Capítulo 5: El ataque en el teatro

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Volvimos a nuestras celdas, y 104 y yo seguíamos hablando, nos interrumpió un chico que se hacía llamar 126. Era muy culto.

- Buenas, me presento, soy 126, sé que no me puedes observar, pero estoy justo al lado tuyo. Tengo 16 años, y soy 1 mes más pequeño que 1000, pero de todos modos, vine aquí nuevo hace 2 años.

- ¿Qué le pasó a tus padres? - pregunté -.

- Murieron.

- ¿Murieron? Pobre... ¿Cómo fué?

- No lo sé, dicen que tuvieron un accidente porque fueron al teatro y les dispararon, fué algo así, no he querido saber nada más del tema.

Me salían lágrimas de los ojos. El pobre chico había perdido ha sus padres con tan solo 9 años... Los mios están desaparecidos, pero no están muertos. Según contaba, sus padres iban de camino a Sicilia, en un viaje de avión. Al llegar, fueron al teatro, donde se representaba la película de Blancanieves. Hubo un ataque dentro de el teatro, a saber quién fue, que acabó con la vida de todos los actores y la mayoría de los visitantes.

Él no lloraba. Quizás alguna lágrima derramaba, pero poco más, se ve que ya lo había superado.

- ¿Y qué? ¿Qué les ha pasado a los tuyos? - preguntó él triste -.

- No lo sé. - respondí -. No sé donde están... Están desaparecidos.

- ¿Cuándo fue la última vez que les viste? Lo siento por tantas preguntas.

- No, tranquilo, hace unas semanas que no les veo.

- Muy buena suerte, buenas tardes.

Se me caían las lágrimas al saber que todos los niños que había en este reformatorio eran huérfanos, no tenían padres y nadie que les pudiera cuidar.

Pregunté a 104 que si había esperanza, ella dijo que ningún niño por el momento había vuelto con sus padres, por el momento ninguno, porque no todos estaban desaparecidos.

Al día siguiente me llamaron.

- ¿Lisa? Soy Clara tu tía, solo quería decirte que no te preocupes ¿vale? Si te quieres venir vente, estás invitada.

Aunque eso pareciera una prisión, yo no me quería separar de 104, ella era como mi nueva mejor amiga y eso de vivir con mi tía Clara no me gustaba nada, ya que la odiaba desde muy pequeña.

Me hacía llorar, nunca me lo pasaba bien y nunca quería ir a visitarla, era odiosa.

Pero aunque la prisión no era el mejor sitio del mundo, era muchísimo mejor que ir a visitar a mi tía, ahí no tenía amigos, pero en cambio, aquí, me lo pasaba genial con ellos, aunque con nombres un poco estúpidos, eran mis mejores amigos.

A mi tía le dije que prefería quedarme en el reformatorio.

Lejos, muy lejos...Where stories live. Discover now