XV

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Creyó haber escuchado mal, de pronto su corazón saltó de felicidad. Por fin Cesar seria libre.

En su cara no se reflejo esa emoción que estaba en su corazón. ¿La razón? Ella no podría separarse de Omar.

Una lágrima rodo por su mejilla y César se dio cuenta de eso.

—Acaso no te agradó la motiva.

—No es eso... —Titubeó

—¿Entonces qué?

Victoria dudo mucho en decirle la verdad, pero ya no podía ocultarlo más. Eso le carcomia el alma.

—No puedo separarme de Omar. Me amenazó con quitarme a mis hijos si lo hacía.

César sintió compasión. — Mi amor, porque no me lo habías dicho.

—Por cobarde... Sabes lo importante que son mis hijos para mí y no podría estar lejos de ellos ni un segundo.

—Lo sé y jamás te pediría que los dejaras. Pero no te preocupes. Te ayudaré a resolver esto. Omar debe de tener cola que le pisen, no podrá quitarte los niños tan fácil.

—Gracias César, no sé que haría sin ti.

—Solo dime una cosa. ¿Me amas?

—Más que nunca... Eres el amor de mi vida. Te amo.

—Yo te amo a ti.

Estábamos muy alejados de dónde era la fiesta, a decir verdad ya ni se veía ni se escuchaba nada.

La luz de la luna era lo único que allí iluminaba. Sus miradas se conectaron, estaban tan cerquita el uno del otro que respiraban el mismo aire.

César paso una sus manos por la cintura de Victoria, y la acercó más a él. Ella se engancho a su cuello  y atacó sus labios con un beso voraz  lleno de deseo y pasión contenida.

Se acariciaban con desesperó. Prontamente la ropa empezaba a sobrar. César despojo a Victoria de su vestido dejandola en ropa ininterior.

—Estás loco, nos pueden ver.

—Loco por ti, por tu piel... Hace mucho que no estamos juntos y es una maldita tortura.

—Y si alguien nos ve, es muy arriesgado. — Ahogando un gemido cuando César le quitó el brasier.

—Vamos al agua. — Propuso quitándose la ropa rápidamente.

—Eso si que no, esta muy fría.

En un chasquido César estaba desnudo. Acosta a Victoria en la arena, su pelo estaba suelto y gracias a la luz de la luna la hacía parecer una diosa.

César empezó besando su cuello para después descender hasta sus pechos, allí jugo con ellos, los chupo lamió y beso con ganas. Victoria gemía en su oído y eso lo encendía más.

Bajo los beso por su abdomen. Hasta llegar a su vagina. La acarició por encima de la braguita.

—Diosss... Estas muy mojada.

—Es lo que provocas en mí.  — Dijo soltando un gemido.

Le quitó las bragas y con su lengua empezó a brindarle placer. Victoria se retorcía con tantas sensaciones. Gemia sin control. Estaba muy exitada.

Con bastante agilidad hizo que César quedará debajo para así montarse a horcajadas sobre él. Lento y con seguridad tomó el miembro erecto de César y lo introdujo en su feminidad.

Empezó a moverse despacio, sus manos estaban apoyadas en el pecho de él y éste jugueteaba con sus senos.

Las manos de César bajaron hasta el punto débil de Victoria, incrementando el placer.

Ella empezó a moverse mucho más rápido, el miembro palpitante de César en su cavidad le hizo saber que estaba cerca del orgasmo.

Una... diez embestidas más y ambos llegaban a la cima del placer. Con la respiración agitada y abrazados el uno al otro.

Ya cuando la respiración estaba más calmada Victoria se volteó y le dijo. Sabes que acabas de cumplir mi fantasía sexual— con cara pícara.

César se sienta al lado de ella.— me complace ser yo quien la cumpliera— dándole besos espontáneos.

— No quería que nadie más cumpliera esa fantasía que no fueras tú mi cielo.

Se quedaron mirando las Estrellas por un largo rato.

César vamos a la fiesta a despedirnos devén estarse preguntando por nosotros. Gracias a dios no se mojaron las topa porque— los dos se echaron a reír.

Ya César están casi terminándose de vestir y a Victoria solo le faltaba lo más importante las bragas.

— César no encuentro las bragas con un demonio.

César se echó a reír.— Hay no importa no vas a durar mucho con ellas ya que te las quitaré otra vez- dijo en todo de burla.

— Ya es enserio ayúdame a buscarlas.

Se dispusieron a buscarlas después de un rato no la encontraron.

— Ni modos te tocará irte sin bragas. César se echó a reír.

—No es gracioso.- el da por el pecho

Se terminaron de arreglar.

Bueno vamos.

El vestido de Victoria tenía un gran abierto en las piernas así qué si se movía mucho se le vea todo.

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