Capítulo 10

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Anne y Daren

Dos días sin Daren, parecía que sería algo insignificante, pero realmente hacía falta, mis días se basaban en ir al gimnasio, a la oficina y luego a casa, después de todo Jake también se había ido.

— Anne, deberías irte — indica Ledia

— Mark me dijo que debo quedarme a organizar las últimas páginas.

— Yo soy la jefa de Mark y te digo que puedes irte — dice en tono dulce
— Descansa, lo necesitas.

— Gracias Ledia.

Guardo los papeles en los cajones y le envío un mensaje a Michel para que pueda venir a traerme, salgo del edificio y entro al auto.

— Gracias por venir a traerme.

— Es un placer señorita Russo.

Veo mi teléfono y leo el mensaje de Daren preguntando sobre si iría a la lavandería este sábado, observo el tráfico habitual de Nueva York hasta llegar a mi apartamento.

— Gracias Michel, nos vemos el lunes.

— Feliz noche señorita Russo.

Bajo del auto y subo a mi apartamento, lanzo mi bolso a la cama y tomó el cesto de ropa sucia, bajo a la lavandería la cual extrañamente esta vacía, pero no le tomo importancia.

— ¿Es posible que la ropa sucia robe toda tu atención?

Escucho la voz de Daren, lo cual hace que sonría al instante, se encuentra vestido con ropa deportiva la cual le quedaba perfectamente mostrando a simple vista su cuerpo atlético.

— Es muy posible que sea así — me acerco a él — Pensé que volverías en dos días.

— Decidí regresar antes y así poder tener una cita — muestra la canasta que tiene detrás

— ¿En la lavandería? — enarco la ceja con una sonrisa — Creo que no sería la mejor idea.

— Tranquila, el lugar está cerrado, al menos el día de hoy.

— ¿Y qué tienes planeado? — coloco mis manos sobre su pecho

— Tenía en mente comer en este lugar, pero no creo que sea lo más higienico ¿podríamos ir a comer a tu apartamento? — deja la canasta sobre una lavadora y me toma de la cintura

— Me encantaría invitarte a mi apartamento, pero tengo que terminar de lavar mi ropa.

— Claro, puedo ayudarte a que la espera no sea tan larga — baja sus manos hasta que se posicionan en mi trasero

— Creo que si puedes ayudarme en eso.

Me pongo de puntillas para poder besarlo, el sigue mis movimientos y me junta a su cuerpo mientras sus labios siguen atacando mi boca con tenacidad.

— Esto me hizo falta — susurro contra sus labios

— ¿Debo sentirme utilizado? — dice juguetón

Nueva York +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora