No puedo... [Fate: The Winx Saga]

No puedo...

El mundo la odiaba, y si no lo hacía, entonces ella odiaba al mundo. No podía ser feliz, no porque no lo quisiera o porque no buscara serlo, sino porque cada que encontraba un rayo de luz en su vida, el mundo se encargaba de quitárselo.

No tenía la familia perfecta, pero no importaba porque tenía a su madre, era su sostén en la vida, su felicidad... y el mundo se la había quitado de una manera cruel, dejando un dolor que aún no superaba, creando cicatrices que la seguirían siempre. Tuvo amigas, unas que llegaron a compartir su amistad pero que le habían dado la espalda cuando ella más las necesito, llego a encontrar y tener un compañero, alguien a quien estimo y le importo demasiado, pero lo único que le trajo fue decepción y dolor. El mundo era pernicioso y por ellos su vida apestaba.

Los días eran lentos y los meses llagaban a durar una eternidad, sin embargo, en el momento que había recibido su carta de aceptación en Alfea el tiempo pareció avanzar. Un escape se presentó y ella lo tomo sin titubear. Cuando Musa atravesó las grandes puertas de la escuela, supo que había tomado la decisión correcta y probablemente la mejor de su vida. Su madre no estaba, pero hubo quienes la orientaron, así como su madre lo hubiera querido, conoció a testarudas pero grandiosas chicas que se convirtieron en amigas, amigas que estaban para ella y no la dejaban en ningún momento de debilidad, e inesperadamente había conocido a alguien que la escucho y no la juzgo, que estaba para ella de manera incondicional y que ambos sabían estarían el uno para el otro cuando se necesitaran.

La dicha volvió a ella.

Quizás el mundo no era tan malo.

Quizás el mundo no la odiaba...

Mentira, una completa mentira.

Como pudo llegar a creer que el mundo iba a dejar de abofetearla en la cara y que finalmente le daría la ansiada felicidad en su vida.

Su novio había vencido a la muerte, debía estar feliz por eso, y lo estaba, realmente lo estaba, pero su indiferencia en los últimos días era exasperante, ansiaba desesperadamente un hombro en el que apoyarse en estos momentos y sabía que Sam también lo necesitaba, pero parecía que el único propósito del chico era evadirla a toda costa, no sabía que fue lo había cambiado entre ellos, pero le afligía su ausencia, con un demonio le dolía como un infierno.

Sus amigas no estaban bien, ninguna de ellas. Aisha perdió comunicación con sus padres y estaba desesperada por no saber nada de ellos, Terra estaba abatida por la desaparición de su madre, Stella estaba a nada de perder la cordura con el infierno que le estaba haciendo vivir su madre y Rosalind, y Bloom... La pobre chica estaba llena de arrepentimiento, culpándose constantemente por la muerte de la directora Dowling y por todo lo que estaba pasando en Alfea, sin mencionar la presión en la que la estaba sometiendo Rosalind para liberar una magia que solo ella poseía, algo llamado "la llama del dragón".

Rosalind no hubiera tenido con que lastimarla, su madre estaba muerta, no había familiares por los que preocuparse y no tenía personas que le importaran para chantajearla, pero había llegado a Alfea, hizo lazos que cambiaron su vida, tenía personas que ahora eran importantes para ella, así que, al igual que todos en la escuela, Rosalind la tenía a su merced, y como si eso no fuera suficiente, la nueva directora llevaba su magia al límite, empujando su mente más y más, llenando su cabeza de tantos pensamientos negativos que su magia se estaba volviendo lentamente inestable.

La vida no podía ser peor.

Falso.

Una vez más se había equivocado.

Las clases, o, mejor dicho, los entrenamientos obligatorios con los especialistas no se hicieron esperar, esto tenía su punto bueno, tuvo el entrenamiento de defensa que había deseado, hubiera estado agradecida, sino fuera porque este entrenamiento era más que un aprendizaje de defensa personal, si Andreas no fuera el encargado de los entrenamientos o si no fuera porque había golpeado su trasero por catorceava vez en el día contra el suelo por culpa de su compañero de entrenamiento.