IX

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[...]

El viaje fue largo e intenso. Sentía que los controles eran tan estrictos, que poco más y le pedían las medidas de las pestañas. Había pasado ya por varios controles y también se había perdido por varios pasillos, pero acabó encontrando su camino eventualmente.

- ¡Vamos a ponernos en la fila!- Oyó a lo lejos en un francés fluido y nervioso.

- Pero Marie, si aún falta hora y media.- Seonghwa no pudo evitar sonreír.

La gente allí era un verdadero panorama, había personas que estaban eléctricas, moviendo sus piernas o con cualquier otro tic nervioso, y había todo lo contrario, gente durmiendo tranquilamente con una revista en la cara. Estaban en su derecho, el sol todavía no había salido siquiera.

Seonghwa pensó en ver el sol salir acompañado de una escasa capa de nubes por la ventana de su sitio.

[...]

En esas catorce horas, Park había pasado los peores dolores de espalda de su vida a causa de un infante que sería futbolista en un futuro.

Las azafatas y azafatos estaban de un lado a otro atendiendo a los pasajeros, así que el joven de cabellos oscuros dió una señal a uno de ellos con sutileza para que se encargaran de su problema.

Mientras, se puso unos auriculares conectados a una de las pantallas del avión, sin saber realmente qué era lo que estaba viendo puesto que no le estaba prestando atención. En su lugar, dejó que los diálogos y la música cruzaran su mente sin realmente dejar una huella en su cabeza, mientras dejaba el tiempo del día pasar por sus ojos, cambiando el color del cielo, nubes y la posición del sol.

Después se quedó dormido mientras la soporífera película de vampiros todavía sonaba en sus auriculares.

[...]

Seonghwa despierta al ser sacudido por Jongho, quién, lo avisaba brevemente de que ya era hora de desembarcar.

Aún con sueño, Seonghwa se levanta a cámara lenta y, con pasos igual de pausados, va por sus maletas; en procura de las del resto de igual manera.

Es hora de ir.

Los luminosos cristales le dan los buenos días, junto con la cegadora luz del sol. De haberlo sabido, se hubiera llevado unas gafas de sol.

Ese pensamiento se aleja de su mente en cuanto ve la ciudad bajo sus pies, y, aún a plena luz del día, se queda maravillado frente al transparente vidrio que brindaba fiel aquellas vistas. Entonces, es apurado nuevamente por Haneul.

Finalmente, Seonghwa sale y aspira aquel aire de fresas y olor a cigarrillo.

Tan diferente a su casa.

Podría volverse adicto a las calles de piedra y balcones de cristal apenas los veía, y a causa de estar mirando hacia los edificios, casi se cae más de una vez. Yeosang, el último en desembarcar, se ofreció a prestarle su brazo para que se apoyara en caso de caerse de nuevo.

Yunho que estaba hablando por teléfono hasta ahora, los intentaba guiar a todos hasta el punto de encuentro, pues es su responsabilidad que todos lleguen de una pieza.

Al salir a una acera, Yunho señala a una chica con cabellos anaranjados que los esperaba con un cartel en las manos, frente una furgoneta negra de ocho plazas.

Al ver cómo se acercan, esta sonríe.

- Hola, supongo que seréis el equipo del que todos hablan en francia. Kim Seokjin me habló más que bien de vosotros.- Dice, estrechándoles la mano a todos individualmente.- Yo soy Nerim y os acompañaré al hotel para que mañana estéis frescos como una lechuga.

𝑆𝑢 𝑃𝑟𝑜𝑚𝑒𝑠𝑎 (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora