Capítulo 4

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Tres meses después...

Alex:
Llevaba meses tratando de obtener la información en el celular de Elisa, y ya casi lo había logrado. Rodolfo se había ido a Estados Unidos, en donde la había surgido una oferta de trabajo. Me alegraba por él, al menos, uno de nosotros tenía la oportunidad de un nuevo comienzo.

De repente, escuché el timbre de la puerta, cubrí mi computadora, junto con todo el equipo que estaba usando para acceder al teléfono de Elisa, con una lona negra, y me dirigí hacia la misma. Al abrirla, vi a una chica de pelo largo, y negro. Alta, de ojos verdes, y una forma de vestir muy elegante.

—¿Hola?—pregunté, confundido.

—¿Es la casa de Alejandro Guzmán?—me preguntó, algo tímida.

—Sí. ¿Cómo la puedo ayudar?

—Mi nombre es Lana, Lana Montero. Soy amiga de Elisa, y yo estuve con ella el día en que murió.

Se había ganado mi atención, pero ¿por qué ahora? ¿Por qué después de tres meses y medio fue que vino a dar la cara?

—Pasa—le dije.

La guíe hasta mi sala, y la hice sentarse en el sofá. Ella se veía nerviosa, y yo no le quitaba los ojos de encima a su lenguaje corporal. Asi como odia ser la verdadera Lana, podía ser algún truco del asesino de Elisa, alguna pista falsa para que no llegue hasta él.

—Te escucho—le dije, firme—¿Qué viniste a hacer a mi casa, después de tres meses y medio?

—Porque no sabía que Elisa había muerto. Me fui al extranjero esa misma noche. Ella me dejó en el aeropuerto, y dijo que iría a una farmacia, para luego, ir para tu casa. Ella te mencionaba mucho, estaba muy enamorada de ti.

—¿Desde qué hora estuviste con ella?

—Desde las 12:00 del mediodía, más o menos.

—¿A dónde fueron?

—Pasamos por el centro comercial, yo hice algunas compras, y luego, fuimos a comer en uno de los restaurantes, no recuerdo el nombre.

—¿Pasaron por algún hospital o clínica en algún momento?

—No, para nada—se quedó callada unos segundos, suspiró profundo, y siguió hablando—Alejandro, yo creo que tú nunca conociste la verdadera cara de Elisa.

—¿A qué te refieres?

—Ella tenía diagnosticada una enfermedad mental, nunca me quiso decir cuál, pero tenía unos episodios bien cabrones.

—¿Ah sí? ¿Y como es que no aparece ninguna enfermedad mental en su récord clínico?

—Porque el dinero de papi puede comprar el silencio de todos, y hasta el historial clínico.

—¿Qué clase de episodios tenía, exactamente?

—Fingió intentar suicidarse, varias veces.

—Ya veo. Aquí, hizo varias cosas suicidas, también. Y acabó muerta, de tanto tentar a la suerte.

—Igual que su padre, por algo era su hija favorita. Ambos son tal para cual. Solo... quería que supieras la verdad. Probablemente, fue la misma Elisa, quien agarró el coche más deteriorado de la concesionaria.

—Ok, lo tomaré en cuenta—mentí—de todos modos, la policía ya cerró el caso, y yo estoy harto de buscar culpables. Primero por la muerte de mi hermana, y ahora, la de Elisa. Estoy harto. Creo que le tomaré la palabra a un viejo amigo, y me iré a España a empezar de cero.

[2]  Un Paso Atrás [¿Quién mató a Sara?]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt