I

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Antes de empezar, ¡No me llevo bien con los acentos! Así que si ves una palabra mal acentuada o un error de ortografía, házmelo saber y lo corregiré.

┌──☼──┐
Verano
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Por un lado estaba Luffy: la estrella de segundo año.

Era un adolescente peculiar, sin dudas; ocurrente, atlético, cuya felicidad era constante y completamente contagiosa, tanto o más que una gripe virulenta, era imposible no sentirse atraído y corresponder esa inmensa y preciosa sonrisa de dientes blancos.

Su personalidad era inusual, en parte por sus propios méritos: su sentido del humor, sus resplandecientes atisbos infantiloides, su inocua e incrédula honestidad; y, por otra parte, su forma de ser era agravada por su déficit de atención e hiperactividad, trastorno por el que ya era tratado con un psicoterapeuta y razón por la que encabezaba la mayor parte de deportes y actividades extraescolares de su colegio secundario.

Había una lista larga de razones por las que la mayoría de sus compañeros de curso quería pertenecer a su grupo.

Y por otro lado estaba Zoro.

Zoro no se podía decir que destacaba mucho aparte de su peculiar cabello verde y su notable altura en comparación a los demás, había repetido curso alguna vez, pero no tenía fama de delincuente ni ningún otro adjetivo nacido de un prejuzgamiento apresurado. Era más bien tranquilo aunque nadie quería acercársele mucho, y no solía hablar más que para pedir algo prestado.

Y si le preguntaran al curso, lo único que lo habían visto hacer a lo largo del año era dormir escondido entre sus brazos sobre su banco en la esquina del fondo, o comer su bentō con una expresión extrañamente arisca para una tarea tan banal.

Se podía decir que pasaba de todo y de todos, pero Luffy no pasaba de él.

Habían comenzado a hablar durante una tarde calurosa de verano, cuando los dos meses de vacaciones acababan de terminar y la escuela había empezado hacía apenas dos semanas.

Aunque las clases para él hubieran terminado a las dos, Zoro había merodeado alrededor del recinto colegial observando las distintas actividades extraescolares hasta que se hicieron las cinco de la tarde. En parte porque no tenía ganas de volver a su hogar, en parte porque obligatoriamente debía elegir un club práctico o teórico y su plazo se estaba acabando.

Se rindió por esa tarde y había terminado comiendo su bentō sentado en un banco frente a la cancha de bádminton, mirando al equipo practicar.

Faltaban diez minutos para que el juego amistoso terminará, y Luffy pidió ser relevado.

- ¡Pero sólo quedan diez minutos!- rezongó Koby -su compañero de equipo- al verlo abandonar la cancha. -¡El entrenador se va a enojar si se entera!

-Hoy debo volver antes a mí casa. -mintió mientras guardaba su raqueta en su respectiva funda y se ponía la mochila al hombro, antes de abandonar la cancha se mojó el cabello y las manos en una fuente cercana.

Koby puso los ojos en blanco al verlo acercarse al chico de pelo verde después de eso, ni siquiera se esforzaba en hacer ver su excusa un poco creíble.

Zoro bajó la mirada a su bentō medio vacío, preparado para disculparse ante una voz demandante reclamando cómo su mirada penetrante ponía incómodos a los jugadores, pero Luffy no dijo algo ni remotamente parecido.

-Tienes el cabello verde. -habló señalando lo obvio, pero su boca abierta y sus ojos resplandecientes demostraban un singular interés al que no estaba acostumbrado.

Lo miró casi de inmediato preguntándose si había escuchado mal.

Las gotas de sudor y agua caían por la frente y los brazos del pelinegro, su pecho subía y bajaba evidenciando su respiración errática. Vestía un uniforme deportivo blanco de verano en el que se podía ver las manchas de sudor y la arenisca roja de la cancha impregnada en él.

-Me gusta cómo se ve. -respondió Zoro con simpleza.

- ¿Puedo tocarlo? Con permiso.- habló sin esperar una respuesta a su pregunta, se acercó un poco más, lo suficiente para juguetear con su cabello entre los dedos. Zoro entrecerró los ojos extrañado y confundido, sin saber qué hacer o cómo reaccionar bajo su tacto. -Se ve cool, es como pasto, apuesto a que los insectos se paran en tu cabello. -rió para sí mismo.

No sabía si era un insulto o algo parecido, pero en el fondo le causó gracia, mientras seguía preguntándose porqué, de toda la escuela, Luffy le prestaba atención a un chico aburrido y estudiante mediocre como él.

- ¿Cómo te llamas?- preguntó distraídamente mientras su mano se movía sigilosamente hacía los tres aretes que colgaban de su oreja izquierda.

-Roronoa Zoro, vamos en el mismo curso. -respondió avergonzado creyendo que llevaban dos años siendo compañeros de clase sin que el contrario hubiera notado su presencia.

-Lo sé, te la pasas durmiendo. -dijo con una sonrisa divertida, inocente.

-Si, de hecho...- murmuró decepcionado, cómo creía, dormir era su gran cualidad allí.

Los dedos curiosos y traviesos del menor hicieron tintinear sus aros.

- ¿Te vienen a buscar, Zoro?

Negó, se quedó en silenció unos segundos dándose cuenta de dos cosas:
1- Su tacto no lo molestaba en absoluto, era extraño, pero en ningún momento había amagado por apartarlo.
2- Luffy lo había llamado por su nombre desde la primera vez, sí que era de confiar rápido.

-Me voy en autobús.

-Te acompaño hasta la parada. -su sonrisa se hizo aún más grande, y Zoro no pudo hacer más que asentir con su típica expresión neutral.

- ¿Qué hacías mirando el partido? Las clases terminaron hace mucho.- preguntó el pelinegro mientras atravesaban la escuela a través del sendero principal camino a la salida.

-Debo unirme a un club antes de la semana que viene pero... Casi no me gusta el deporte y menos estudiar. -admitió.

De pronto se encontraba charlando con él, quizás no como si fueran amigos, pero sí como conocidos cercanos, pese a ser la primera vez que interactuaban.

- ¿Casi? ¿Cuál te gusta?- preguntó, su necesidad por conocer a ese chico del que casi nadie sabía nada se veía reflejado a simple vista en sus orbes oscuros, cómo ámbar negro.

Zoro lo miró detenidamente antes de responder, y notó que sus ojos eran singularmente grandes para ser un Nipón al igual que él.

-Kendō, planeo llegar a un campeonato nacional o a las olimpiadas.

Luffy no daba más de asombro, saltó a su alrededor con la emoción de un niño.

- ¡Zoro, eres genial! ¡Casi como un Samurái!- exclamó.- ¿Que tal si te unes a básquet? Tu altura nos va a ser útil, te puedo entrenar yo mismo. -habló señalándose con orgullo.

El tiempo pasó entre un ping pong de preguntas hasta que tomó el autobús, el camino a casa había transcurrido tranquilo; estaba anocheciendo, seguramente su hermana menor le recriminaria porque tardó tanto en volver de la escuela, probablemente chillaria dramáticamente cómo un pequeño chihuahua sollozando cuán hambrienta estaba.

Y aún así sus molestas quejas no eran capaces de sacarlo de la nube de dudas en la que se encontraba.

¿Porque Luffy se había encontrado entablando una conversación con él?

Probablemente esa sería la única vez que le dirija la palabra, estaba seguro que volvería a la escuela al día siguiente y haría como si nada hubiera pasado.

𝑬𝒏𝒕𝒓𝒆 𝒍𝒊𝒏𝒆𝒂𝒔 ➵ 𝒁𝒐𝑳𝒖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora