𝐕𝐈

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"'Cause I'm in a field of dandelions
Wishing on every one that you'd be mine, mine
And I see forever in your eyes
I feel okay when I see you smile, smile"

- Dandelions, Ruth B

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A la mañana siguiente, se levantaron con algo de pereza.
Pero Trumpkin tenía razón al decir que la luz del día no duraba mucho.
Tomaron sus cosas y empezaron con su camino. Y como siempre con Peter guiándolos. 

— No recuerdo este camino. — habló, Susan viendo el lugar.

Peter giro a verla divertido.— No saben retener mapas en la cabeza, eso es lo malo de las chicas. — respondió, burlón.

La castaña rodó los ojos y negó divertida.

— Eso es por que ya tenemos algo en la cabeza. — sonrió, Lucy orgullosa.

Alana sonrió divertida, al igual que Susan y Edmund, mientras Peter negaba con una sonrisa.

Caminaron un poco más llegando a un sendero y la castaña miró a Edmund saltar de una roca junto al enano por un lado.

— Desearía que escuchará de vez en cuando al Q. A. — murmuró Alana a Susan a su lado.

Sus amigas sonrieron, viendo a Trumpkin. 

— ¿Q. A.? — cuestionó, Edmund confundido.

— Querido Amiguito. — respondió, Lucy con una sonrisa. 

Susan y Lana rieron a lo bajo y siguieron caminando dedicándose una corta mirada divertida. Dejando un poco atrás al pecoso y al enano.

— Eso sí que no es considerado, ¿o sí? — cuestionó, Trumpkin al de cabellos negros a su lado. 

Edmund reprimió una pequeña risa, mientras saltaba de un pequeño bordó. 

Peter al cruzar debajo de un sendero, se acercó a una roca para guiarse desde arriba. 
Los chicos junto a Trumpkin llegaron por detrás, mirando el lugar. 

— No me perdí… — murmuró.

— No, — soltó, el enano dando un pequeño saltó desde una roca. — soló tomaste el camino equivocado. — añadió. 

Los Pevensie junto a Alana miraron al mayor de ellos. 

— Dejaste a Caspian en el bosque Tembloroso y el camino más rápido, es cruzando el Río del Torrente. — reprochó. 

El enano apartó la mirada. Y vaya que se dio cuenta de que Peter Pevensie era terco.

— Pero si no me equivoco, no encontrarás un cruce en estos peñazcos. — enunció. 

El semblante de Peter se volvió molestó.— Entonces eso lo explica. Te equivocas, Q. A. — reprendió.

Alana rodó los ojos y siguió caminando detrás del rubio, como los demás lo hacían. 

Se mantuvieron en silencio mientras llegaban a la orilla del peñazco. 

Alana al ver la orilla del acantilado, recordó su primera vez en Narnia. 

"— ¡Alana! — gritaron sus amigos a sus espaldas

La castaña poco le importaba, cuando el brazo de Peter la sostuvo antes de que pudiera ir más allá y fuera tarde.

Su respiración se entre corto al instante, al ver la altura y se aferró al brazo del rubio sin dudarlo. Había ido demasiado lejos como para que pudiera detenerse antes de tiempo.

𝐅 𝐎 𝐑 𝐄 𝐕 𝐄 𝐑  𝐘 𝐎 𝐔 | EDMUND PEVENSIE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora