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— Na Jaemin, usted venció la leucemia, felicidades

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Na Jaemin, usted venció la leucemia, felicidades.

Fue el aplauso más grande que recibió en su vida, muchos doctores, muchos enfermeros, muchos compañeros que estaban en situaciones similares a él, y Jeno, quien estuvo a su lado siempre lo celebraron con él.

El mayor se había cortado el cabello, y ahora estaba a la altura de sus ojos, dejaba ver un par de piercings que tenía en sus orejas, que había llenado de aros a pedido de Jaemin.

El menor estaba más brillante que nunca, su cabello había crecido en un tono oscuro que no llegaba a negro, enmarcaba sus ojos color avellana de forma adorable y sonreía como nunca en su vida, se había bronceado por los pocos días al sol que había pasado afuera, un ligero tono caramelo acentuaba su rostro.

Antes de hacer sonar la campana, miró a Jeno sobre su hombro y murmuró un "Te lo dije", haciéndolo reír y en parte llorar.

Escuchó a Jaemin sonar la campana con fuerza y energía y lo escuchó reír de forma magnífica, un sonido hermoso, y que llenaba el alma de cualquiera, principalmente la suya y a su corazón.

Terminó de sonar la campana y lo primero que hizo fue voltear hacia él, Jeno escondía su rostro en sus manos y no podía parar de llorar, y Jaemin se acercó a él para abrazarlo y darle besos mientras le decía que era un niño llorón, un sensible de mierda y que lo hacía pasar vergüenza.

Salieron del hospital mejor que nunca, Jaemin fue saltando de alegría por la vereda, riendo y cantando con la voz tan maravillosa que siempre había tenido, y Jeno lo admiraba y lo amaba con todo su corazón a veces quedándose unos pasos atrás para verlo feliz, dando vueltas como un niño.

El plan era ir hasta el departamento del menor, como siempre, como era costumbre, pero entre tantos saltos y vueltas, terminaron en el parque, no muy lejos de su destino original, apenas eran cinco minutos y se habían desviado un poco del camino, pero Jeno sí se extrañó cuando vio tanto verde y tantas flores, estaba muy concentrado viendo a Jaemin como para darse cuenta de que el menor lo había llevado hasta donde quería.

Jaemin se volteó hacia él, sonriendo, estaban rodeados de flores de colores anaranjados y amarillos y rosas, en el jardín de flores de aquel parque.

— Sabes que eres muy hermoso, ¿No, Jaemin? — dijo Jeno, totalmente encantado.

— No tanto como tú, Jeno— dijo, ruborizado—. Y yo... Tenía preparado algo para ti, desde hace mucho... Te lo quería dar cuando me dieran el alta y sea oficial de que tengo más tiempo contigo.

Jeno esperó en silencio, Jaemin sacó un papel de su bolsillo, aquel poema que había comenzado tiempo atrás y que había cambiado y perfeccionado miles de veces para que llegara a ese momento.

Suavemente, comenzó con su poema, que Jeno había escuchado incompleto alguna vez:

— <<He caído de un acantilado, he aterrizado en tus brazos; tus manos han limpiado mis lágrimas, tus besos mí alma... En tus ojos hay una guía, grande mí suerte porque es mía; en tus manos acunas mí vida, en las mías conservo tus días... Varias veces me he preguntado: ¿Será este el final de la vía? Pero con solo verte a mí lado, más caminos he buscado para conseguir un legado: ... Un amor, un donador del cual requiero algo... >>— Jaemin miró tímidamente al ruborizado Jeno, quién estaba con sus labios entreabiertos entre tanto discurso, su mano fue hacia una pequeña cajita que guardaba en su abrigo desde hacía rato— <<... Lee Jeno, tendría el honor, ¿De pedir su mano?>>

Abriendo la pequeña cajita, el par de anillos dorados relucieron en su interior, Jeno estaba sin palabras, cubrió su rostro y sólo pudo comenzar a llorar de nuevo, con sus hombros temblando y un nudo en su garganta.

— Oh, Dottori— Jaemin se acercó a él, cerrando la caja, tomando sus brazos— ¿Qué pasa, nene? ¿Es muy pronto? Sé que apenas llevamos unos meses, ocho, casi nueve, pero... Después de todo eso, no quiero perder más tiempo de mí vida, si total, sé que eres el indicado, desde hace mucho que lo sé... Quiero vivir una vida contigo y con el título que se merece... Podemos hacerlo oficial, Jeno.

Jeno escondió su rostro en el cuello de Jaemin, quién le parecía adorable, pero estaba impaciente por una respuesta, y se sentía algo mal de no tenerla, creía que en situaciones así la cosa era más rápida, así que se había decepcionado un poco.

— No tienes que responder ahora si no quieres, nene— dijo el menor, pero en cuanto habló, el pelinegro comenzó a asentir— ¿Sí? — asintió más fuerte, y Jaemin rió—. Oh, Jeno, me haces la persona más feliz del mundo.

El mayor salió de su escondite para tomar sus mejillas y unirse en un beso, un beso que había esperado mucho rato, un beso libre, sin preocupaciones, sin el sentimiento de que quizás eso podría matarlo, de que podría dañarlo, finalmente podía besarlo sin culpa, completamente libres.

Ambos estaban libres y en su libertad se habían elegido el uno al otro, en un destino maravilloso.

Y ese día fue el mejor de ambos, oficialmente, con ambos sanos, y con ambos juntos como nunca, unidos en corazón y en alma, y en anillos de compromiso también.

CHEMO -NOMIN- (ADAPTACION)Where stories live. Discover now