< Capitulo 5 >

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Capitulo cinco: Compañeros castrosos.

Miércoles

- Ya pueden salir -

Permitió la maestra de Artes después de que el timbre del receso inundara toda la escuela.

Intenté sacar mi sandwich del compartimiento más pequeño de mi mochila.

- Oye, Lucerito - tocan mi hombro

Y como siempre...

- Recuerdas que ayer dijiste que tú comida favorita eran los tacos, pues fíjate que justo mi mamá compro una orden grande anoche, y como sobraron hoy traje cuatro, los podemos compartir si quieres. -

¡Tacos! :D pero de Eduardo... :/

No tenía ganas de seguir respondiendo sus preguntas pero enserio que amo los tacos y ya tiene que mis papás no han comprado , aceptaré por hoy, de cualquier forma si mañana quiere hacer lo mismo ya diré que no.

- Bueno, si. -

El sonrió.

Salimos del salón, pero antes, ví a una bolita de tres chicos susurrando entre ellos mientras nos miraban con cierta burla.

Pero bueno, los tacos todo lo valen.

Empezamos a comer, dos tacos de asada para cada uno, tan pronto como el comenzó a hablar.

- Sabes yo aprendí a jugar fútbol desde que...

¿Me debería arriesgar y buscar minerales en la cueva enorme que había en esa montaña? Chance y encuentro hierro, ya se me está acabando el que tengo, aunque la última vez que entré a una cueva tan oscura me topé con todo un generador de zombies que me mataron al instante y perdí todas mis cosas, pero solo debo guardar mis cosas importantes en un baúl y no habrá problema. Si, ya me decidí, entraré a la cueva.

- Lucerito - me agitaron - Lucerito. -

- ¿Eh? - me perdí pensando en videojuegos.

- Pensé que te habías quedado trabada o algo, te decía, y así fue como comencé con el Fut.

- Aa, si, si, muy genial. -

No le presté atención ni media palabra.

Metí a mi boca el último pedacito que tenía en manos del segundo taco, no sé dónde los habrá comprado pero sabían deliciosos.

- Wow, si que comes rápido Lucerito - dijo riendo.

Y el muy lento, Eduardo apenas iba por la mitad del primer taco.

- Ey, ey, ¿Para cuándo la boda Edi!. - gritaron.

Fue uno de los chicos del salón que estaba jugando fútbol, es otro castroso, solo debo de ignorarlo, ignorar.

- ¡Mejor concéntrate en dominar bien el balón!. - respondió Eduardo.

Y por un momento tenía la mirada de más de uno sobre mi, nunca me había pasado, fue muy incómodo, como sentirme en miniatura.

- No le hagas caso, solo está bromeando. Te seguía contando, mis equipos y jugadores favoritos de fútbol son...

Fútbol, tengo que ir a casa de mis primas este sábado, ellas tienen la Xbox y a mí me hacen falta unos buenos partidos en Fifa, tiene semanas que no lo juego y hace poco me compre el nuevo disco, aunque dicen que muchos jugadores tienen bugs molestos, trataré de escoger bien.

Jueves.

Hoy estuve de buena suerte, Eduardo en receso le a dado por jugar fútbol con los chicos, así que tuve un relajante receso para mí sola sin que alguien interrumpa cada cinco minutos mis pensamientos.

Ahora estaba en la penúltima clase antes de la salida a casa, teníamos que hacer un reporte pequeño sobre los anti derechos, todos estábamos amontonados en bolita en el escritorio del maestro quien calificaba demasiado lento, revisando cada detalle con mucho cuidado.

- A ti como te quedó tu reporte Lucerito - Eduardo se posicionó a un lado mío.

No dije nada solo alcé mi libreta para enseñarle cómo me había quedado.

- Que chido, hiciste la hoja completa, yo solo hice media. -

Dos de las chicas que estaban a mi vista se codearon entre si mientras una le susurraba algo en el oído a la otra y nos miraban, ahí van de nuevo.

El timbre sonó de la nada y el profesor tuvo que calificar a los que quedaban sin siquiera checar.

- Bueno muchachos, yo los veo en la clase de mañana, descansen - tomó su maletín y se despidió.

Regresé a mi banca y guardé mi libreta de Ética para sacar la de Inglés.

- Toma Lucerito, gracias por prestarlo -. Lo había olvidado, le presté un lapicero tinta azul a Eduardo para que escribiera su reporte.

- De nada - tomé el lapicero y lo guardé.

- Definitivamente Edi y Lucero se traen algo. - Samuel, uno de los más cercanos a Eduardo, dijo en alto, atrayendo la atención de todo el salón.

- Está claro que son novios. - le siguió otra, Regina.

- ¡Uuuuui! - hicieron bulla muchos.

- Oraa Lucero, confírmanos - dijo Jonathan Joestar.

Yo negué con la cabeza y con una cara de desagrado pero Eduardo solo se reía sin negar.

- Ya chamacos, cada quien ocupado de su propia vida, eh - fue lo único que dijo sin dejar de reír.

¿Así como lo iban a tomar en serio?.

Me senté, abrí mi libreta de mala gana y resoplé con fastidio.

- Good afternoon. - justo entró la profe de Ingles.

- Good afternoon teacher. - respondimos todos y yo la verdad ya no tenía ganas de nada más que de darles un buen puñetazo a todos del salón que estaban de castrosos, sobretodo a Eduardo.

...

Días muchos más habían pasado y Eduardo seguía sin cansarse, pero también tenía que ahora a todo el salón se le había hecho costumbre molestar de vez en cuando con que éramos novios y ese tipo de burlas infantiles.

Incluso pasaron un límite dónde ya no solo niego, les amenazo con que dejen de molestar o le diría a la maestra pero no me toman enserio y siguen molestando, y en cuanto a los maestros, de las veces que les e reportado eso lo único que hacen es soltar un "Ya muchachos, dejen el relajo" y nada más.

Sé que lo hacen a propósito para molestar y que con ignorar basta pero es cansado.

Lo que más molesta es que Eduardo no hace el mínimo intento por calmarlos de verdad.

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