Cálida Velada

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De camino al templo dorado Hefesto tragó lento convenciendose que no tenía que haber ido, pero no se creía capaz de darle la cara a los astros si venían a reclamarle haberles dejado plantados. Era el dios del fuego no es que pudieran quemarle, se quería convencer entrando lentamente, recordando que jamás había visto el fuego del sol y estar ante ellos si le intrigaba pensar como sería

Desde el volcán le veía, pero fuego era fuego a fin de cuentas, se convencía forzándose a dejar de pensar en ser calcinado, pero Selene, Selene era agua, Selene era frialdad y capaz de ahogarle de ser necesario, solo le bastaría con mover su delicada muñeca y las mareas le aplastarían con fuerza hasta extinguirlo, dramatizaba tensándose a cada paso que dio antes de sentirse vigilado. Se detuvo en seco antes de mirar el lugar y notar esos ojos violetas ocultos tras una de las columnas

-¿Hefesto?- verificó la niña tras su escondite, el herrero afirmó y ella pareció cuestionarse si creerle- que grande eres- declaró saliendo de su escondite la diosa alada- llegas tarde- aclaró lo obvio

-Al menos vine- recriminó a la infante al sentirse regañado por la niña que infló las mejillas con ceño fruncido y puchero- y tú eres una enana- declaró retomando el camino

-No soy una enana, soy una titanide, espera que crezca- contradijo corriendo tras él alcanzándole, el herrero rio con burla- ¡es verdad!- altercó señalándole y alzando vuelo para aterrizar frente a él- tú serías diminuto al lado de mis hermanos y cuando crezca, seré más grande que tú- defendió su honor antes de terminar pataleando cuando Hefesto la tomó de la túnica y la alzo del suelo- ¡BAJAME!- ordenó lazando ataques que no llegaban al herrero- que denigrante es esto- concluyó cruzándose de brazos dejándose llevar- no sonrías, no es gracioso- regañó cuando lo vio sacudirla como si fuese una muñeca

-¿Qué me harías?- retó, la vio abrir la boca, querer responder, no lograrlo y cruzarse de nuevo de brazos- exacto, nada, ni ahora, ni en un futuro- concluyó bajándola antes de seguir su indicación por dónde ir y entrar a un salón con columnas de cristales- ¿hola?- llamó al encontrarlo vacío

-Ella no es tu marioneta- escuchó tras él la voz queda, pero rasposa de quien se obliga a no disgustarse; Hefesto se negó a girar, no necesitaba hacerlo para saber quién le hablaba, la reacción fue bajar la cabeza, pero alzar la mirada- y tú, eres una pésima anfitriona- le indicó el titán a Eos que sonrió con inocencia haciéndose al lado de su hermano, sonriendo con altivez al herrero, al verificar lo pequeño y feo que se veía el cojo, al lado del soberbio Helios- ¿Qué haces en mi templo, Deidad?- exigió respuesta pasando de largo

-...- ¿hablar? ¿Eso como se hacía? Hefesto volvió la vista a ambos y aprovechando que Helios no le daba la cara, se armó de valor para articular palabra- Selene- explicó y la frase completa de decir "Selene me ha citado junto con Filotes", pero se atascó en la garganta, cuando el sol se dignó a mirarlo en cuanto nombró a su hermana

-¿Qué con Selene?- insistió Helios tras unos segundos al captar que no diría más, Eos sonrió divertida de ver al herrero tan nervioso- deidad, mi paciencia es poca- advirtió al no obtener respuesta frotándose los avambrazos dorados que portaba siempre

-Ella dijo que viniera- se obligó a responder en voz tan alta como logró que sonara, pese a que las palabras temblaron al ser dichas al menos se hizo oír

-Así fue- sorprendió Selene tras él logrando el respingo de Hefesto al sentirla pasar por su lado- es un escogido de padre- explicó y en total silencio el herrero se relajó aliviado de no tener que hablar más, ya ella le explicaría a sus hermanos, se juró y así fue

Mientras Selene hablaba con sus hermanos, Hefesto aprovechó para verles y también al lugar. Sobriedad, sofisticación y equilibrio, es lo que le venía a la mente viendo el lugar, pero de todo le llamó la atención y se le antojaba también tomar una de esas lágrimas de cristal que reflejaban las flamas de las antorchas, intentó imaginar cómo se habría forjado tan delicadas figuras, antes de volver la vista a los titanes que habían optado por ignorarle, les detalló a ellos

El Amor de HefestoWhere stories live. Discover now