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Era un 15 de septiembre, Lee Minho de casi 3 años de edad recibía, con algo de molestia a su nuevo hermanito, un pequeño bebe regordete lleno de manchitas que se robaría toda la atención de sus padres, sin saber que este se convertiría en su todo

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Era un 15 de septiembre, Lee Minho de casi 3 años de edad recibía, con algo de molestia a su nuevo hermanito, un pequeño bebe regordete lleno de manchitas que se robaría toda la atención de sus padres, sin saber que este se convertiría en su todo.

—Este es Felix, amor, es tu hermanito—habló su madre quien arrullaba al bebe en sus brazos—¿verdad que es muy bonito corazón? pronto ambos podrán jugar juntos y tu—lo señalo- tienes que cuidarlo y quererlo mucho, ¿si?— él solo se limitó a asentir, mientras observaba al bebe en los brazos de su madre, quien lo incitaba a dejar un beso en la mejilla de este, con algo de molestia se agacho y beso la mejilla de su pequeño hermano. Aquella mujer nunca se equivocó en sus palabras, porque Minho se encargaría de proteger con capa y espada a su pequeño hermanito.

Un par de años más tarde, ambos reían y jugaban juntos, todo parecía ir bien, su padre llegaba de vez en cuando con juguetes nuevos, ellos casi no peleaban y tal como su madre dijo, Minho cuidaba muy bien de su torpe hermano menor. Era realmente irónico pensar que la llovizna solo era el comienzo de una gran tormenta.

Hasta que un día esa burbuja se quebró. Ellos dormían, cuando los gritos en la planta baja los despertaron y ellos curiosos bajaron de sus camas para espiar tras las escaleras; sus padres se gritaban un montón de palabras que ellos desconocían, los golpes no tardaron en llegar y pronto el silencio reinó en la casa. Después de ello, tuvieron a su padre durmiendo en su habitación un par de días, junto a un fuerte aroma a alcohol, aroma que por cierto detestaban.

Su familia perfecta se había roto ese día, su madre estaba cada vez más distante, su padre lucía molesto todo el tiempo y ellos simplemente estaban asustados. Felix era un niño, por desgracia demasiado sensible que lloraba por todo y que era demasiado quisquilloso con la comida. Por otro lado, Minho era más serio y en cierta parte algo agresivo, aunque aquello solo era una máscara para ocultar su verdadera naturaleza sensible como la de cualquier otro niño.

—Llorar es para niñas—musito su madre, cuando el hijo menor se soltó a llorar luego de que sus golosinas cayeran al suelo— No eres un bebe, Felix deja de llorar ya estas grande, fue tu culpa que se cayeran— suspiro cansada, ese día no fue diferente a los anteriores, ella se hallaba, demasiado sensible y estresada, cualquier cosa la hacía explotar, asustando más a sus hijos, ellos no querían ser golpeados como la última vez... No de nuevo, ellos ya estaban bastante asustados.

—Ten—le susurro a su hermano menor, dándole de sus dulces— deja de llorar, no queremos que mamá se enoje y nos deje sin cena como la última vez— Felix asintió, limpiando sus lágrimas e intentando controlar sus constantes hipeos, tomó la mano de su hermano y siguió caminando junto a este, hasta la habitación de ambos.

La noche llegó junto a su padre, esta vez no estaba tomado y lucía feliz, corrió hasta sus dos pequeños hijos, entregándoles a los dos una caja en medio de un montón de besos, ellos extrañaban tanto aquel ambiente familiar, pero todo volvió a irse a la mierda cuando sus padres comenzaron a discutir segundos después.

Lies / Chanlix (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora