Capítulo I

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EVELYN

Alargué mi brazo para coger un vaso lleno de agua de la mesa de mármol y lo llevé a mis labios, sorbiendo de él.

Otra profesora llamada María, que se sentaba a mi lado, alzó la mano y habló, aportando algo sin importancia con una mirada de alegría en los ojos. Yo, en cambio, rodé los míos.

Aquella reunión era extremadamente aburrida y solo esperaba impacientemente a que acabase de una vez por todas. Duraba aproximadamente dos horas y media y se volvía a repetir cada año. En ella se hablaba de quién daba a cada clase el resto del curso y de más temas que no mencionaré por pereza.

-En efecto, María. Tú serás la tutora de 3 de la ESO B— afirmó Rachel, la directora de la escuela.

Aunque no había oído la pregunta de María no era tan difícil predecir de qué se trataba.

Suspiré y alcé la mano, sin esperar para hablar.

-Disculpe, directora. ¿De qué clase me encargaré yo este año?

Sabía la respuesta, todos los años era la misma clase. La impartía desde hace ya cuatro años y era mi clase modelo, siempre con las mejores notas y los estudiantes más responsables de toda la escuela, me enorgullecía de ellos.

Sin embargo, cuando la directora volvió a hablar me sorprendió enormemente lo que dijo:

-Me alegra que preguntes, Evelyn— dijo con voz risueña y con una sonrisa en la cara, aquella sonrisa que me ponía secretamente de los nervios— tú serás la tutora de 1 de Bachillerato B.

Estaba en shock, aquella definitivamente no era la respuesta que esperaba, se suponía que debía de decir que tenía que enseñar a la nueva clase de 4 de la ESO A, como todos los años.

Se oyeron unos cuantos susurros en la oficina, y una profesora a la que solo conocía de cara exclamó:

-¿La clase de los 13?— preguntó la mujer con su claro acento mexicano— ¿qué ha pasado con Dan?

Yo estaba anonadada, primero me cambiaban de clase y ahora tenía que enseñar a La clase de los 13, ¿ahora qué?

-Sí— conseguí articular— ¿qué pasa con Dan?

Dan era el tutor de La clase de los 13 desde hacía unos dos años, era un alivio porque nadie se quería encargar de aquellos niños demoniacos. Yo me había encargado un par de veces de ellos el año pasado por la ausencia de Dan y había podido comprobar que aquella clase era una causa perdida, y no era la única que pensaba aquello.

Todos los profesores los habían apellidado por La clase de los 13 por dos razones:

1. Eran 13 alumnos

2. Era la clase de la mala suerte, de las desgracias.

Ser tutora de aquella clase implicaba tener más clases de lo habitual con ellos y verlos una media de 18 horas a la semana cuando los profesores normales solo estaban con una clase una media de 8 horas a la semana.

Volví a fijar mi vista en la directora, quien me miraba directamente a los ojos de manera casi siniestra.

-Dan ya no está aquí— y al ver nuestras caras de interrogación, añadió— decidió dejar esto y dedicarse a la música.

Aquello nos tomó a todos por sorpresa, Dan nunca había mostrado ningún interés en nada musical nunca antes, ¿y ahora se hacía músico? Venga ya.

-Eso quiere decir que tú serás la nueva tutora, Evelyn— dijo Rachel mirándome intensamente como si creyera que era capaz de tener un ataque de ansiedad allí mismo.

-Con el debido respeto, directora. Esos niños son el demonio personificado, y soy incapaz de hacerme con ellos.

Por la mirada que la directora me dedicó me di cuenta de que me había pasado.

-Este trabajo es duro, Evelyn— genial, ahora me daba el típico sermón— deberías saberlo, y si no quieres ser la tutora de 1 de Bachillerato B entonces es mejor que salgas por esa puerta.

La miraba anonadada mientras que apuntaba a la salida con el dedo índice, parecía enfadada, realmente enfadada.

Los demás profesores de la sala me miraban, incrédulos. Detestaba tener tanta atención sobre mí así que solo respondí son un simple "bien" y me hundí en la silla. Casi no presté atención al resto de la reunión de lo "ida" que estaba.

———

Algunos minutos después, la reunión terminó y me levanté con el resto para salir de aquella sala, necesitaba aire.

-Evelyn, espera— me llamó la directora cuando ya estaba a escasos pasos de la puerta.

Suspiré y me di la vuelta para encontrarme con aquella mujer que había tenido la "fantástica" idea de cambiarme de clase.

-¿Qué necesita, directora?— pregunté lo más tranquilamente que pude.

Ella no respondió, en cambio esperó a que todos los presentes salieran de la sala para hablar de nuevo.

-Entiendo tu disgusto— dijo— pero tienes que entender que no puedes ser la tutora de una clase por tanto tiempo, por eso este cambio.

Podía llegar a tener razón pero estaba demasiado disgustada como para empatizar con alguien, y menos con ella.

-Entiendo, directora— dije de todos modos.

Ella sonrió cálidamente y me hizo una señal con la mano en señal de que me fuera.

-Bien bien— dijo Rachel.

Y salí de la sala malhumorada.

La clase de los 13Where stories live. Discover now