LLORONA

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El mes de octubre y noviembre son dos largas festividades, porque sí, realmente se celebra todos los días, tanto para los vivos como para los que ya no están con nosotros desafortunadamente.

En muchos países, principalmente en México, se acostumbra recordar a aquellos que partieron antes formando bellas y enormes ofrendas, abarrotadas de las comidas y bebidas preferidas del difunto, además de veladoras, pan propio de las fechas y decenas de flores de cempasúchil.

A los panteones se les lleva colores vivos para iluminar sus grisáceos tonos habituales, pues en cada tumba se pueden observar pétalos naranjas y de terciopelo, papeles decorados y más velas hasta en los lugares más pequeños. Al menos, ésto es lo que la mayoría de la gente acostumbra hacer.

¿Por qué digo la mayoría? Bueno, existe una excepción.

Jeon Jungkook, un chico de nacionalidad coreana que decidió mudar su vida a los cálidos paisajes de México.

Él había quedado sorprendido con las tradiciones, y sobre todo las leyendas, del país, tanto que abandonó todo en el otro lado del mundo para llegar a tan mágico sitio. Esto, tres años atrás.

Él, además de éstos detalles, tenía uno que en particular preocupaba a sus contadas amistades. Pues durante ésos dos meses, cada año sin falta, salía a altas horas de la noche y regresaba al amanecer.

Nadie sabía a donde o con quién se dirigía con tanta puntualidad y urgencia, pero resultaba inquietante el sólo hecho de imaginar una posible respuesta.

Jungkook jamás habia mencionado lo que hacía, ni mucho menos el motivo. Claro que se lo preguntaban frecuentemente, pues incluso los veladores de los panteones y calles se seguían extrañando al verlo pasar a diario. Sin embargo, no respondía nada claro ni por error.

"Salgo a tomar aire solamente" "No deberían preocuparse, sigo aquí o no" "Las noches son más bellas cuando el año está por terminar, por éso me voy de casa para disfrutarlas"

Ninguna de ésas frases tenían sentido para sus amigos. Pero luego de tanto insistir, simplemente dejaron de investigar, después de todo nada le había sucedido así que pensaron que debían parar.

Sin embargo, algo dentro de cada uno les pedía, o mejor dicho les rogaba, que continuaran indagando.
Nadie hizo caso.

[...]

Un año más pasó, y ésta vez los amigos de Jungkook estaban de luto. Aquel chico de cabellos azabaches y ojos brillantes como las estrellas, había apagado su luz como una vela ante el viento, una de tantas noches en las que escapó.

¿Qué había pasado?

Según las autoridades, Jungkook se había ahogado en el río cercano al panteón más grande del lugar, y que pasaba cruzando un enorme campo de flores. No había rastro de asesinato, más bien, parecía que había entrado al agua fría por cuenta propia.

Nadie lo podía asimilar, y todos los cercanos a él se culpaban internamente por no haberle prohibido salir. Algo le había sucedido en aquel campo Santo, algo que lo orilló a hacer algo tan horrible. Por desgracia, ése "algo" sólo lo sabía la persona que ya no podría esclarecer dudas.

El día del funeral, su mejor amigo, Seokjin -quien se había mudado con él- regresó al departamento que compartían totalmente destrozado. Sólo quería encontrar respuestas, necesitaba saber el trasfondo de todo, y tenía una pequeña idea de donde buscar.

Con lágrimas aún recorriendo sus mejillas se dispuso a voltear la habitación de Jungkook si era necesario, con tal de averiguar qué ocurría con su amigo desde que habían llegado allí.

LLORONA  ✿  KOOKMINᵃᵈᵃᵖ ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora