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Yuuto tenía un gusto culposo en incomodar a las personas. Ya sea un completo desconocido o su amigo más íntimo, disfrutaba sacarlos de su zona de confort y observar sus reacciones, reaccionar antes ellas y quizás idear un plan para remediar el daño.

Y últimamente fastidiar a su mejor amigo se había vuelto su actividad favorita, pues amaba reírse aún sin entender bien el concepto de felicidad. Ciertamente, siempre se preocupada de no liarla, pues sin dudas su amistad era lo más preciado que pudo haber conseguido.

Kuro Takahashi resoplo ruidosamente y soltó el joystick que tenía en sus manos, observando enojado como la pantalla mostraba un "Player 2 wins" en grandes letras, como si quisiera hacerlo enfadar más. La sonora carcajada del chico a su lado lo sacó más de sus casillas y rogó por no explotar patéticamente ante un videojuego.

No era un mal perdedor, pero una racha de 15 partidas perdidas molestaría a cualquiera. Más considerando que el rival era un tramposo decidido a hacer de todo solo para divertirse. Y no es que fueran suposiciones, o sea sí lo eran, pero sabía que hacía trampa porque era imposible que le ganara tantas veces. ¿Tenía pruebas? No, pero tampoco dudas.

Así que se levanto, jurandose nunca más invitar a Yuuto a jugar videojuegos, sabiendo que iba a retractarse horas después.

— No pongas esa cara.

— Chupala, comete una de esas que te ahoguen y te mueras. Mira que muerte más patética, ahogado por una pija.

— Que agresivo — Carcajeo de nuevo, esta vez mucho más ruidoso —. ¿Es un premio o un castigo?

— Ay cállate. A veces eres tan cagon que ni se por qué somos amigos.

— Así me quieres.

— No, chupala.

Y era divertido, porque Kuro jamás se enojaba, o más bien dicho jamás lo expresa. Era demasiado cobarde y sumiso para defenderse. Aquellos con los que podía discutir ciertamente era por una cercanía tan íntima que sabía que no saldría lastimado, por ello era capaz de salir de ese caparazón de miedo. Eso sin duda hacía que Yuuto disfrutase mucho más.

— Okey, acepto.

— ¿Morir ahogado por una pichula?

— Morir no, comerme la tuya sí.

— ... Qué.

— ¿No hablabas en serio?

— ¿No?

Kuro paso del enojo al pánico en segundos. Sentía calor en la cara y de seguro que estaba sonrojado, de la vergüenza. Llegó a pensar que era otro truco de Yuuto para molestarlo y ni aún así la molestia le ganó a la vergüenza. Seguía apaniqueado mientras estaba sentado en el suelo, con Yuuto a pocos metros de él.

— Era un insulto.

— ¿Por qué comer pija es un insulto?

— No sé.

— Ni suena tan mal.

— Un café primero.

— Tú propusiste.

— ¿Te parecía que hablaba en serio?

— ¿Por qué no podríamos hablar en serio?

Un silencio incómodo reinó por unos segundos, era Kuro debatiéndose entre aceptar o no. Si estuviera en cualquier otra situación hubiera rechazado al momento (Mentira, porque él no sabe decir no), pero no iba a negar aún tenía un fuerte enamoramiento por su mejor amigo. De ahí su indecisión.

¿Y si la cagaba?

— Como me muerdas me enojo.

— Trato.

Ya había dicho que sí, que fuera lo que dios quisiera. Mientras Yuuto se acercaba más a él podía imaginar el momento en que aclarara que era una broma, y él se enojaria tanto que se podría a llorar y lo echaría de la casa. Se encerraria por lo menos una semana y luego iría a la casa del albino, tan solo para tirarle una silla encima y le reclamaria por haber jugado con sus sentimientos.

Y le quedo más que claro que eso no sucedería cuando Yuuto comenzó a desabrochar su pantalón. El nerviosismo lo dejó paralizado, solo observando como la prenda quedó a la altura de las rodillas. Sintió frío en sus muslos.

Concentrado, el albino recorrió con la yema de sus dedos toda la zona expuesta. Sentía los escalofríos que le causaba al pelinegro cuando sus dedos se acercaban peligrosamente a su miembro aún oculto bajo la tela de su ropa interior. Se estaba tomando su tiempo para decidir cuidadosamente como proceder, después de todo, quería complacerlo lo mejor que pudiese.

No sé hizo más de rogar y finalmente apartó la ropa interior, que quedó en las rodillas al igual que el pantalón. Si bien el contrario estaba algo "animado", no era suficiente según los parámetros de Yuuto y eso significaba que aún había trabajo por hacer. Comenzó con un vaivén lento con su mano derecha, mientras que la izquierda jugueteaba con la punta.

No pasó mucho hasta que incorporó su lengua a su juego, lamiendo desde la base hasta el glande y succionando la punta, deleitándose con los espasmos del cuerpo de Kuro ante la provocación. Los suspiros y jadeos que el pelinegro intentaba ahogar con su mano eran melodías que incentivaban a Yuuto a continuar.

Se acomodó un mechón de cabello detrás de su oreja, y comenzó a usar su boca, manteniendo lejos los dientes. Tan solo un poco al principio, succionando y moviendo su lengua, hasta que se animó a continuar mucho más profundo. Ahuecaba sus mejillas mientras movía su cabeza hacia adelante y atrás, provocando gemidos en el pelinegro.

Decidió tentarlo, y busco los ojos oscuros del contrario. Le esquivaba la mirada, y luego de mucha insistencia la mantuvo por unos momentos, para volver a esquivarlo como antes. Siguió insistiendo y bajo la velocidad de su cabeza para lograr su cometido.

— Yuuto... deja de mirarme así.

El albino negó como pudo y siguió, logrando que el pelinegro estuviera más nervioso. Aunque Kuro lo evitara, continuaba encontrándose con los ojos rojos del contrario, sintiendo como si observara las partes más ocultas de su ser. Quería romper el contacto visual a toda costa.

Tomo los cabellos del chico y empujo su cabeza, percibiendo como tocaba la garganta del albino, quien tuvo una arcada. Rápidamente lo soltó temeroso de haberlo lastimado, quedando atónito al observar sus pupilas dilatadas y un notorio sonrojo.

— ¡Perdón! — Se apresuró a disculparse, a pesar de que era más que obvio que al contrario le había gustado. Este tomo la mano del pelinegro y la poso en su cabeza, volviendo a su trabajo. Sus intenciones quedaron claras.

Kuro enredó sus dedos entre los cabellos blanquecinos y guió los movimientos. Se sentía menos cohibido participando, irónicamente. Se enfocoóen los sucios ruidos que producían ambos, en la humedad de la boca de Yuuto, en la calidez en todo su cuerpo, y en el ligero temblor de sus piernas que anunciaba que mucha resistencia no le quedaba.

— Ey, Yuuto, voy a-

Ni siquiera pudo terminar la frase puesto que un movimiento rápido del albino le sacó un gemido. Creyó escuchar una risita de su parte y aumentó la velocidad de sus movimientos, a la vez la intensidad con la que succionaba. A Kuro ya le faltaba el aire.

Sintiéndose en sus últimas, Kuro se dejó llevar. El líquido espeso y blanquecino quedó en la boca del albino, un poco escurriendo por la comisura de sus labios. El pelinegro se afirmó hacia atrás, recuperando el aliento.

— Ni se te ocurra tragarlo.

— Muy tarde — Respondió, abriendo la boca para demostrar que ya casi nada quedaba ahí, como un niño pequeño. Esa imagen seguro se quedaría rondando mucho tiempo en la mente de Kuro, pero eso lo resolvería después.

Había olvidado por completo subirse los pantalones.

💀Where stories live. Discover now