━━ Aragog.

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      CAPÍTULO 11.     

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El verano estaba a punto de llegar a los campos que rodeaban el castillo. El cielo y el lago se volvieron del mismo azul claro y en los invernaderos brotaron flores como repollos. Pero sin poder ver a Hagrid desde las ventanas del castillo, cruzando el campo a grandes zancadas con Fang detrás, aquel paisaje no les gustaba tanto; y lo mismo podía decirse del interior del castillo, donde las cosas iban de mal en peor.

Harry, Ron y Lily habían intentado visitar a Hermione, pero incluso las visitas a la enfermería estaban prohibidas.

— No podemos correr más riesgos —les dijo severamente la señora Pomfrey através de la puerta entre abierta —. No, lo siento, hay demasiado peligro de que pueda volver el agresor para acabar con esta gente.

Ahora que Dumbledore no estaba, el miedo se había extendido más aún, y el sol que calentaba los muros del castillo parecía detenerse en las ventanas con parte luz. Apenas se veía en el colegio un rostro que no expresara tensión y preocupación, y si sonaba alguna risa en los corredores, parecía estridente y antinatural, y enseguida era reprimida.

Especialmente Lily parecía ser la más consternada. No era mucho de hablar, pero ahora lo hacía mucho menos y ya no sonreía ni bromeaba junto a Ron. Siempre estaba con el rostro apagado y cabizbajo, sumado a las ojeras en sus ojos debido al insomnio. No había podido dormir desde el ataque a Hermione. Seguía teniendo pesadillas constantes que ahora incluían al horrible monstruo y a su amiga pidiéndole ayuda desesperadamente.

Estaba realmente traumada.

Harry y Ron habían intentado animarla, pero todo parecía en vano. La única manera de que ella volviese a ser otra vez como antes, era desenvolviendo todo ese misterio y trayendo a Hermione de nuevo, porque parecía que desde su desaparición, había un enorme vacío en el interior de Lily.

SIn embargo, también se repetían constantemente las últimas palabras de Dumbledore: «Sólo abandonaré de verdad el colegio cuando no me quede nadie fiel. Y Hogwarts siempre ayudará al que lo pida.» Pero ¿con qué finalidad había dicho aquellas palabras? ¿A quién iban a pedir ayuda, cuando todo el mundo estaba tan confundido y asustado como ellos?

La indicación de Hagrid sobre las arañas era bastante más fácil de comprender. El problema era que no parecía haber quedado en el castillo ni una sola araña a la que seguir. Harry las buscaba a donde quiera que iba, y Ron lo ayudaba a regañadientes, mientras que Lily todavía estaba lo suficiente traumada con el ataque de Hermione como para siquiera prestar atención a sus amigos. Además se añadía la dificultad de que no les dejaban ir solos a ningún lado, sino que tenían que desplazarse siempre en grupo con los alumnos de Gryffindor.

La mayoría de los estudiantes parecían agradecer que los profesores los acompañaran siempre de clase en clase, pero a Harry le resultaba muy fastidioso. Había una persona, sin embargo, que parecía disfrutar plenamente de aquella atmósfera de terror y recelo. Draco Malfoy se pavoneaba por el colegio como si acabaran de darle el Premio Anual. Harry no comprendió por qué Malfoy se sentía tan agusto hasta que, unos quince días después de que se hubieran ido Dumbledore y Hagrid, estando sentado detrás de él en clase de Pociones, le oyó regodearse de la situación ante Crabbe y Goyle:

Enamorando al Slytherin (Draco Malfoy y tu) LIBRO 2Where stories live. Discover now