hicieron contacto con la luz, los cerró instantáneamente. Trató de acostumbrarse a esa fuerte luz blanca hasta que logró volver a abrir los ojos.

Todo era tan...blanco.

Esperen, ¿dónde demonios se encontraba?

No entendía nada y se estaba comenzando a desperar, estaba encerrada en un no muy grande cuarto blanco acolchonado por todas partes. En donde ella estaba acostada, también era blanco. Un tipo de cama, pero no había nada con que taparse.

Acaso estaba en...¿un manicomio?

¡Mierda! Pensó.

No puede ser cierto.

Ella no estaba loca, solo intentó quitarse la vida un par de veces, pero eso no es estar loca, ¿o sí?

Observó todo de arriba a abajo con atención sin poder creer que se encontrase allí. Su ropa también era blanca, y... ¡oh mierda!

No sé había dado cuenta hasta que miró hacia abajo, tenía una camisa de fuerza.

Esto no puede ser posible, ni que fuera una loca tan peligrosa para estar encerrada de esa manera, ¿quién la trajo aquí?

A su mente vino una sola imagen, una sola persona.

Tía Gladys.

Pero...ella no sería capaz de mandar a su sobrina a un manicomio solo por intentar quitarse la vida, si la hubiera hecho tratarse o ir al psicólogo pero esto...era demasiado.

Su mente comenzó a recalcular y se dió cuenta de algo, no derivan a un manicomio a gente que ha intentado quitarse la vida. El manicomio es para gente que no está cuerda, y ella estaba totalmente cuerda.

¿O si no de que manera su cerebro se pondría a pensar en eso? Su cerebro anda bien, eso significa que no está loca. Tampoco se desesperó como los locos de las películas cuando los encierran y patalean y gritan.

¿Entonces, por qué está aquí?

Su mirada se dirigió fugazmente a la puerta cuando esta se abrió.

Allí entró lo que a ella le pareció un enfermero con una pequeña mesita rodante en el que traía un vaso de agua y unas pastillas verdes.

Mierda.

—Hola lea.

—¿Por que estoy aquí? No estoy loca, estoy completamente bien.

—Calma, debes tomar estas pastillas para relajarte, luego podrás hablar con más calma.

—¿De que demonios está hablando? ¡No estoy loca!

—Lea, debes calmarte, allí afuera hay 3 compañeros míos con una jeringa en caso de que te alteres, ¿quieres que los llame?

Lea pensó, no. Claramente no quería eso. No quería que la llevaran entre tres personas y le inyectaran una jeringa con quien sabe que cosa. Pero si tomaba esas pastillas quizá...

La doparian y perdería el sentido, quizá ni se acuerde quien es y ande como los locos, que están dopados y caminan como zombies por el manicomio. Bueno al menos eso había visto en las películas.

Pero...¿como se supone que iba a hacer para no tomarlas?

Piensa lea. pien–

—Ten, toma estas pastillas.

No sabia que hacer, aún no se le ocurría nada. las tomó y fueron directo a su boca. Luego tomó un trago de agua, pero no trago las pastillas.

—Buena chica.

Lea le sonrío.

—Ahora ven, van a realizarte unos estudios.

—¿Estudios de que?

—Acompañame, lea.

—De acuerdo, pero...debo ir al baño antes.

—Lea...

—¡por favor! me estoy haciendo pis.

Pensó que de esa manera podría tirar las pastillas que tenía escondidas en la parte baja de la lengua y estaban a punto de disolverse, en el retrete.

—Está bien, ven por aquí.

Lea caminó con el enfermero por un largo pasillo hasta llegar a una puerta.

Acto seguido, este desató su camisa de fuerza.

—Date prisa.

—¡si! muchas gracias.

Lea entró al baño, se sacó las pastillas que tenía en la boca y las tiró en el retrete, aprovechó para hacer pis, por que también era verdad que se estaba haciendo pis.

Luego tiró la cadena y suspiró.

Había un pequeño espejo en el cual se vió por unos instantes.

Mierda...su aspecto si que estaba muy mal.

Su rubio cabello que le llegaba por la mitad de la espalda, estaba desordenado. y su piel se encontraba en un tono de palidez que jamás había visto.

¿que me pasa? pensó.

—No deberías de haber hecho eso, se darán cuenta.

Lea se dió la vuelta y pegó un salto al ver a un chico detrás de ella en el reflejo del espejo.

—exagerada.

—¿Discculpa? ¿y tu quien eres?

—¿Por que te diría mi nombre?

—No lo sé, quizá por que te apareciste detrás de mi como un fantasma.

El chico pelinegro era alto, muy alto.

Y tenía un aspecto demacrado acompañado de unas grandes ojeras, su piel se encontraba incluso más pálida que la de ella.

La miró de arriba abajo por unos segundos, sin disimular.

Estúpido, pensó.

Sus azules ojos se volvieron a clavar en los de lea, bajando por su cuello. Su mirada se detuvo ahí.

—Me gusta tu cuello.

Lea frunció el entrecejo sin saber que decir.

—Estás loco.

—Valla, parece que has descubierto América. Eres lenta, pequeña lea.

—¿Como...sabes mi nombre?

—¿Lea?

Esa era la voz del chico que esperaba afuera, mierda. Se había olvidado que venía con el.

—Estoy bien, ¡ya voy!

Lea le dió una última mirada a el misterioso chico y dijo lo siguiente.

—Adiós...ojos azules.

¿Ojos azules? Pensó el chico.

Además de lenta, poco creativa.

—Nos vemos pronto, ojos negros.

Notita <3
Holis, ¿qué les pareció el primer capítulo?

Fué como una pequeña introducción,
pero más allá de eso sigue siendo un capítulo.

¿Que les pareció el chico de ojos azules?

...


las 13 reglas del psicópata Where stories live. Discover now