Capítulo 13

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18 de Noviembre, 9532 AC

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18 de Noviembre, 9532 AC

 
El palacio de verano estaba completamente vacío en esta época del año. Sólo un pequeño puñado de sirvientes estaban en la residencia. Petra, nuestra cocinera, y su hija….

Damian vacilaba extremadamente, mientras entraba a la habitación.

—¿Puedo hablar, Idika?

Odiaba cuando me hablaba así.

—Te he dicho repetidamente que no tienes que preguntarme para hablar Damian.

Di lo que sea que este en tu mente.

—¿Con quién compartiré la habitación?

Mi corazón lloró ante su voz susurrante.

—Es tu habitación Damian. No lo compartirás con nadie.

—Gracias, Idika.

Suspirando, le di unas palmaditas gentiles en el brazo.

—Haré que te traigan algunas ropas de Styxx para que uses.

—Se enfadará cuando sepa que las he tocado.

—No se enfadará, Damian. Créeme.

—Como lo desees. Idika.

Me mordí los labios ante su servilismo.

Deseando que hubiera algo que pudiera hacer para que se sintiera a salvo y más cómodo, lo dejé en su habitación y fui a descansar a la mía sin mencionar que el personal se percataría que era familia y solamente eso los mantendría lejos de él.

Esperaba.

Cansada, fui hacia mi escritorio y escribí una nota rápida para Padre, haciendo de su conocimiento que necesitaba algún tiempo lejos de Didymos

 Justo había finalizado de escribir la nota diciéndole a mi padre que estaba en Atenas, cuando miré hacia afuera y me detuve.

Era Damian.

Cogí la capa y me dirigí hacia el exterior para observarlo.

Tan pronto como me vio aproximarme, se encogió hasta que estuvo contra la lejana pared de piedra.

—Perdóname Idika, por favor, yo n...no quise ofenderla.

Me arrodillé junto a él y tomé su rostro en mis manos para calmarlo. Se tensó tanto ante mi contacto que era una maravilla que no se quebrara.

— Damian, está bien. Nadie está enfado contigo. No has hecho nada malo. Shh...

El tragó mientras su miedo se transformaba en confusión. Queridos Dioses ¿Qué le habían hecho que temblaba cuando no había hecho nada para merecerlo?

—Solo tenía curiosidad de porque estabas aquí fuera sin los zapatos puestos.

 —No vi a nadie aquí y entonces pensé que estaba a salvo. Sólo quería sentir el pasto. N...no pensé hacer daño, Idika. Iba a regresar a mi habitación en cuanto finalizara. Lo juro.

El Destino De Apostolos I: El Resurgir De Un DiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora