Todo empezó hace cinco años.
El primer país en caer fue Rusia y luego Estados Unidos. Dos de los grandes habían caído, habían perdido prácticamente el 95% de su población. Los siguieron el resto de países. Fueron cayendo uno por uno, Corea fue uno d...
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Abro los ojos exaltada y me giro hacia la ventanilla del copiloto. Es solamente un engendro. Suspiro aliviada y enciendo el coche, luego bajo la ventanilla ligeramente y dejó que meta la cabeza para poder clavarle mi navaja en la cabeza. Empujo el cuerpo inerte para que caiga al suelo y cierro la ventanilla pero no apago el coche. Tengo que ir a buscar provisiones y intentar encontrar a otro superviviente. Solo he visto una persona viva en dos meses, una señora de sesenta años y prácticamente senil... Acabó bajo un grande, no sé si murió aplastada o si la devoraron.
Miro a lo lejos la sombra de lo que debería ser la ciudad y aceleró ligeramente para llegar antes. Tengo que aparcar el coche a las afueras e intentar no hacer ruido. Sí hago ruido estoy jodida con solo una CZ SP-01 y dos cargadores. Cincuenta y cuatro balas equivale a cincuenta y cuatro no muertos caídos si se les apunta a la cabeza, de todas formas no me conviene disparar.
Aparco el coche bajo un árbol, junto a la carretera, y lo cierro.
—Vamos allá — Aprieto los puños y comienzo a trotar con las puntas de los pies para hacer el menos ruido posible. Tengo que recoger como mínimo dos bolsas de comida y muchas botellas de agua, creo que voy a necesitar un carrito para poder llevar todo hasta el coche.
Escucho un gruñido en uno de los callejones y acelero ligeramente el paso. Veo a la izquierda una tienda pequeña y no me lo pienso dos veces. Tiene la puerta rota así que cojo la pistola y inspecciono mi entorno antes de avanzar. Entro en la tienda y en la parte delantera no encuentro más que estantes oxidados pero al fondo veo estantes medianamente llenos de latas de conserva y comida seca, también garrafas de ocho litros repletas de agua. Hay dos carritos de plástico y uno de metal.
Me apresuro a meter toda la comida en los carros de plástico y las garrafas en el carro de metal. Dejo los estantes prácticamente vacíos y escucho un ruido. Un ruido y luego voces. Se me acelera la respiración y corro para esconderme debajo de uno de los estantes vacíos dejando los carros repletos de provisiones a la vista.
Mierda.
Se me humedecen los ojos y poso la cabeza sobre el brazo. Necesito esa comida sí o sí y me da que ellos también. No puedo dejar que se la lleven.
Escucho sus pasos y como los cristales rotos se rompen bajo la suela de sus zapatos.
—¿Qué es esto? — Uno se pone frente a mi e intento pegarme más al fondo de la estantería pero es imposible. Son dos. Puedo con ellos.
Le agarro el tobillo y tiro con fuerza de él para derribarlo, luego me impulso con los pies para poder ponerme de pie y apunto al otro con la pistola. Me fijo en ellos y se me forma un nudo en la garganta. Son dos chicos de mi edad. Me miran con miedo y justo cuando estoy a punto de bajar la pistola alguien me empuja por la espalda y soy yo la que termina tirada en el suelo.
Aguanto un grito y me llevo la mano al abdomen, luego miro hacia arriba y me encuentro con un revólver apuntándome entre ceja y ceja, tambiéncon cinco rostros nuevos.
Estoy acabada y tengo un cristal clavado en el abdomen.
—Nombre — Le tiembla la mano y suspiro. Podría quitarle la pistola y salir corriendo, creo que los demás no van armados.
—Evelyn.
—Vale Evelyn, yo soy Rhys — Pausa —. Ahora te pido que le pongas el bloqueo a tu pistola y que la tires — Le hago caso y un chico con el pelo rubio la recoge, luego se la pone en la parte trasera del pantalón. Rhys también guarda la suya y me tiende la mano para que me levante.
Tengo que salir de aquí.
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