༆༆༆༆༆༆༆༆༆

733 76 80
                                    

«do you lied to me?»

«do you lied to me?»

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

|
|
|

EVIE y Mal..., Mal y Evie... ¿Cómo sonarían mejor nuestros nombres unidos? Me lo debatía a mí misma escribiéndolos en una hoja de papel. Las plumas de colores que Evie guardaba en sus cajones técnicamente estaban nuevas, y la tentación que me provocaba el saber que nadie las usaría me hacía ponerme a dibujar y escribir corazones azules y morados por toda la hoja. Ese día me sentía como una niña acostada boca-abajo en la cama de Evie escribiendo nuestros nombres y nuestras iniciales. Mi estado de ánimo y mi salud mental estaban tan bien, que parecía que me había sumido en un cuento de hadas rodeada de las paredes de aquel castillo. Con una semana más transcurrida, ya iban dos desde que Evie y yo habíamos tenido el primer roce. ¿Qué había pasado luego de que me encontró en mi habitación pintando su rostro? Bueno, demasiadas cosas, pero si tengo que decir las más importantes, enfatizaría en la relación que llevábamos. Todo había cambiado de poco en poco, y lo que antes eran miradas buscándose por la cocina en espera de algo, se convirtió en besos y roces mutuos. Evie y yo sincronizábamos como si hechas para eso estuviéramos. Cuando ella hablaba emocionada de algo, y yo la seguía, y terminábamos diciendo la misma frase, ¿cómo podía yo no ilusionarme? Nunca una persona me había hecho sentir tan comprendida y feliz. Lo que Evie me provocaba era una prueba más de lo único que era nuestro lazo y lo curioso que era.

  —Llegué.

  Reí sin aire cuando Evie se me tumbó encima escachándome, y me besó sonoramente la mejilla. Era muy cariñosa conmigo y me hacía sentir querida e importante en todo momento, aunque algunos días se la pasara trabajando. Desde aquel breve drama que le hice porque supuestamente me dejó sola, Evie no me descuidaba ni dos segundos. Me escribía aunque estuviera en el trabajo, y me enviaba audios. Me gustaba que lo hiciera, y que me trajera regalos y presentes con la excusa de: "Te extrañé, y te compré esto pensando en que te gustaría, M".

  Qué bien me sentía con ella.

  —Llegaste temprano —le dije y la sentí darme otro besito en la mejilla antes de levantarse—. ¿Te encontraste tanto trabajo que preferiste huir, irresponsable?

  —En realidad no tuve trabajo. Lo adelanté todo ayer —contestó, danzando hacia el espejo para zafarse la coleta—. ¿Qué me cocinaste hoy, M?

  —Hice las sardinas que tenías en la lata. —Me senté en la esquina de la cama.

  —Nunca me decepcionas —dijo con una sonrisa de oreja a oreja, y se giró lanzándome su liga de pelo—. ¿Por qué eres así de perfecta, Mal?

  —Así nací, Evie —repliqué con fingida arrogancia levantándome—. Y por cierto, ¿adónde fuiste si no tuviste trabajo? 

𝗧𝗛𝗘 𝗣𝗢𝗜𝗦𝗢𝗡𝗘𝗗 𝗔𝗣𝗣𝗟𝗘 \\ ᵐᵉᵛⁱᵉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora